Puñeteras redes
Quien me conoce sabe que pertenezco a ese grupo de personas de cierta edad que, a pesar de no ser nativas digitales, nos sumamos con entusiasmo a los nuevos tiempos y a todo lo que ello suponía, en particular a la eclosión de las redes sociales. No solo eso, sino que, perteneciendo a un mundo que siempre ha mirado con aprensión estas cosas, pensé que las redes podían suponer un instrumento idóneo para quitar caspa -real o imaginaria- al mundo de la Justicia y acercarla a la ciudadanía, que buena falta le hace. En su momento, hace ya más de una década, me metí de cabeza en ese mundo digital y, a pesar de las críticas, comencé a hacer, en la medida de mis posibilidades, lo que considero "pedagogía jurídica", esto es, contar si miedo lo que hacemos para que se nos conozca y se nos valore. Algo muy necesario, si echamos un vistazo a la pobre opinión de la sociedad tiene de la Administración de Justicia. No fui la única, por supuesto. Y a esos primeros pasos se unieron lo que otras personas que, con gran calidad, un ánimo divulgativo evidente y una motivación totalmente altruista, han hecho que la Justicia sea más conocida y valorada. Y entre ellas está la cuenta que protagoniza estas líneas, una cuenta de Instagram de unas grandes juristas y comunicadoras que hoy pasa por momentos difíciles. Difíciles y absolutamente injustos. Sin saber por qué razón, la red ha suprimido su cuenta. Sin previo y aviso y sin más explicación que un abstracto "no cumple las reglas" que ellas y todas las personas que lo seguimos ignoramos a qué se refiere. La cuenta es la "A hacer punyetas" una iniciativa mediante la cual dos juezas y una comunicadora muestran al mundo, con desenfado y humor no exento de rigor jurídico, el día a día de los juzgados. Por ella hemos pasado profesionales de la Justicia de todos los ámbitos para acercar un mundo difícil a aquellos a quienes va destinado su trabajo, la sociedad. Porque la justicia es un servicio público y lo que estaban haciendo desde esa ventana era cumplir con esa finalidad a la que nos debemos desde el día en que tomamos posesión de nuestros cargos. Lo pienso y me hago cruces. No puedo entender que, en un universo donde el odio, los mensajes agresivos y la desinformación están tomando, por desgracia, carta de naturaleza, pueda eliminarse una cuenta que propugna exactamente todo lo contrario. El mundo digital y el mundo jurídico pierden mucho con esa desaparición, pero todavía pierde más la sociedad. Tal vez lo peor de todo es la impotencia. La dificultad de conseguir contactar con alguien que dé la respuesta a la pregunta de por qué ha sucedido esto, y, sobre todo, que dé la clave para solucionar el problema, si es que existe. Pero me consta que ellas no van a cejar en ese empeño, y espero que esta pequeña aportación pueda colaborar a la consecución de...
Quien me conoce sabe que pertenezco a ese grupo de personas de cierta edad que, a pesar de no ser nativas digitales, nos sumamos con entusiasmo a los nuevos tiempos y a todo lo que ello suponía, en particular a la eclosión de las redes sociales. No solo eso, sino que, perteneciendo a un mundo que siempre ha mirado con aprensión estas cosas, pensé que las redes podían suponer un instrumento idóneo para quitar caspa -real o imaginaria- al mundo de la Justicia y acercarla a la ciudadanía, que buena falta le hace. En su momento, hace ya más de una década, me metí de cabeza en ese mundo digital y, a pesar de las críticas, comencé a hacer, en la medida de mis posibilidades, lo que considero "pedagogía jurídica", esto es, contar si miedo lo que hacemos para que se nos conozca y se nos valore. Algo muy necesario, si echamos un vistazo a la pobre opinión de la sociedad tiene de la Administración de Justicia. No fui la única, por supuesto. Y a esos primeros pasos se unieron lo que otras personas que, con gran calidad, un ánimo divulgativo evidente y una motivación totalmente altruista, han hecho que la Justicia sea más conocida y valorada. Y entre ellas está la cuenta que protagoniza estas líneas, una cuenta de Instagram de unas grandes juristas y comunicadoras que hoy pasa por momentos difíciles. Difíciles y absolutamente injustos. Sin saber por qué razón, la red ha suprimido su cuenta. Sin previo y aviso y sin más explicación que un abstracto "no cumple las reglas" que ellas y todas las personas que lo seguimos ignoramos a qué se refiere. La cuenta es la "A hacer punyetas" una iniciativa mediante la cual dos juezas y una comunicadora muestran al mundo, con desenfado y humor no exento de rigor jurídico, el día a día de los juzgados. Por ella hemos pasado profesionales de la Justicia de todos los ámbitos para acercar un mundo difícil a aquellos a quienes va destinado su trabajo, la sociedad. Porque la justicia es un servicio público y lo que estaban haciendo desde esa ventana era cumplir con esa finalidad a la que nos debemos desde el día en que tomamos posesión de nuestros cargos. Lo pienso y me hago cruces. No puedo entender que, en un universo donde el odio, los mensajes agresivos y la desinformación están tomando, por desgracia, carta de naturaleza, pueda eliminarse una cuenta que propugna exactamente todo lo contrario. El mundo digital y el mundo jurídico pierden mucho con esa desaparición, pero todavía pierde más la sociedad. Tal vez lo peor de todo es la impotencia. La dificultad de conseguir contactar con alguien que dé la respuesta a la pregunta de por qué ha sucedido esto, y, sobre todo, que dé la clave para solucionar el problema, si es que existe. Pero me consta que ellas no van a cejar en ese empeño, y espero que esta pequeña aportación pueda colaborar a la consecución de...
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