Esta vez sí hay un ‘papable’ español

Los cardenales electores nacidos en España son seis

May 5, 2025 - 04:24
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Esta vez sí hay un ‘papable’ español

No son cuatro, como leemos casi todos los días. Los cardenales electores nacidos en España, que están a punto de encerrarse para el cónclave, son seis. Dos de ellos viven fuera de España desde hace muchos años, pero tienen familia en nuestro país, hablan perfectamente castellano y no se sienten de ninguna manera “en casa ajena” cuando visitan el lugar en que nacieron. Así que son seis.

¿Forman un grupo o un pequeño “lobby”, o por lo menos se han puesto de acuerdo en algo? No lo sabemos, pero lo más probable es que no. Nunca lo han hecho, al menos desde 1958, que es cuando aparece el Vaticano “moderno”. Quizá esa es una de las razones de que nunca haya habido un “papable” español verosímil, dijeran lo que dijesen los periódicos. En los grandes acontecimientos vaticanos –sínodos, cónclaves, el concilio–, los prelados españoles suelen ir cada uno a lo suyo, aunque algunas veces se les aloja en el mismo edificio y se trasladan juntos por Roma. Pero la prueba de que no hay una “camarilla” de cardenales españoles es que el último Papa español fue Alejandro VI, que nació en Játiva pero que pertenecía a la familia Borgia, y que de español tenía más bien poco. 

Hay, sin embargo, una excepción: la de 1962. Cuando se inauguró el Concilio Vaticano II, los obispos y cardenales españoles acudieron a Roma casi en formación de combate, comandados por el anciano cardenal primado –Pla y Deniel, tan chiquito que le llamaban “su menudencia” en vez de “su Eminencia”– y convencidos de que les iban a recibir entre vítores, orgullosos como estaban de ser las antorchas de la fe universal, los supervivientes, los vencedores del judeocomunismo masónico y hereje. Los héroes. Y al llegar allí se dieron cuenta, humillados y sonrojados, de que casi nadie les hacía el menor caso. Es el inconveniente que tiene llegar a creerse la propaganda que uno mismo escribe. Lo recordaba el entonces obispo de Solsona y secretario del Episcopado Español, Vicente Enrique y Tarancón: “Acostumbrados como estábamos a considerarnos el máximo exponente de la catolicidad ideal, vimos de pronto que, en esta asamblea mundial que era el Concilio, nuestros teólogos y nosotros mismos, obispos, ocupábamos un lugar realmente modesto”.

Ahora, naturalmente, ya no es así. Los cardenales españoles que asisten al cónclave están tan bien informados y cuentan tanto como cualquier otro. Que no hagan “piña” no quiere decir nada importante. Algo hablarán entre ellos, eso seguro, pero lo mismo que hablan con los italianos o los alemanes o los hispanoamericanos.

¿Quiénes son? Vayamos uno por uno.

José Cobo Cano. Nació en Sabiote, uno de los vértices del “triángulo renacentista” de Jaén, el 20 de septiembre de 1965. A sus 59 años, es el duodécimo cardenal más joven del cónclave; eso, si se mantienen las normas no escritas que han regido siempre, le descarta para ser elegido Papa (aunque Juan Pablo II tenía 58 cuando lo eligieron, pero era una situación excepcional). José Cobo es ahora mismo el cardenal arzobispo de Madrid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal española, que preside el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello. ¿Cómo puede ser que un arzobispo esté por encima de un cardenal? Pues porque a los cardenales los nombra el Papa, pero los cargos en la Conferencia Episcopal los votan todos los obispos. Y los obispos españoles son escasamente “francisquistas”, al menos la mayoría.

Cobo fue creado cardenal hace poco, en septiembre de 2023, en el noveno consistorio celebrado por Francisco. Ha sido siempre uno de los hombres del papa Bergoglio en España: comparte sus ideas, su talante renovador y su visión humanitaria de la Iglesia. Está convencido de que las reformas de Francisco –o, como él dice, las “líneas”– son irreversibles, y cree firmemente que el próximo para continuará la obra del pontífice argentino. VozPópuli le hizo una espléndida entrevista, hace unos días, que puede verse aquí. En ella decía que habrá que “trabajar” porque el próximo Papa “hable español”, lo cual, a primera vista, no es decir mucho porque casi todos los papas recientes se defendían en nuestra lengua. Pero en el lenguaje vaticano, hecho de sutilezas y sobreentendidos, esas palabras parecen una clara pista…

Un detalle curioso y significativo: el cardenal Cobo suele llevar, colgado del pecho, una cruz pectoral extraordinariamente parecida, si no idéntica, a la que llevó Jorge Mario Bergoglio desde que le consagraron obispo. Otro símbolo a tener en cuenta, por si cupiese alguna duda de en qué “parte” del cónclave está.

Juan José Omella Omella. Es el cardenal arzobispo de Barcelona, pero nació en el pueblecito de Cretas (Teruel). Antes de que Francisco lo enviara a Barcelona, en 2015, fue obispo auxiliar de Zaragoza y luego titular de Barbastro-Monzón y de Calahorra-Logroño. Su llegada a Barcelona no fue fácil: los secesionistas, por entonces muy crecidos con el hoy extinto procès, protestaron porque querían obispos catalanes, pero Roma no cedió y Omella, que lleva diez años en el cargo, habla hoy fluidamente catalán.

Omella ha sido durante cuatro años presidente de la Conferencia Episcopal, entre 2020 y 2024; los obispos lo eligieron casi tres años después de que Francisco lo creara cardenal, algo que hizo pronto, el mayo de 2017: fue su cuarto consistorio y el turolense fue el cuarto cardenal español elector que nombró el Papa argentino.

Le pasa lo mismo que al cardenal Cobo: que se identifica plenamente con la obra y el espíritu de Francisco, si bien su carácter conciliador y “de poco ruido” hace que caiga bien a muchos obispos españoles, entre los cuales hay una clara mayoría conservadora. Omella ha llamado la atención de los “adivinos” vaticanistas de la prensa italiana porque el Papa le nombró para importantes cargos en la Curia (Dicasterio de los Obispos, Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica) pero sobre todo porque, en 2023, le designó para formar parde del fundamental Consejo de Cardenales, el grupo de “hombres de confianza” de Francisco.

¿Qué defectos tiene para la elección? Uno solo: que en abril del año que viene cumplirá 80 años. A menos que se busque un nuevo Juan XXIII, un papa “de transición”, Omella lo tiene difícil para salir del cónclave vestido de blanco. Una posibilidad que, cuando se la mencionan, a él le hace mucha gracia.

Carlos Osoro Sierra. No son pocos los que dicen que Osoro hubiese sido un espléndido Papa. Sin duda es así. Este santanderino tiene una impresionante potencia intelectual –pedagogía, matemáticas, filosofía– y una bondad personal fuera de toda duda. Fue uno de los primeros “hombres de Francisco” en España, y el pontífice le hizo cardenal en 2016, en su tercer consistorio. Pero antes le había puesto al frente de la esencial y difícil archidiócesis de Madrid, que dirigió durante nueve años, hasta hace dos. Los obispos españoles le eligieron vicepresidente de la Conferencia Episcopal en dos periodos distintos, pero nunca presidente, a pesar de su carácter dialogante y conciliador. Hombre austero, es cualquier cosa menos un revolucionario: lo suyo es la educación, y el propio Papa le llamó para ocupar en Roma varios puestos importantes relacionados con eso.

Pero ha entrado en el cónclave por los pelos. Cumple los 80 el día 16 de este mes de mayo; será el primer cardenal que pierda su derecho a entrar en el cónclave una vez que se haya elegido al nuevo Papa. Por eso es difícil que salga elegido.

Ángel Fernández Artime. Quizá uno de los más desconocidos. Es asturiano de Luanco y viene de una familia de pescadores. Hombre plenamente identificado con Francisco, ha apoyado siempre al Papa en sus posiciones sobre la inmigración o sobre la guerra de Ucrania, por poner dos ejemplos. El pontífice le hizo cardenal en el noveno consistorio, el de septiembre de 2023, y le puso la birreta roja antes de que le consagrasen obispo, algo rarísimo. Le llamó para participar en el Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada. Pero antes, y durante diez años, Fernández Artime fue el máximo responsable de los salesianos en el mundo. Tiene una buena edad para la posible elección: 64 años.

François-Xavier Bustillo Rípodas se llama, en realidad, Francisco Javier, y es navarro de Pamplona. En Navarra estudió y se formó. Se hizo fraile franciscano en Italia, a los 17 años, y cantó misa en 1994. Francisco le hizo cardenal también en 2023, como a Cobo y a Fernández Artime. Vive en Francia desde hace muchos años y es obispo de Ajaccio, en la isla de Córcega. Francisquista de pura cepa, consiguió que el pontífice, ya con serios problemas de movilidad, visitase Córcega en 2024, cuando no había ido a la ceremonia de reapertura de la catedral de Notre Dame, en París, lo cual no gustó nada al presidente Macron. El cardenal Bustillo, que prefiere vestir su sencillo hábito de franciscano antes que los ropajes rojos de los cardenales, es uno de los más jóvenes del colegio cardenalicio: tiene nada más que 56 años, un caso extraordinario en un cardenal de la Europa occidental. Demasiado joven para que lo elijan. Quizá la próxima vez.

Cristóbal López Romero puede ser la sorpresa. Nació en Vélez-Rubio, provincia de Almería, en 1952. Su familia emigró a Cataluña. El padre Cristóbal se ha pasado la vida con y entre los pobres, los marginados y los excluidos, que era el ideal de vida para Francisco. Estudió periodismo en Barcelona. Miembro de los salesianos, a los 32 años le destinaron a Paraguay, donde estuvo durante 18 años y adquirió la nacionalidad paraguaya. Después, durante siete más, se ocupó de las escuelas y centros de formación que los salesianos tenían en Kenitra (Marruecos). Luego lo destinaron a Bolivia, donde siguió ocupándose de los que menos tenían. 

Es otro “francisquista” a machamartillo. Hombre de carácter decidido, en 2017 el papa Bergoglio le nombró arzobispo de Rabat (donde los católicos son clara minoría) y presidente de todos los obispos del norte de África. Dos años después, en 2019, le hizo cardenal.

Lo tiene todo. Domina varios idiomas. Los cardenales pueden ver en él a un “comodín” que hablaría por tres continentes: Europa, América y África. Es un experto en el diálogo entre religiones. También es un gran comunicador que sabe dar titulares (“Para montar un cisma hay que saber mucha teología, no vale cualquier imbécil”, decía hace poco). Los cardenales le oyeron hablar en una de las últimas Congregaciones Generales, en vísperas del cónclave, y se quedaron con los ojos muy abiertos, como pasó con el cardenal Kiril Lakota en la película “Las sandalias del Pescador” en la célebre escena del café. De inmediato, la práctica totalidad de la Prensa especializada italiana empezó a incluirlo entre los “papables”, cuando hasta entonces ni se habían dado cuenta de que existía.

López Romero tiene, además, la edad perfecta, 72 años. Este hombre podría ser el mejor continuador de la obra iniciada por Francisco en un cónclave que, según los adivinos, augures y arúspices vaticanistas, parece encaminarse más cada día que pasa hacia el continuismo, no hacia un cambio de timón. 

Pero la última palabra, como todo el mundo sabe, la tiene el Espíritu Santo…