Marco Aurelio Denegri: Miscelánea humanística

Idioma original: EspañolAño de publicación: 2010Valoración: Muy recomendableSi desean una muestra anticipada del tono y los temas abordados en este libro, pueden ver en YouTube algún episodio de La función de la palabra, con Marco Aurelio Denegri. En esencia, el libro desarrolla en forma de ensayo diversos asuntos tratados en dicho programa (desconozco si estos textos fueron escritos previamente o constituyen una extensión posterior del contenido televisivo). Como sugiere el título, estos ensayos exploran una variedad de temas cuyo punto común son las inquietudes y aficiones intelectuales del autor: el comportamiento humano, la música, la lingüística, la literatura, el psicoanálisis, las peleas de gallos, entre otros.Aunque recomiendo ampliamente el programa televisivo, leer los ensayos constituye una experiencia totalmente distinta. Denegri posee un carisma singular; su particular modo de hablar y expresarse, su falta absoluta de reparos a la hora de ejercer la crítica y su extraordinaria erudición convierten en interesante cualquier asunto que aborde. Sin embargo, es en el texto escrito donde despliega plenamente todo su talento.En estos ensayos queda claro que Denegri no busca únicamente informar, sino también provocar una reflexión crítica en el lector. Se vale de anécdotas, referencias históricas, citas literarias y pinceladas de humor cáustico (lo que hace al programa de televisión sumamente divertido) que mantienen siempre viva la atención. Quizás la mayor virtud de esta colección sea su capacidad de despertar curiosidad hacia temas aparentemente triviales o poco explorados (aunque, a mi gusto, se extiende demasiado cuando aborda temas como el tamaño del pene o la prostitución), demostrando que cualquier asunto, cuando es abordado con inteligencia, rigor y pasión, puede convertirse en una fascinante pretexto para un ejercicio intelectual.Por último, es una lectura aconsejada para cualquiera que quiera aprender a escribir bien. Pasta muestra, un botón:Introducción a la ludologíaConsideraciones etimológico-semánticasPor juego se entiende, normalmente, una actividad o ejercicio recreativo, por lo general sometido a reglas, en el cual se gana o se pierde. Jugar, dice el Diccionario, es hacer algo por espíritu de alegría y con el solo fin de entretenerse o divertirse.El vocablo juego procede del latín iocus, diversión, chanza, burla. locari, en latín, significa chancearse, divertirse, burlarse, bromear. Por eso decimos jocoso de lo que es divertido y gracioso; y al que antiguamente —por dinero— divertía al pueblo con sus cantos, bailes y juegos, se le llamaba juglar, y juglar se decía también del que, por estipendio o dádivas, recitaba poesías trovadorescas para recreo de reyes y magnates. Jocoso y juglar son derivados de iocus, broma, chiste, jovialidad, fiesta, diversión, recreo.En latín, para significar juego no se decía iocus, sino ludus; y lúdere —no iocari— denotaba jugar. Cierto que lúdere tenía secundariamente el significado que primariamente tenía iocari. Lúdere valía jugar, entregarse a un ejercicio, hacer o practicar ejercicios corporales; valía también escribir cosas ligeras, componer, cantar, desempeñar un papel. Además, según dije, la denotación accesoria de lúdere era distraerse, solazarse, entretenerse, entregarse a los placeres de los sentidos.Palmaria relación hay entre lo divertido y lo lúdico, pero en lo antiguo nombrar lo lúdico no comunicaba a un tiempo (hogaño es igual) lo divertido (había otro vocablo para eso, iocari); por eso Cicerón, cuando quiere indicar que está hablando en broma, no se limita a decir «per ludum», sino «per ludum et jocum».A pesar de que lúdere era el verbo propio para significar jugar, el que pasó a las lenguas románicas fue iocari. Y así tenemos, en francés, jouer; en italiano, giocare; en portugés, jogar; en rumano, yuca; y lo mismo las voces correspondientes en catalán y provenzal.El ludus latino está presente en una serie de voces nuestras; verbigracia, preludio, interludio, eludir, coludir, ludibrio; pero ludir, en el sentido recto de jugar, no consta en el Diccionario de la Academia, el cual, por otra parte, solamente en su vigésima edición de 1984, acogió el adjetivo lúdico, derivado de ludo, castellanizaron de ludus, y de uso bastante general entre gente culta. La Academia quería que dijésemos lúdicro, que nadie dice, y que como señala Corominas es un latinismo crudo que entró en el lexicón oficial en 1939.El estudio, tratado, discurso, doctrina o ciencia del juego se llama ludología.

May 8, 2025 - 11:37
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Marco Aurelio Denegri: Miscelánea humanística

Idioma original: Español

Año de publicación: 2010

Valoración: Muy recomendable

Si desean una muestra anticipada del tono y los temas abordados en este libro, pueden ver en YouTube algún episodio de La función de la palabra, con Marco Aurelio Denegri. En esencia, el libro desarrolla en forma de ensayo diversos asuntos tratados en dicho programa (desconozco si estos textos fueron escritos previamente o constituyen una extensión posterior del contenido televisivo). Como sugiere el título, estos ensayos exploran una variedad de temas cuyo punto común son las inquietudes y aficiones intelectuales del autor: el comportamiento humano, la música, la lingüística, la literatura, el psicoanálisis, las peleas de gallos, entre otros.

Aunque recomiendo ampliamente el programa televisivo, leer los ensayos constituye una experiencia totalmente distinta. Denegri posee un carisma singular; su particular modo de hablar y expresarse, su falta absoluta de reparos a la hora de ejercer la crítica y su extraordinaria erudición convierten en interesante cualquier asunto que aborde. Sin embargo, es en el texto escrito donde despliega plenamente todo su talento.

En estos ensayos queda claro que Denegri no busca únicamente informar, sino también provocar una reflexión crítica en el lector. Se vale de anécdotas, referencias históricas, citas literarias y pinceladas de humor cáustico (lo que hace al programa de televisión sumamente divertido) que mantienen siempre viva la atención. Quizás la mayor virtud de esta colección sea su capacidad de despertar curiosidad hacia temas aparentemente triviales o poco explorados (aunque, a mi gusto, se extiende demasiado cuando aborda temas como el tamaño del pene o la prostitución), demostrando que cualquier asunto, cuando es abordado con inteligencia, rigor y pasión, puede convertirse en una fascinante pretexto para un ejercicio intelectual.

Por último, es una lectura aconsejada para cualquiera que quiera aprender a escribir bien. Pasta muestra, un botón:

Introducción a la ludología

Consideraciones etimológico-semánticas

Por juego se entiende, normalmente, una actividad o ejercicio recreativo, por lo general sometido a reglas, en el cual se gana o se pierde. Jugar, dice el Diccionario, es hacer algo por espíritu de alegría y con el solo fin de entretenerse o divertirse.

El vocablo juego procede del latín iocus, diversión, chanza, burla. locari, en latín, significa chancearse, divertirse, burlarse, bromear. Por eso decimos jocoso de lo que es divertido y gracioso; y al que antiguamente por dinero divertía al pueblo con sus cantos, bailes y juegos, se le llamaba juglar, y juglar se decía también del que, por estipendio o dádivas, recitaba poesías trovadorescas para recreo de reyes y magnates. Jocoso y juglar son derivados de iocus, broma, chiste, jovialidad, fiesta, diversión, recreo.

En latín, para significar juego no se decía iocus, sino ludus; y lúdere no iocari— denotaba jugar. Cierto que lúdere tenía secundariamente el significado que primariamente tenía iocari. Lúdere valía jugar, entregarse a un ejercicio, hacer o practicar ejercicios corporales; valía también escribir cosas ligeras, componer, cantar, desempeñar un papel. Además, según dije, la denotación accesoria de lúdere era distraerse, solazarse, entretenerse, entregarse a los placeres de los sentidos.

Palmaria relación hay entre lo divertido y lo lúdico, pero en lo antiguo nombrar lo lúdico no comunicaba a un tiempo (hogaño es igual) lo divertido (había otro vocablo para eso, iocari); por eso Cicerón, cuando quiere indicar que está hablando en broma, no se limita a decir «per ludum», sino «per ludum et jocum».

A pesar de que lúdere era el verbo propio para significar jugar, el que pasó a las lenguas románicas fue iocari. Y así tenemos, en francés, jouer; en italiano, giocare; en portugés, jogar; en rumano, yuca; y lo mismo las voces correspondientes en catalán y provenzal.

El ludus latino está presente en una serie de voces nuestras; verbigracia, preludio, interludio, eludir, coludir, ludibrio; pero ludir, en el sentido recto de jugar, no consta en el Diccionario de la Academia, el cual, por otra parte, solamente en su vigésima edición de 1984, acogió el adjetivo lúdico, derivado de ludo, castellanizaron de ludus, y de uso bastante general entre gente culta. La Academia quería que dijésemos lúdicro, que nadie dice, y que como señala Corominas es un latinismo crudo que entró en el lexicón oficial en 1939.

El estudio, tratado, discurso, doctrina o ciencia del juego se llama ludología.