Las estremecedoras últimas palabras de la influencer Valeria Márquez antes de morir que son claves para identificar a su asesino

Cuando la realidad supera cualquier ficción. Algunas historias no se desenvuelven entre titulares frívolos ni simples especulaciones: detonan una reacción colectiva, un estremecimiento social. Ocurre cuando la violencia deja de ser una estadística lejana y se convierte en el rostro joven de alguien que hablaba, reía y compartía su vida en tiempo real. Valeria Márquez ... Leer más

May 17, 2025 - 00:08
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Las estremecedoras últimas palabras de la influencer Valeria Márquez antes de morir que son claves para identificar a su asesino

Cuando la realidad supera cualquier ficción.

Algunas historias no se desenvuelven entre titulares frívolos ni simples especulaciones: detonan una reacción colectiva, un estremecimiento social. Ocurre cuando la violencia deja de ser una estadística lejana y se convierte en el rostro joven de alguien que hablaba, reía y compartía su vida en tiempo real. Valeria Márquez no era ajena al ojo público; sin embargo, ni sus seguidores ni ella misma imaginaron que estaban presenciando un adiós transmitido en vivo.

Este tipo de sucesos quiebra la frontera entre lo íntimo y lo colectivo. Hay momentos que, aunque no nos pertenezcan, se instalan con fuerza en nuestra conciencia. Porque lo que le ocurrió a Valeria no fue solo una tragedia individual: es un síntoma visible de un entorno que amenaza, calla y a veces, mata.

Un mensaje que cambia todo.

La influencer de 23 años se encontraba en una clínica estética en Zapopan, Jalisco, cuando leyó un mensaje que, en retrospectiva, resulta demoledor. Era de su amiga Vivian de la Torre, quien le pedía que esperara porque quería verla antes de irse. Valeria aceptó quedarse unos minutos más, sin saber que estaba prolongando sus últimos instantes con vida. Lo hizo por lo que creyó sería un encuentro casual… y por un “regalo costoso” que alguien le haría llegar.

Una trabajadora del lugar había recibido una advertencia inquietante por parte de quien iba a entregar dicho obsequio. Le dijo que serían “tres regalos” y que el último sería “el más costoso”. Hoy, esas palabras se interpretan como una siniestra metáfora de los tres disparos que acabarían con la vida de Valeria, el último directo a la cabeza.

Palabras premonitorias en cámara.

Durante la transmisión, la joven comenzó a sospechar que algo no andaba bien. Preguntó si el hombre que iba a visitarla vendría en moto, si regresaría pronto, y lanzó una frase que hiela la sangre: “A lo mejor me iban a matar a mí”. Solo segundos después, sus últimas palabras fueron: “Ahí viene”, al ver ingresar a su asesino. Nada más. Fin de la conexión. Fin de la vida.

El atacante preguntó por ella, confirmó su identidad y disparó sin dudar. Cuando llegaron los paramédicos, Valeria ya no tenía signos vitales. El horror se había consumado frente a una cámara, en un espacio de confianza para ella, ante una audiencia que no supo reaccionar a tiempo porque nadie imaginó que lo que estaba viendo no era una actuación ni una exageración: era el final.

Amenazas, vínculos y versiones sin confirmar.

En medio del shock, surgieron más piezas de este rompecabezas: las amenazas que Valeria había recibido por parte de un exnovio, y que ella misma expuso en redes. También, la posibilidad de que su muerte estuviera relacionada con un vínculo con un miembro de alto perfil del crimen organizado: Ricardo Ruíz Velasco, alias “El doble R”, señalado como cabecilla del Grupo Élite del CJNG.

Aunque esta versión circuló rápidamente en internet, las autoridades han pedido cautela. A través de un comunicado oficial, la Fiscalía descartó que exista hasta ahora una acusación formal contra alguien específico. Insisten en que el caso se investiga como feminicidio, y que cualquier especulación fuera de la carpeta oficial contribuye a la revictimización.

Memoria, justicia y respeto.

Más allá del morbo y los rumores, queda el deber social de exigir justicia sin convertir el dolor en espectáculo. Valeria Márquez fue asesinada en directo, pero su historia no puede terminar como un simple viral de horror. Es indispensable mirar el contexto, proteger la dignidad de las víctimas y atender las señales que se repiten una y otra vez en casos de violencia feminicida.

Este crimen no es un hecho aislado. Es un espejo turbio de lo que ocurre cuando los signos de alerta no se toman en serio, cuando el miedo se normaliza y cuando la exposición pública no garantiza protección alguna. Mientras la investigación avanza, lo único cierto es que una joven fue silenciada de forma brutal, frente a una audiencia que aún no encuentra las palabras para describir lo que vio.