Siempre veo todo mal: cómo revisar las creencias que guardamos en nuestra mente
El contenido negativo de la mente es un producto de experiencias pasadas y de lo que nos enseña la cultura; cuanto más tiempo sostenemos los pensamientos negativos, mayor rigidez adquieren

Cuando alguien experimenta sufrimiento por alguna situación traumática, por lo general, sin darse cuenta adopta ciertas ideas secundarias en su mente, tales como: “El mundo es peligroso, no hay que confiar en nadie”. Dichas ideas no poseen utilidad, pues no suelen ser racionales. Un pensamiento racional podría ser: “Puedo confiar en la gente que me demuestra ser coherente entre lo que dice y hace”. Por esta razón, es fundamental revisar las creencias que albergamos en nuestra mente.
Todo el contenido negativo de la mente es un producto de experiencias pasadas (vivencias de nuestra historia personal que nos pusieron en alerta) y también de lo que nos enseña la cultura que se transmite de generación en generación. Lo cierto es que, cuanto más tiempo sostenemos los pensamientos negativos, mayor rigidez adquieren. Es por eso que mucha gente siente que es muy negativa, casi de manera automática, pero no sabe qué hacer para generar un cambio.
Podemos clasificar este tipo de pensamientos en tres categorías:
- Repetitivos: aquellos que aparecen de forma repetida y es difícil controlar.
- Intrusivos: ideas que nos provocan displacer y nos invaden, pero no logramos evitar.
- Obsesivos: los que nos producen angustia porque surgen todo el tiempo y se fortalecen cuando queremos luchar contra ellos.

¿Qué hacer, entonces, frente a la negatividad que invade nuestra mente?
Fundamentalmente, no deberíamos ni combatirla ni evitarla. Porque, como sucede con las obsesiones, todo pensamiento negativo que se intenta suprimir se arraiga aún más en la mente. ¿Alguna vez intentaste hundir en el agua una pelota de plástico? Cuanto más profundo la hundías, más fuerza adquiría para salir a flote.
En toda casa, encontramos muebles lindos y feos, que podríamos comparar con nuestros pensamientos; pero, de ninguna manera, los muebles son la casa, que vendría a ser nuestro espíritu. El “yo” es mi espíritu, lo más profundo de mi ser, el cual debo llenar y fortalecer con experiencias trascendentes. ¡Tu espíritu es mucho más que tus pensamientos!
Por ende, si te reconocés como alguien negativo, recordá que tu espíritu es mucho más que tus pensamientos. Y, aunque ellos estén heridos, nadie puede acceder a tu espíritu.