Reseña: Una pequeña parte del universo, de Hebe Uhart
Reflexiones inesperadas de una narradora

“Tengo una gata hospedada en mi casa y la llamo Catalina; la dueña le puso Lilí, porque tiene ojos de corista y se mueve como tal. Yo prefiero llamarla Catalina porque ese nombre me parece bueno para una trabajadora y ella lo es…”. Así empieza “Huésped”, uno de los textos póstumos de Hebe Uhart (1936-2018) que componen Una pequeña parte del universo, compilado por Pía Bouzas y Eduardo Muslip, quienes vienen trabajando con todo su archivo. Solo por este brevísimo relato/ensayo –que recuerda el tono de “Guiando la hiedra”– valdría la pena el libro: a partir de la gata, Uhart reflexiona sobre la idea de libertad, oponiendo a los filósofos Hume y Kant. Y sin embargo, felizmente, la misma potencia se replica en muchos artículos que permiten profundizar en el pensamiento de esta gran escritora, que murió en 2018.
Quizá lo más iluminador sean los textos sobre filosofía. Entre 1985 y hasta principios de los años 2000 la escritora trabajó en la cátedra de Filosofía de Tomás Abraham en la UBA y en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Reflexiona sobre Baruch Spinoza, Simone Weil, San Agustín y David Hume. Contra cualquier idea de absoluto –alma, creación, origen–, Uhart prefiere la vía del empirismo. Nada construye más cabalmente a un personaje –y también al sujeto– que la suma de sus creencias, y esto es lo que rescata siguiendo a Hume. Se puede tomar cualquiera de sus cuentos para confirmarlo. Por eso se detiene en Spinoza cuando dice: “La esencia del alma consiste en afirmar la existencia actual del cuerpo”. Uhart focaliza en la materia: la voz, el gesto del personaje. Y en cada artículo está su tono cercano, inconfundible: frente a la solemnidad de su contemporáneo George Steiner, que afirma que “en el animal su temporalidad es el eterno retorno de las criaturas sin habla”, dice: “Se ve que no leyó primatología ni ornitología”.
Además, el libro permite seguir sus lecturas: los uruguayos Felisberto Hernández y Juan José Morosoli, los peruanos Bryce Echenique y Julio Ramón Ribeyro. Siempre atenta a la contradicción, al “pero”, rescata a la generación del 80 y un país que, provinciano, quiere imitar a Europa. Escribe sobre el oído atento de Fray Mocho cuando le hace decir a un personaje: “Yo no creo que en París la gente sea como esta que va y vuelve, estos toman por franceses a los maniquíes de alguna tienda”. Están también Sarmiento y Alberdi, los griegos –un artículo imperdible sobre Teofrasto–; y sus reflexiones sobre la práctica de la escritura. En cada cita, en cada afirmación sobre estos autores se reconoce su poética.
“Cuando leo a Felisberto Hernández es como si hablara con una persona viva”, dice Uhart. Una pequeña parte del universo abre esa posibilidad: la de seguir escuchándola, como si todavía estuviera acá.
Una pequeña parte del universo
Por Hebe Uhart
A. hache
301 páginas, $ 19.500