Cascadas y románico gallego: el encantador pueblo de Pontevedra que invita a salir de la costa
La provincia de Pontevedra suele desplegar sus encantos turísticos a lo largo de la costa, donde las Rías Baixas son las protagonistas indiscutibles. Localidades como Sanxenxo, O Grove o Combarro acaparan titulares y visitantes gracias a su animado ambiente, sus terrazas frente al mar y sus famosas playas como A Lanzada o la playa de Areas. Estos destinos, vibrantes en verano y acogedores el resto del año, han consolidado la imagen de una Pontevedra litoral, donde el mar y el ocio parecen inseparables. Sin embargo, hay otra Pontevedra más discreta y serena, tierra adentro, que merece una mirada más atenta: la Pontevedra del interior, llena de sorpresas naturales y patrimoniales. En esta otra cara de la provincia se encuentra Agolada, un municipio que invita a redescubrir Galicia desde el corazón de su paisaje rural. Agolada es un lugar especial. Está situado estratégicamente como un auténtico cruce de caminos en el centro de Galicia. Desde Vigo, el trayecto en coche hasta Agolada ronda los 75 minutos, siguiendo la AP-9 hacia el norte y luego conectando con la AG-53. Desde Santiago de Compostela, el viaje es aún más corto, de poco más de una hora, por la misma autovía AG-53 en dirección sur. Esta ubicación privilegiada hace de Agolada un punto perfecto para una escapada de un día o para iniciar una ruta más amplia por el interior gallego. El municipio es un auténtico museo al aire libre del románico gallego. Por todo su territorio se esparcen iglesias pequeñas y encantadoras, de piedra sobria y belleza contenida, que atestiguan la importancia histórica de la zona durante la Edad Media. Iglesia de San Pedro de Carmoega. ©Albariño.com Cada parroquia guarda su tesoro: la iglesia de San Pedro de Ventosa, la de San Martiño de Ferreiroa o la de Santo Estevo de Basadre son solo algunos ejemplos de este patrimonio que sobrevive en medio del paisaje rural, envuelto en un silencio que invita a la contemplación. Estos templos no tienen la monumentalidad de las grandes catedrales, pero sí ofrecen una cercanía y autenticidad que fascinan a los viajeros atentos. Además de su riqueza histórica, Agolada también presume de un entorno natural envidiable, lleno de caminos, bosques y cascadas, conocidas en Galicia como fervenzas. Estas caídas de agua, que surgen entre la frondosidad de los valles, regalan estampas de una belleza serena, como la de Porto Marcelín, en Caldelas de Vilariño o el espectacular Sobreiral do Arnego y sus alcornoques centenarios. Igrexa do Ramil. ©Concello de Agolada. Otro de los atractivos de Agolada son los caminos que recorren su territorio, perfectos para los amantes del senderismo y la naturaleza. Uno de los más recomendables es el que conecta varias fervenzas y pequeños núcleos rurales, permitiendo apreciar tanto el paisaje como la arquitectura popular, donde los hórreos y las casas de piedra todavía marcan el ritmo de vida. La primavera y el otoño son las mejores épocas para realizar estas rutas: el caudal de las cascadas es mayor y los colores del paisaje alcanzan su máximo esplendor. Pendellos de Agolada. ©Concello de Agolada. Si visitas Agolada, no debes perderte tampoco su "Feira do Gando" tradicional, que aunque hoy en día ha perdido parte de su función económica, conserva todo el sabor de las ferias rurales gallegas. Y en el mes de agosto, el municipio celebra la "Mostra de Artesanía de Agolada", donde artesanos de toda Galicia muestran su trabajo en un conjunto de construcciones de madera y piedra conocidas como "os Pendellos". Este espacio único evoca los antiguos mercados y ferias, que hicieron del pueblo un lugar de paso obligado durante siglos en el corazón de Galicia y que tenían una estructura de soportales donde se efectuaba la venta de todo tipo de mercancías. Imágenes | Concello de Agolada / Deputación da Pontevedra / Albariño.com En DAP | Qué es el millo corvo: el maíz gallego cargado hasta arriba de antioxidantes En DAP | Paraíso del cocido y uno de los municipios más sabrosos de Galicia: la escapada invernal perfecta a la provincia de Pontevedra - La noticia Cascadas y románico gallego: el encantador pueblo de Pontevedra que invita a salir de la costa fue publicada originalmente en Directo al Paladar por Jaime de las Heras .

La provincia de Pontevedra suele desplegar sus encantos turísticos a lo largo de la costa, donde las Rías Baixas son las protagonistas indiscutibles. Localidades como Sanxenxo, O Grove o Combarro acaparan titulares y visitantes gracias a su animado ambiente, sus terrazas frente al mar y sus famosas playas como A Lanzada o la playa de Areas.
Estos destinos, vibrantes en verano y acogedores el resto del año, han consolidado la imagen de una Pontevedra litoral, donde el mar y el ocio parecen inseparables. Sin embargo, hay otra Pontevedra más discreta y serena, tierra adentro, que merece una mirada más atenta: la Pontevedra del interior, llena de sorpresas naturales y patrimoniales. En esta otra cara de la provincia se encuentra Agolada, un municipio que invita a redescubrir Galicia desde el corazón de su paisaje rural.
Agolada es un lugar especial. Está situado estratégicamente como un auténtico cruce de caminos en el centro de Galicia. Desde Vigo, el trayecto en coche hasta Agolada ronda los 75 minutos, siguiendo la AP-9 hacia el norte y luego conectando con la AG-53.
Desde Santiago de Compostela, el viaje es aún más corto, de poco más de una hora, por la misma autovía AG-53 en dirección sur. Esta ubicación privilegiada hace de Agolada un punto perfecto para una escapada de un día o para iniciar una ruta más amplia por el interior gallego.
El municipio es un auténtico museo al aire libre del románico gallego. Por todo su territorio se esparcen iglesias pequeñas y encantadoras, de piedra sobria y belleza contenida, que atestiguan la importancia histórica de la zona durante la Edad Media.

Cada parroquia guarda su tesoro: la iglesia de San Pedro de Ventosa, la de San Martiño de Ferreiroa o la de Santo Estevo de Basadre son solo algunos ejemplos de este patrimonio que sobrevive en medio del paisaje rural, envuelto en un silencio que invita a la contemplación. Estos templos no tienen la monumentalidad de las grandes catedrales, pero sí ofrecen una cercanía y autenticidad que fascinan a los viajeros atentos.
Además de su riqueza histórica, Agolada también presume de un entorno natural envidiable, lleno de caminos, bosques y cascadas, conocidas en Galicia como fervenzas. Estas caídas de agua, que surgen entre la frondosidad de los valles, regalan estampas de una belleza serena, como la de Porto Marcelín, en Caldelas de Vilariño o el espectacular Sobreiral do Arnego y sus alcornoques centenarios.

Otro de los atractivos de Agolada son los caminos que recorren su territorio, perfectos para los amantes del senderismo y la naturaleza. Uno de los más recomendables es el que conecta varias fervenzas y pequeños núcleos rurales, permitiendo apreciar tanto el paisaje como la arquitectura popular, donde los hórreos y las casas de piedra todavía marcan el ritmo de vida. La primavera y el otoño son las mejores épocas para realizar estas rutas: el caudal de las cascadas es mayor y los colores del paisaje alcanzan su máximo esplendor.

Si visitas Agolada, no debes perderte tampoco su "Feira do Gando" tradicional, que aunque hoy en día ha perdido parte de su función económica, conserva todo el sabor de las ferias rurales gallegas. Y en el mes de agosto, el municipio celebra la "Mostra de Artesanía de Agolada", donde artesanos de toda Galicia muestran su trabajo en un conjunto de construcciones de madera y piedra conocidas como "os Pendellos".
Este espacio único evoca los antiguos mercados y ferias, que hicieron del pueblo un lugar de paso obligado durante siglos en el corazón de Galicia y que tenían una estructura de soportales donde se efectuaba la venta de todo tipo de mercancías.
Imágenes | Concello de Agolada / Deputación da Pontevedra / Albariño.com
En DAP | Qué es el millo corvo: el maíz gallego cargado hasta arriba de antioxidantes
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Cascadas y románico gallego: el encantador pueblo de Pontevedra que invita a salir de la costa
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Directo al Paladar
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Jaime de las Heras
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