El 'búnker digital' del Vaticano: inhibidores de señales, habitaciones selladas y autobuses especiales
En el cónclave habrá un masivo control ambiental, cuyo objetivo será detectar cualquier dispositivo de espionaje en el Vaticano, para la elección del nuevo Papa

La tecnología está en nuestras vidas y el Vaticano no hace excepción. En el cónclave que se celebrará en los próximos días, la Iglesia se prepara para que todo se mantenga ‘secreto’ hasta le final, respetando la tradición que siempre ha evocado secretismo y confidencialidad. No en vano, la palabra “cónclave” procede del latín cum clave, que significa cerrado “con llave”.
Para regular el secreto del próximo cónclave, que debería celebrarse entre el 5 y el 10 de mayo, no sólo existirá la disciplina de los 133 cardenales electores llamados a asistir al cónclave, sino también una red invisible de medidas contra el espionaje. Todo el aparato vaticano, y en particular la Capilla Sixtina, será utilizado como un “búnker digital” durante el cónclave, impenetrable a cualquier intento de intrusión, ya sea física o electrónica. En cuanto a esta última, por ejemplo, están en marcha operaciones de remediación y el uso de jammers, dispositivos que bloquean las comunicaciones celulares con el exterior.
Las medidas de seguridad
Los cardenales electores, este año 133 de 135 elegibles, deben atenerse a un estricto conjunto de normas dictadas por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis. Además de la prohibición absoluta de comunicar el resultado de la votación, cualquier intento de influir o hacer campaña se castiga con la excomunión. Incluso el simple hecho de hablar con extraños está prohibido, precisamente para evitar presiones o manipulaciones de cualquier tipo.
Toda la organización del cónclave se desarrolla también con una logística bien definida. Los cardenales se alojarán en la Domus Sanctae Marthae, una residencia vaticana cuyos pisos serán sellados y reclamados (para evitar que micro espías y micrófonos ocultos endulcen el cónclave). Desde allí, los cardenales electores serán conducidos diariamente a la Capilla Sixtina en un autobús especial, en un recorrido completamente aislado. En el interior de la Capilla Sixtina, la votación tiene lugar en silencio, según un ceremonial antiguo y estrictamente reglamentado. Después de cada votación, las papeletas se queman, junto con cualquier nota. Ningún rastro debe sobrevivir, ningún dato puede salir del cónclave.
La conducta individual de los cardenales electores también está rígidamente codificada. Los cardenales deben jurar públicamente guardar absoluto secreto, y cualquiera que viole esta regla, incluso hablando de ello fuera de la Capilla Sixtina, se enfrenta a la máxima sanción: la excomulgación.
Como funcionan los ‘jammers’ que inhibirán las transmisión de señales
Durante el cónclave, el Estado de la Ciudad del Vaticano se convierte en uno de los espacios más protegidos electrónicamente del mundo, gracias al uso de los llamados jammers, dispositivos que bloquean la transmisión de señales.
Pero, ¿cómo funciona exactamente un inhibidor? Se trata de un dispositivo que emite señales de radio en la misma frecuencia que los dispositivos móviles, como los teléfonos celulares, anulando de hecho su capacidad de conectarse a las torres de telefonía móvil. Así, si alguien dentro de la Capilla Sixtina intentara utilizar un teléfono móvil o un micrófono oculto, la señal quedaría inmediatamente interferida o bloqueada por completo, imposibilitando la transmisión de datos o voz. Los inhibidores no son fácilmente detectables, y es precisamente esta característica la que los convierte en herramientas ideales en entornos donde la confidencialidad es primordial.
Hay que decir que el uso de estos inhibidores suele ser bastante controvertido: en muchos países es ilegal poseerlos y utilizarlos precisamente porque interfieren en las comunicaciones de los servicios de emergencia y de utilidad pública. En el contexto del cónclave, sin embargo, se consideran un “mal” necesario que hay que soportar para garantizar la inviolabilidad del proceso de elección del nuevo Papa.