Aparecen semillas de beleño negro en un fémur romano y todo apunta a una práctica ritual común en Europa
Recurso valorado - El pequeño cilindro óseo sellado con corteza de abedul contenía cientos de semillas de una planta tóxica usada desde la antigüedad A simple vista, parecía un hueso más entre cientos. Pero medía poco más de siete centímetros, tenía un extremo sellado con corteza de abedul y escondía algo muy diferente a restos de animal: cientos de diminutas semillas de beleño negro. Esta planta, extremadamente tóxica y conocida desde la antigüedad por sus efectos alucinógenos, ha aparecido muchas veces en yacimientos arqueológicos, aunque nunca así. El hallazgo no estaba disperso en la tierra ni mezclado con restos de cocina. Estaba guardado. Y eso cambia completamente las cosas. Un recipiente insólito que revela intención y cuidado Aunque el beleño negro crece como maleza en buena parte de Europa, esta vez no lo encontraron pegado a las raíces de una casa ni mezclado con otras plantas del campo, como vendría siendo habitual. Lo que el equipo de investigación sacó del suelo durante unas excavaciones en 2017 en los Países Bajos fue un cilindro óseo perfectamente preparado, probablemente un fémur de cabra u oveja, que contenía las semillas intactas en su interior. No había duda de que alguien lo había utilizado como recipiente. El hallazgo se produjo en Houten-Castellum, un asentamiento rural de época romana. En la misma zanja donde apareció el hueso también se identificaron cestas, vasijas y otros restos de uso cotidiano. Pero lo que llamó la atención fue la cantidad de semillas que habían sido colocadas en el interior del hueso y, sobre todo, el hecho de que estuvieran completamente selladas. El tapón, fabricado con corteza de abedul negro, encajaba perfectamente. Su presencia apunta a un objetivo claro: conservarlas. La datación por cerámica y otros objetos encontrados en el pozo —como un broche metálico— sitúa el conjunto entre los años 70 y 100 d. C. Para entonces, el beleño ya era conocido por sus efectos tanto anestésicos como psicoactivos, y su uso estaba documentado por figuras como Plinio el Viejo. En uno de sus textos, este autor romano señalaba que sus efectos podían provocar “locura y vértigo”. La presencia de beleño negro en otros yacimientos había generado dudas sobre su uso, pero el hallazgo de este recipiente cerrado permite confirmar que no fue una simple coincidencia La responsable del estudio, Maaike Groot, investigadora de la Universidad Libre de Berlín, explicó que el descubrimiento ofrecía una nueva forma de interpretar los restos arqueobotánicos. En su análisis apuntó que “nuestro estudio contribuye a la discusión sobre cómo distinguir entre una maleza que termina naturalmente en conjuntos arqueobotánicos y una planta utilizada intencionalmente por la gente”. Este es, según los investigadores, el primer caso documentado de almacenamiento deliberado de beleño negro en época romana. Aunque hay registros previos del uso de esta planta en contextos medicinales o funerarios, hasta ahora no se había conservado ninguna muestra que probase una intención tan clara de conservación y uso posterior. Su almacenamiento controlado sugiere que se consideraba un recurso valioso. Más que una planta silvestre, una herramienta de la medicina y el ritual El beleño negro pertenece a la familia de las solanáceas y es originario de Europa. Su distribución silvestre ha dificultado durante décadas a los arqueólogos determinar si su presencia en yacimientos antiguos obedecía al azar o a un uso concreto por parte de las personas que habitaron esos lugares. Por eso este hallazgo representa un cambio de perspectiva. Otras investigaciones previas ya habían recogido ejemplos de semillas similares en sitios como un hospital romano del siglo I d. C. en Neuss, Alemania, o una tumba vikinga en Dinamarca, donde se hallaron dentro de una bolsa de cuero. Sin embargo, en todos esos casos quedaban dudas sobre si su inclusión fue casua

Recurso valorado - El pequeño cilindro óseo sellado con corteza de abedul contenía cientos de semillas de una planta tóxica usada desde la antigüedad
A simple vista, parecía un hueso más entre cientos. Pero medía poco más de siete centímetros, tenía un extremo sellado con corteza de abedul y escondía algo muy diferente a restos de animal: cientos de diminutas semillas de beleño negro. Esta planta, extremadamente tóxica y conocida desde la antigüedad por sus efectos alucinógenos, ha aparecido muchas veces en yacimientos arqueológicos, aunque nunca así. El hallazgo no estaba disperso en la tierra ni mezclado con restos de cocina. Estaba guardado. Y eso cambia completamente las cosas.
Un recipiente insólito que revela intención y cuidado
Aunque el beleño negro crece como maleza en buena parte de Europa, esta vez no lo encontraron pegado a las raíces de una casa ni mezclado con otras plantas del campo, como vendría siendo habitual. Lo que el equipo de investigación sacó del suelo durante unas excavaciones en 2017 en los Países Bajos fue un cilindro óseo perfectamente preparado, probablemente un fémur de cabra u oveja, que contenía las semillas intactas en su interior. No había duda de que alguien lo había utilizado como recipiente.
El hallazgo se produjo en Houten-Castellum, un asentamiento rural de época romana. En la misma zanja donde apareció el hueso también se identificaron cestas, vasijas y otros restos de uso cotidiano. Pero lo que llamó la atención fue la cantidad de semillas que habían sido colocadas en el interior del hueso y, sobre todo, el hecho de que estuvieran completamente selladas. El tapón, fabricado con corteza de abedul negro, encajaba perfectamente. Su presencia apunta a un objetivo claro: conservarlas.
La datación por cerámica y otros objetos encontrados en el pozo —como un broche metálico— sitúa el conjunto entre los años 70 y 100 d. C. Para entonces, el beleño ya era conocido por sus efectos tanto anestésicos como psicoactivos, y su uso estaba documentado por figuras como Plinio el Viejo. En uno de sus textos, este autor romano señalaba que sus efectos podían provocar “locura y vértigo”.
La responsable del estudio, Maaike Groot, investigadora de la Universidad Libre de Berlín, explicó que el descubrimiento ofrecía una nueva forma de interpretar los restos arqueobotánicos. En su análisis apuntó que “nuestro estudio contribuye a la discusión sobre cómo distinguir entre una maleza que termina naturalmente en conjuntos arqueobotánicos y una planta utilizada intencionalmente por la gente”.
Este es, según los investigadores, el primer caso documentado de almacenamiento deliberado de beleño negro en época romana. Aunque hay registros previos del uso de esta planta en contextos medicinales o funerarios, hasta ahora no se había conservado ninguna muestra que probase una intención tan clara de conservación y uso posterior. Su almacenamiento controlado sugiere que se consideraba un recurso valioso.
Más que una planta silvestre, una herramienta de la medicina y el ritual
El beleño negro pertenece a la familia de las solanáceas y es originario de Europa. Su distribución silvestre ha dificultado durante décadas a los arqueólogos determinar si su presencia en yacimientos antiguos obedecía al azar o a un uso concreto por parte de las personas que habitaron esos lugares. Por eso este hallazgo representa un cambio de perspectiva.
Otras investigaciones previas ya habían recogido ejemplos de semillas similares en sitios como un hospital romano del siglo I d. C. en Neuss, Alemania, o una tumba vikinga en Dinamarca, donde se hallaron dentro de una bolsa de cuero. Sin embargo, en todos esos casos quedaban dudas sobre si su inclusión fue casual o simbólica. Aquí, el hueso sellado permite eliminar esas incertidumbres.
La planta fue utilizada en el mundo antiguo junto a otras con efectos comparables, como la belladona o la mandrágora. En muchas culturas servía tanto como analgésico como para inducir estados alterados de conciencia. Según explica el equipo en su artículo, publicado en la revista Antiquity, el beleño negro también fue hallado en asociación con al menos trece especies vegetales de posible uso medicinal en 83 yacimientos romanos de los Países Bajos.
La etimología de la palabra beleño procede de raíces antiguas relacionadas con la locura y la alucinación. Su cultivo o recolección pudo haberse integrado en prácticas médicas o rituales, aunque los investigadores subrayan que se necesita más análisis contextual para determinar su función en cada caso.
Groot añade que el análisis de este recipiente aporta una nueva herramienta para futuros estudios, al señalar que “los futuros hallazgos de beleño negro deberían estudiarse teniendo en cuenta el contexto del hallazgo y su relación con otras plantas medicinales”.
Aunque se han encontrado semillas de esta planta en yacimientos tan antiguos como el año 5500 a. C., esta es la primera vez que puede probarse que fueron almacenadas para ser utilizadas más adelante. El hueso hueco, cuidadosamente cerrado y enterrado junto a otros objetos, ofrece una imagen muy distinta a la de una simple maleza accidentalmente mezclada con la tierra. Es, según este estudio, una prueba física de que alguien guardó este potente recurso, con un propósito muy concreto.