Relatos de aves, colores y robots...
Mirlos, tordos, gaviotas, colibríes, quetzales, tucanes, palomas, loros y abubillas. En este cuento, cuyo texto e ilustraciones son de su autora, una señora se mudó sola a una casa en cierto barrio. Sin embargo, no resultó estar tan sola... Como testigos de este acompañamiento, había plumas por todas partes. La empezaron a llamar, pues, la Señora de los Pájaros. Parecían extraño a los vecinos que ella era la que cantaba a las aves, y no al revés. Aún más peculiar resultó que eran éstas las que se ocupaban de las tareas domésticas. De pronto, la señora decidió que era hora de irse. Empezó a hacer sus maletas, repletas de pájaros, obviamente. Argumentaba que había llegado la época de frío, además la familia se había agrandado. En el fondo, esta mujer excéntrica deseaba descubrir nuevos cielos, junto con sus protegidos. Migrar, pues.
Mirlos, tordos, gaviotas, colibríes, quetzales, tucanes, palomas, loros y abubillas. En este cuento, cuyo texto e ilustraciones son de su autora, una señora se mudó sola a una casa en cierto barrio. Sin embargo, no resultó estar tan sola... Como testigos de este acompañamiento, había plumas por todas partes. La empezaron a llamar, pues, la Señora de los Pájaros. Parecían extraño a los vecinos que ella era la que cantaba a las aves, y no al revés. Aún más peculiar resultó que eran éstas las que se ocupaban de las tareas domésticas. De pronto, la señora decidió que era hora de irse. Empezó a hacer sus maletas, repletas de pájaros, obviamente. Argumentaba que había llegado la época de frío, además la familia se había agrandado. En el fondo, esta mujer excéntrica deseaba descubrir nuevos cielos, junto con sus protegidos. Migrar, pues.
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