Alacranes gigantes aparecen en Yucatán y causan terror en Ciudad Caucel
Vecinos del fraccionamiento Ciudad Caucel, en Mérida, Yucatán, compartieron en redes sociales el hallazgo de alacranes de gran tamaño dentro de sus casas. Las imágenes generaron pánico y asombro: no todos los días ves a un arácnido de casi 7 centímetros pasearse entre tus muebles. Aunque suena digno de una película de terror, la realidad […]

Vecinos del fraccionamiento Ciudad Caucel, en Mérida, Yucatán, compartieron en redes sociales el hallazgo de alacranes de gran tamaño dentro de sus casas. Las imágenes generaron pánico y asombro: no todos los días ves a un arácnido de casi 7 centímetros pasearse entre tus muebles. Aunque suena digno de una película de terror, la realidad es que se trata de una especie nativa de México llamada Diplocentrus, y aunque su tamaño puede impresionar, su presencia tiene más que ver con la naturaleza desplazada que con un apocalipsis inminente.
Diplocentrus, el “monstruo” que en realidad es un aliado
El alacrán Diplocentrus es un arácnido, no un insecto (como podrás darte cuenta, tiene ocho patas y no antenas). Vive bajo tierra o entre piedras, por lo que raramente se deja ver en zonas urbanas… hasta ahora.
Estos alacranes:
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Pueden medir entre 5 y 7 centímetros.
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Tienen un cuerpo robusto, color marrón oscuro o rojizo.
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Cuentan con grandes pinzas y un aguijón, pero su veneno no es de importancia médica.
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Se alimentan de cucarachas, lombrices y otros pequeños invertebrados.
Según expertos de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), no representan un peligro real para los humanos, aunque podrían causar reacciones alérgicas si te pican. A diferencia de otras especies más agresivas, los Diplocentrus son tímidos por naturaleza y prefieren evitar el contacto humano. Pero si los encontramos en casa, no es porque estén invadiendo… es porque ya no tienen a dónde más ir.
¿Por qué están apareciendo en casas?
La respuesta tiene más que ver con nosotros que con ellos. Ciudad Caucel es un área que hace apenas unos años era monte, y hoy es un fraccionamiento en expansión. Al construir sobre sus hábitats, desplazamos a muchas especies… y algunas, como el Diplocentrus, están intentando adaptarse. Según el biólogo Martín Riestra Morales, estos alacranes no están invadiendo: están sobreviviendo. La deforestación, el avance urbano y posibles cambios en el subsuelo (como contaminación en mantos freáticos o aumento de temperaturas) podrían estar forzándolos a aparecer donde antes no lo hacían.
Además, los cambios en las estaciones también influyen: la temporada seca y el calor hacen que salgan a buscar alimento o refugio, especialmente si el monte ha sido alterado. Por eso es más común verlos entre febrero y julio.
¿Qué hacer si encuentras uno en casa?
Primero que nada, no entres en pánico. Aunque su apariencia pueda ser impactante, recuerda que no es una especie agresiva ni peligrosa. Lo ideal es no matarlo, ya que estos arácnidos cumplen una función importante en el ecosistema, especialmente al controlar otras plagas como cucarachas. Puedes usar un recipiente de plástico transparente para atraparlo con cuidado, deslizando una hoja rígida por debajo para encerrarlo sin lastimarlo. Lo importante es no alarmarse ni actuar con violencia, porque estos animales, aunque inquietantes, solo están buscando refugio tras la pérdida de su hábitat.
¿Una señal del desequilibrio ecológico?
Más allá del susto, la aparición de estos arácnidos podría ser una advertencia: cuando la fauna nativa empieza a colarse en nuestras casas, es porque algo se alteró en su entorno natural. Los cenotes, la selva, el subsuelo de Yucatán son ecosistemas delicados que están siendo impactados por el crecimiento descontrolado y la contaminación. Los Diplocentrus no son los villanos de esta historia. Al contrario: son una especie más que está tratando de coexistir en un mundo que cambiamos demasiado rápido.
Los alacranes gigantes de Ciudad Caucel no son monstruos, sino arácnidos desplazados por la expansión urbana. En redes sociales, el caso del alacrán gigante fue una mezcla de memes, sustos y debates. Pero también es una oportunidad para reconectarnos con el entorno y recordar que vivimos sobre un ecosistema vivo, que responde a nuestras acciones. Así que la próxima vez que veas a uno de estos “monstruos” en miniatura… tal vez no sea una invasión, sino un llamado de atención.