Reseña: La estructura filosófica del fascismo, de Georges Bataille
Breve ensayo clásico de plena actualidad

Mucho se ha escrito acerca del fascismo. Comprender sus condiciones de posibilidad y sus componentes esenciales contribuye a estar alerta ante la siempre amenazante posibilidad de un resurgimiento. Generalmente, los estudios sobre el tema se valen de una distancia temporal que permite ponderar situaciones previas, analizar desarrollos, evaluar consecuencias. De ahí el carácter peculiar de La estructura psicológica del fascismo. Escrito en 1933 por un Georges Bataille (Francia, 1897-1962) que por entonces contaba con 36 años, este breve trabajo expone el esfuerzo de un joven intelectual por comprender aquello que estaba en pleno desarrollo en ese momento.
Bataille divide a la sociedad, desde una perspectiva psicológica, en dos grandes fracciones: la homogénea y la heterogénea. “La sociedad homogénea es la sociedad productiva, es decir, la sociedad útil” que encuentra su fundamento en el dinero. Por su parte, “la existencia heterogénea –sostiene el autor– se puede presentar en relación con la vida habitual (cotidiana) como completamente otra, como inconmensurable”. Ese espacio, fuera de lo común, va a estar ocupado por encima del sector homogéneo, por los líderes fascistas y, por debajo, por las multitudes empobrecidas. La figura del homo sacer –que mucho después popularizará Giorgio Agamben–, el intocable, el fuera de lo común, expresa “la identidad de los contrarios entre la gloria y la decadencia, entre las formas elevadas e imperativas (superiores) y formas miserables (inferiores)”. Pero esa identidad en la heterogeneidad está atravesada por las más profundas diferencias: “Si la naturaleza heterogénea del esclavo se confunde con la de la inmundicia en la cual su situación material lo condena a vivir, la del amo se conforma en un acto de exclusión de toda inmundicia, acto cuya dirección es la pureza, pero cuya forma es sádica”.
Ante esos dos extremos, la sociedad homogénea volcará su adhesión hacia el líder extraordinario en quien concentrará la fuerza (literal y simbólica) soberana, sumándose a la hostilidad sádica contra la población miserable. Como poseído por un efecto hipnótico el sector productivo –homogéneo– se entrega a un líder a quien inviste de carácter sagrado, sin advertir que ese líder lo desprecia y lo utiliza como un medio para su satisfacción personal: “Esta masa negada dejó de ser ella misma para convertirse afectivamente en la cosa del jefe, y en una parte del jefe mismo”. Es esta adhesión afectiva y religiosa, dice Bataille, la que sostiene y torna peligroso al Estado fascista. Una de las consecuencias postuladas en este inquietante texto es que “la unidad del fascismo reside en la estructura psicológica que le es propia y no en las condiciones económicas que le sirven de base”.
La estructura psicológica del fascismo
Por Georges Bataille
FCE. Trad.: M. Martínez
97 páginas, $ 10.500