Los colombianos que conquistan Silicon Valley con un innovador delivery
Robot.com -antes Kiwibots- tiene su mayor operación en predios universitarios y depósitos industriales; la empresa busca expandirse en otros campos de la robótica
La evolución tecnológica se hace presente en la vida urbana, y particularmente en Silicon Valley, el corazón de los avances y la revolución tech. Robot.com —originalmente conocida como Kiwibots— está guiando la transformación más estructural de los últimos años en la industria de los repartidores y servicios de entrega. Felipe Chávez, un emprendedor colombiano, fundó esta empresa con la idea de que pequeños vehículos autónomos potenciados por tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial sean los responsables de llevar y traer pedidos sin intervención humana.
Y poco a poco va logrando materializar ese sueño. Hoy tienen diferentes verticales de negocio. Por un lado, desde 2017 funcionan dentro de los campus universitarios en diferentes partes de Estados Unidos. Los alumnos utilizan estos bots para pedir su almuerzo o cena durante su jornada de estudios. Muchas veces la intensidad de los programas no les da tiempo suficiente para que los estudiantes vayan a sentarse al comedor. En vez de saltearse las comidas, piden a través de una aplicación; los robots lo buscan y el alumno lo retira en el punto de entrega más cercano.
Por otro lado, funcionan dentro de establecimientos de depósito para ayudar al humano a transportar las cosas. También, la startup está realizando pruebas activas en el golf course de Nueva York, además de la presencia que ya tienen en comunidades cerradas. Por último, los robots también son utilizados para publicidad dentro de eventos con gran alcance como, por ejemplo, un partido de básquetbol norteamericano. Allí, además de transportar cosas, también están personalizados con las marcas que buscan hacer promoción.
En total, hoy funcionan en 20 predios universitarios y 20 ciudades diferentes de Estados Unidos. A su vez, han estado presentes en 45 locaciones alrededor del mundo, incluyendo Medio Oriente. Entre sus beneficios principales se encuentran la autonomía, la disponibilidad a toda hora y el contacto cero. “Con los robots, el humano puede desarrollar otro tipo de habilidades”, comentó a LA NACION Lena Franco, directora de datos en Robot.com. “Es así como ha ido evolucionando la raza humana”, agregó.
Sin embargo, su incorporación es también un desafío, más cuando se piensa a gran escala como lo proyecta la empresa en un futuro. Entre algunos obstáculos se encuentra la adaptabilidad de los robots a las diferentes condiciones climáticas. Escenarios de mucho calor o mucho frío pueden debilitar las funcionalidades del robot, y para eso el equipo tecnológico detrás tiene que estar haciendo diferentes pruebas piloto y mejorando el hardware para que pueda subsistir en este tipo de contextos.
En paralelo, otro desafío está ligado al vandalismo que sufren estos robots. Según comenta Franco, la Universidad de Berkeley, donde empezaron, está ubicada en una ciudad donde hay altas tasas de vandalismo. Los robots sufrieron un porcentaje pequeño en relación con el índice promedio, pero aun así resulta un problema. “Las máquinas siempre dan miedo”, explicó la líder. “Pero siento que si comunicamos bien que los robots están al servicio del ser humano y están a favor de que evolucionemos, pues no generaría lo mismo”, dijo.
En este sentido, Franco comentó que lograron forjar una comunidad que sabe entender la usabilidad de los robots y que, consecuentemente, actuó como defensora cuando se presentaron estos pocos casos de vandalismo. “Algunos alumnos les ponían flores”, ejemplificó. Esta comunidad, de acuerdo con la directora, se dio de una manera orgánica. Tanto el diseño amigable como su carácter innovador hicieron que el robot se convirtiera en un fenómeno dentro de la Universidad de Berkeley —y más tarde en otros lugares— al punto de que los alumnos se disfrazaban de Kiwibot para Halloween.
“A partir de esta experiencia aprendimos la importancia de generar compromiso con las comunidades”, aseguró Franco. Por eso, cada vez que presentan su producto en una nueva ciudad, lo hacen en alianza con los gobiernos locales a través de eventos de innovación. Además, involucran a los niños y visitan las escuelas para acercar las nuevas tecnologías a las próximas generaciones. “Nuestro objetivo es conectar con cada uno de los actores que forman parte del ecosistema de nuestro negocio”, agregó.
Aun con comunidades de apoyo fuertes, cada vez que la tecnología avanza —y más en el contexto de la inteligencia artificial— hay una preocupación fuerte acerca del lugar que va a ocupar el humano en este nuevo ecosistema determinado por las innovaciones. “Podés decir que se le está quitando el trabajo a una persona que hace delivery, pero también hay que notar que detrás del robot hay mucha gente haciendo desarrollo tecnológico”, señaló Franco. “Lo que se hace es abrir nuevas verticales de conocimiento y trabajo. Las personas pueden dedicarse a otras cosas. Siempre el humano evolucionó así”, manifestó.
Con su nuevo nombre, Robot.com, la empresa busca expandirse y explorar otras áreas de la robótica en general, no solamente limitarse a los deliveries. Por el momento se seguirán centrando en países desarrollados del norte global, con Estados Unidos como su principal hub. Aunque tiene origen latinoamericano, Franco confiesa que es una cuestión de demanda. “En los países de la región es más lento el proceso de aceptación de la tecnología debido a la falta de educación y un temor instaurado”, planteó la directora de datos. “Pero igual está cambiando y queremos trabajar para poder alcanzar a los países en desarrollo”, detalló.