¿El consumo excesivo de agua con gas afecta los riñones?

Si eres de los que disfrutan beber agua con gas, no te preocupes, en general no afecta los riñones, aunque la consumas con regularidad. Los problemas pueden surgir si la tomas como sustituto del agua natural, o bien, si tienes antecedentes de enfermedad renal o hipertensión y abusas de las versiones altas en sodio o […] The post ¿El consumo excesivo de agua con gas afecta los riñones? appeared first on Mejor con Salud.

May 6, 2025 - 22:14
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¿El consumo excesivo de agua con gas afecta los riñones?

Si eres de los que disfrutan beber agua con gas, no te preocupes, en general no afecta los riñones, aunque la consumas con regularidad. Los problemas pueden surgir si la tomas como sustituto del agua natural, o bien, si tienes antecedentes de enfermedad renal o hipertensión y abusas de las versiones altas en sodio o aditivos.

Es posible que hayas escuchado que su contenido de dióxido de carbono aumenta la presión sobre los riñones, que su acidez aumenta el riesgo de cálculos renales o que es tan dañina como los refrescos por el hecho de ser carbonatada. Sin embargo, estas afirmaciones carecen de argumento científico y corresponden, en gran medida, a creencias populares.

Como sea, entendemos que, con tantos rumores circulando, aún tengas dudas de si es una opción segura o si lo mejor es evitarla. Para ayudarte a obtener respuestas, a continuación te explicamos qué dice la ciencia al respecto y cuáles son los factores que debes considerar para evitar posibles inconvenientes.

Agua con gas y salud renal: desmontando los mitos

La idea de que el agua con gas tiene efectos perjudiciales para la salud renal proviene de una serie de suposiciones sin fundamento y de la comparación errónea con los efectos que causan las bebidas carbonatadas azucaradas, como los refrescos. Durante mucho tiempo, algunos han asumido que, por ser efervescente y ligeramente ácida, sobrecarga los riñones e influye en la formación de cálculos.

Por suerte, la ciencia se ha encargado de desmentir estos mitos y ha confirmado su seguridad para la mayoría de personas sanas. A menudo, el agua con gas se obtiene a partir de agua y dióxido de carbono, un gas inofensivo que le confiere efecto efervescente. Algunas versiones comerciales contienen minerales como sodio, calcio y magnesio, que le aportan sabor.

Sin embargo, estos minerales no causan un impacto relevante en la salud cuando se ingieren de forma moderada. Su cantidad es modesta y no altera el balance mineral del cuerpo. Además, buena parte de las presentaciones no contienen azúcares, cafeína, aditivos ni calorías, lo que la convierte en una opción refrescante para calmar la sed.

De todos modos, es fundamental prestar atención en casos especiales, como personas con enfermedad renal crónica o con hipertensión. En estos contextos, beber mucha agua con gas alta en sodio puede representar un problema, ya que contribuye a la retención de líquidos y a la sobrecarga de la función renal. Si bien no es algo común, el riesgo no es nulo.

¿Y qué sucede con su acidez?

El agua con gas se cataloga como «ligeramente ácida», con un pH de 4,23 y 6,49, aunque a veces un poco más ácido, con un pH de 3 a 4, dependiendo de la marca. Esta acidez se debe a su contenido de dióxido de carbono (CO₂) que, al mezclarse con el agua, forma ácido carbónico, considerado un ácido débil.

Si bien la acidez está relacionada con el daño renal y el riesgo de formación de piedras renales, hasta ahora no hay evidencia que demuestre que el consumo moderado y puntual derive estos efectos en personas sanas. Por el contrario, se ha determinado que esta agua «es una buena alternativa, tan hidratante como el agua natural».

La razón es que el organismo tiene la capacidad de equilibrar su pH a través de sistemas como los pulmones, los riñones y los amortiguadores químicos en la sangre. Por eso, siempre y cuando no haya nada que altere su funcionamiento normal, tomar agua carbonatada no representa riesgo alguno.

Aun así, sigue siendo clave evitar su consumo excesivo y elegir aguas carbonatadas libres de compuestos añadidos como el azúcar, la cafeína, el ácido fosfórico y otros aditivos, cuya ingesta sí tiene riesgos potenciales para la función renal, en especial en personas con afecciones renales preexistentes.

Como sucede con cualquier bebida, la clave está en encontrar el equilibrio adecuado para no caer en excesos. La puedes elegir sin problema para diversificar tu hidratación diaria, pero debes dar más prioridad al agua natural.

Recomendaciones para el consumo seguro de agua con gas

El suave sabor ácido y el efecto burbujeante del agua con gas hacen de esta bebida una opción atractiva y refrescante para hidratarse. ¿Lo mejor? La puedes consumir de forma similar al agua natural, aunque de forma más moderada y con las precauciones antes mencionadas. Para tu seguridad, asegúrate de poner en práctica lo siguiente:

  • Limita las porciones a uno o máximo dos vasos de agua con gas al día.
  • Lee las etiquetas con atención y elige versiones bajas en sodio, libres de edulcorantes, sabores artificiales, cafeína u otros aditivos.
  • Evita tomarla junto a comidas pesadas para evitar sensación de hinchazón.
  • Si padeces dispepsia, reflujo gastroesofágico o síndrome del intestino irritable, evita su consumo. Aunque no siempre es problemático, a veces empeora síntomas como la pesadez, la hinchazón y los gases.

Hidratarte es clave para cuidar tu salud renal

Lejos de comprometer la salud de tus riñones, el agua con gas puede sumar a una correcta hidratación de tu cuerpo. Esto es importante para evitar enfermedades en estos órganos, pues favorece la eliminación de toxinas, contribuye al balance de líquidos y electrolitos y brinda un efecto protector contra las infecciones.

Aun así, es preferible reservar su consumo para momentos puntuales, pues no supera los beneficios del agua natural o mineral, que sigue siendo la opción más efectiva y recomendable para garantizar una hidratación óptima.

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