Willivaldo Delgadillo*: Lo que el viento a Juárez
Una muralla de tierra se ha instalado en la ciudad. Es un fenómeno nuevo en una región acostumbrada a las tolvaneras; ahora el polvo se suspende en el aire, coloreando la ciudad con los tonos sepia con que a veces se representa la frontera en ciertas producciones cinematográficas. El viento que arrastra la arena azota las calles, pero ya no con la fuerza de costumbre, sino de una manera lenta, produciendo sensaciones asfixiantes e imágenes distópicas. Es como si la ciudad estuviese atrapada en un laberínto de muros de arena. Por momentos se pierde la visibilidad a tres cuadras de distancia y un sol muerto apenas si se distingue en el horizonte.
