Karate Kid: leyendas es el nuevo capítulo de un viaje muy conocido
Personajes nuevos y figuras legendarias se unen en una historia tan previsible como rendidora

Karate Kid: leyendas (Karate Kid: Legends, Estados Unidos/2025). Dirección: Jonathan Entwistle. Guión: Rob Lieber. Fotografía: Justin Brown. Música: Dominic Lewis. Edición: Dana Glauberman y Colby Parker Jr. Elenco: Jackie Chan, Ben Wang, Ralph Macchio, Ming Na-Wen, Sadie Stanley, Joshua Jackson. Distribuidora: UIP-Sony. Duración: 93 minutos. Calificación: solo apta para mayores de 13 años. Nuestra opinión: buena.
Si lo vemos desde una perspectiva más estratégica que artística, el regreso a la pantalla grande del universo de Karate Kid no podría ser más oportuno. En primer lugar, el éxito de la serie Cobra Kai, que superó las expectativas más optimistas, dejó a la vista el poder vigente de este mundo y el arraigo que sus personajes todavía ejercen no solo sobre la generación que hizo suya en los años 80 la película original, sino también entre sus herederos.
A esta dimensión bien visible se suma otra, más difusa y a la vez insoslayable en estos tiempos agitados. Karate Kid: leyendas es la muestra perfecta de un modelo guiado desde Hollywood e integrado con piezas globales que la administración Trump quiere frenar. Es un largometraje de producción estadounidense que se filmó en su mayor parte en Montreal (Canadá), a lo que se agregan secuencias rodadas en China y Japón.
La película aprovechó los atractivos incentivos impositivos canadienses para trasladar buena parte del rodaje y la postproducción a ese país. Quedará expuesta, como tantas otras películas de alto perfil generadas por los grandes estudios hollywoodenses, al escrutinio de quienes sueñan (sobre todo en la Casa Blanca) con llevar de vuelta a los Estados Unidos todo ese proceso.
Ajena a los términos de un debate que sigue su curso y mantiene en vilo a toda la industria hollywoodense, Karate Kid: leyendas le da continuidad a un relato que ya lleva más de cuatro décadas, con recursos que pueden definirse a la vez como clásicos y convencionales. Hay nobleza de sobra en la conducta de sus personajes centrales (sobre todo lo que transmiten desde la memoria originaria de este mundo Jackie Chan y Ralph Macchio), pero a la vez ellos se suman a un relato que pone la mayoría de los clichés más usados por Hollywood al servicio de una historia de superación, reconocimiento y triunfo sobre todas las adversidades.
La película toma de entrada una doble decisión. Reconoce la continuidad directa de lo que se cuenta en Karate Kid 2 (1986) cuando Daniel LoRusso (Macchio) viaja a Okinawa, y a la vez omite casi por completo a la fallida película de 2010. Solo extrae de ella al personaje de Mr. Han (Chan) y de un modo muy rápido y eficaz asocia su historia y su linaje al del señor Miyagi. Aquí se unirán por fin, a diferencia de lo ocurrido hace 15 años, el karate y el kung fu.
Cuerda emotiva
El otro factor clave del relato es la presencia central del ascendente Ben Wang, cuya popularidad global creció gracias a su papel protagónico en la serie Ni de aquí, ni de China (disponible en Disney+), con la que esta película tiene más de un punto en común. En el fondo, Karate Kid: leyendas juega todo el tiempo con la misma cuerda emotiva explorada en esa serie, tan usada como eficaz, que se mueve todo el tiempo alrededor de temas como el desarraigo, la integración, la identidad y el eterno valor de las enseñanzas de los maestros. No faltan, por supuesto, los conflictos generacionales y el descubrimiento del amor.
En ese sentido, Karate Kid: leyendas cumple con todos los rituales previsibles y muestra una evolución que los conocedores de la historia de Karate Kid no tendrán problema en elaborar mentalmente por anticipado. Aquí no hay sorpresas, sobre todo cuando entra en acción una cuerda emotiva muy previsible construida sobre la base de porrazos y entrenamientos exigentes.
El recorrido sencillo y sin contraindicaciones de Karate Kid: leyendas se cierra con una inevitable moraleja, idéntica a la que conocimos en cada uno de los capítulos previos. Todo parece armado para que este no sea el último.