La súbita llegada al poder en Siria del líder rebelde Ahmed al Sharaa , en diciembre pasado, dio paso a varios interrogantes. Los más importantes cuestionaban si el antiguo dirigente yihadista trataría de imponer en Siria la ley islámica; o si, por el contrario, como él mismo empezó a prometer a la prensa occidental, se abriría a un régimen democrático. La cuestión en apariencia más banal se preguntaba por el nombre del nuevo sastre del presidente. Ahmed al Sharaa , combatiente de Al Qaida a los 24 años para expulsar de Irak a los marines (hasta hace meses Estados Unidos daba por él una recompensa de 10 millones de dólares), y luego líder de Estado Islámico en Siria, cambió en...
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