Del cónclave a Eurovisión

Yo hago nuevas todas las cosas

May 8, 2025 - 06:54
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Del cónclave a Eurovisión
Costumbrismo Digital por Juan Luis Saldaña

A ver si el cónclave se alarga un poco y enganchamos con Eurovisión. Necesitamos espectáculo y entretenimiento para que la rueda de hámster en que vivimos no deje de girar. Quizá algún otro desastre de medio pelo nos vendría bien como transición entre los dos eventos. A ver quién tiene la culpa esta vez. Visto lo visto, la culpa es relativa, la culpa es opinable y hay que investigarla seis meses. Ay, la culpa.

Ateos, agnósticos, buenas gentes de izquierda, anarquistas, anticlericales, maoístas, marxistas, leninistas, escépticos y mediopensionistas parecen muy preocupados por el resultado del cónclave, como si entendieran algo de lo que ahí sucede, como si les importara. Vivimos un diluvio de comentarios superficiales, un tierno intento de meter el mar en un vaso y una falta de empatía planetaria. Es, a fin de cuentas, lo de siempre. La politización infinita, que consiste en convertir todo en política para vaciarlo después de contenido y manejarlo como un globo majestuoso, pero lleno de aire.

La politización infinita, que consiste en convertir todo en política para vaciarlo después de contenido y manejarlo como un globo majestuoso, pero lleno de aire.

Para algunos de ellos, el papa es un osito de peluche al que hay que ir a ver de vez en cuando y que suele decir cosas agradables y buenas. Para otros, el papa es un comodín en el juego político de la vida que les viene muy bien. Hay también unos cuantos que le ponen al sumo pontífice una traducción simultánea de religión a ideología y quieren seguir en ese negocio. No sé si sería demasiado pedir que alguien tratara de explicar lo que sucede estos días en Roma desde el punto de vista de la fe católica, aunque no se tenga esa fe. Quizá se entendería algo más el asunto, pero no es tan sencillo y, supongo, que no resulta tan interesante.

Algunos querrían cambiar la forma de elección del cónclave por la de Eurovisión. Sería interesante, pero no sé si funcionaría bien. Los propios músicos e intérpretes elegirían quizá la canción más meritoria y no la más efectista. Sin embargo, el voto del público y las elecciones trucadas y apalabradas tan típicas del costumbrismo eurovisivo no sé si nos darían un papa demasiado acertado. El voto del público lo carga el diablo.

Veo que hay 133 cardenales con derecho a voto. Es el número de la policía en Austria y un error que da Windows cuando hay demasiados procesos abiertos al mismo tiempo. Cuando observo todo este jaleo y contemplo a la gente tan preocupada, me pregunto por el significado profundo de estas palabras del Apocalipsis de san Juan: “Y el que estaba sentado en el trono dijo: Mira, que yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe porque estas palabras son fieles y verdaderas”.