Premian a tres jóvenes por sus etiquetas que evitan tirar comida: “Todo surgió con un filete raro”

La Oficina Europea de Patentes (OEP) les entregará el premio el próximo 18 de junio en Islandia.

May 6, 2025 - 05:44
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Premian a tres jóvenes por sus etiquetas que evitan tirar comida: “Todo surgió con un filete raro”

Más de 59 millones de toneladas de alimentos se desperdician en la Unión Europea cada año, según los números de la Comisión Europea. Es, así, el equivalente a 132 kilos por persona y una cantidad que supone más de 132.000 millones de euros en pérdidas. A nivel mundial, además, se calcula que un tercio de todos los alimentos producidos para el consumo humano se pierden o se desperdician. Por todo ello, tres jóvenes españoles del municipio alicantino de Elche que estudiaban juntos y compartían piso decidieron crear unas etiquetas inteligentes y biodegradables que consiguieran frenar este problema. Ellos son Pablo Sosa Domínguez (29 años), Pilar Granado (29 años) y Luis Chimeno (28 años) y tras años de desarrollo y después de la creación de su propia empresa, Oscillum, ahora su idea les ha valido uno de los Premios Jóvenes Inventores otorgado por la Oficina Europea de Patentes (OEP).

Su tecnología funciona como una especie de pegatina que, tras ponerla en contacto con cualquier producto alimentario, es capaz de cambiar de color para informar del estado en el que se encuentra ese alimento. Así lo explica Chimeno en conversación telefónica con 20minutos: "Son unos biosensores que lo que hacen son captar lo que nosotros llamamos dianas, que pueden ser distintos componentes o microorganismos que libera el alimento. Detectan aquello que es invisible para nosotros y lo transforman en un color para saber qué es lo que está ocurriendo".

Como describe, cuanta mayor cantidad de moléculas, mayor intensidad de color, con lo que los usuarios pueden reconocer, según la tonalidad, si pueden seguir consumiendo un producto que abrieron ya hace días, si hay que comérselo rápido, o si ya hay que descartarlo definitivamente. Por el momento, ya han desarrollado distintas adaptaciones de su producto, como las encaminadas a los microorganismos de carnes, pescados, frescos, las de cualquier precocinado, o las relativas a frutas y verduras.

"Nuestro objetivo es adaptar la tecnología a todo tipo de productos y también lo queremos desarrollar para otros sectores como la industria farmacéutica o la cosmética", detalla Chimeno. De hecho, dentro de este último punto ya cuentan también con otros biosensores que pueden alertar de la radiación ultravioleta y de cuándo es necesario volver a echarse crema solar, por ejemplo, cuando se esté en la playa: "Estos biosensores se podrían aplicar sobre la toalla o sobre una sombrilla, es decir, en aquellos sitios que vayan a tener una exposición solar similar a la tuya y que alertan de si la radiación es muy extensa, por lo que te avisan de que te tienes que poner crema de nuevo".

Un proyecto que comenzó en su cocina

La historia de estos tres jóvenes comenzó además con un simple momento de convivencia cuando los tres se encontraban en la cocina de su casa: "La idea surgió de Pablo, tenía un filete en la nevera con un aspecto raro y él lo quería cocinar. Era lo contrario a lo que le aconsejábamos Pilar y yo. Le decíamos 'No te lo comas, no te lo comas'. Finalmente se lo comió y no pasó nada y ahí fue cuando nos vino la chispa de pensar cuánta gente lo hubiese tirado porque es verdad que no estaba tan mal".

En ese momento, los tres se encontraban precisamente en Elche terminando la carrera de Biotecnología en la Universidad Miguel Hernández, centro universitario donde había varios proyectos y programas de apoyo al emprendimiento. A raíz de ahí recibieron colaboraciones con empresas para perfeccionar su tecnología y después llegaron a recibir financiación del Centro para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (CDTI) y de varios concursos a los que se presentaron.

"Solo veníamos del mundo académico, pero dijimos '¿por qué no lo probamos?' Luego vimos que había bastante atención por el proyecto y ahí empezamos a ver que había camino"

El proyecto, poco a poco, fue creciendo y en 2019 conformaron finalmente la empresa y la tecnología. Pese a ello, sus autores reconocen las dudas iniciales de embarcarse en una aventura de estas características. "Solo veníamos del mundo académico, pero dijimos '¿por qué no lo probamos?' Luego vimos que había bastante atención por el proyecto y ahí empezamos a ver que había camino en esto del emprendimiento, que era un camino del cuál no sabíamos nada", señala Chimeno, quien destaca además las reacciones que recibió de su familia y sus amigos: "Había gente que nos decía 'por qué no estudias un máster, por qué no haces esto otro'... pero sobre todo había muchas respuestas positivas. La gente nos animaba y nos decía que éramos muy jóvenes así que teníamos que probarlo y tirar hacia adelante".

Premio Jóvenes Inventores

Tras desarrollar su tecnología, lo cierto es que todavía no se ha lanzado a la venta para el consumidor final. De hecho, su negocio se centra por ahora en la venta a empresas y distintas compañías de sectores agroalimentarios, de cosmética y farmacéuticos que ya se han llegado a interesar en él para utilizarlos en sus procesos de elaboración: "Nuestro objetivo de cara al futuro es que el consumidor pueda utilizarlo en distintos productos, pero eso será cuanto estemos más consolidados".

Con todo, los tres jóvenes reconocen recibir el premio de la Oficina Europea de Patentes como un "chute de energía" y como la respuesta a que "realmente sí se pueden solventar problemas de verdad", tanto los ocurridos en la industria, como los que atañen a los ciudadanos en sus propios hogares. Así, ha sido un jurado formado por 450 personas el que les ha elegido entre los 10 innovadores globales más importantes y será el próximo 18 de junio en una ceremonia en Islandia cuando reciban esta distinción y una dotación de 5.000 euros "Este premio era algo que no creíamos, cuando tienes un reconocimiento, sea cuál sea, quiere decir que nos están viendo y que se está viendo también que esto es un problema real y que hay manera de solucionar muchos problemas de la sociedad".

"Una de las cosas positivas es que empezamos este proyecto siendo amigos. Ahora no solo lo seguimos siendo, sino que seguimos teniendo la misma visión con la que lo empezamos. Una de nuestras principales razones es generar ese impacto y reducir el problema que hay con el desperdicio alimentario", reconoce asimismo Chimeno, quien declara que si solo se redujera un 10% de todos los alimentos que se desechan, se podría reducir alrededor de 2,4 toneladas de dióxido de Carbono en todo el mundo, con lo que su herramienta, así, podría ser una gran aportación para el día de mañana: "Nuestro objetivo es convertirnos en una empresa que pueda solucionar problemas del día a día".