La paradoja de Milei, el transformador con menos votos en el Congreso
A pesar de que el Gobierno tiene minoría en ambas cámaras, los empresarios le tienen más fe que a otras administraciones para emprender cambios estructurales como las reformas laboral, impositiva y previsional

Aquel remanido reclamo, el eterno lugar común que los comunicados de cámaras y asociaciones presentaron siempre como “reformas estructurales”, parecería estar más cerca esta vez. Al menos para los empresarios que escucharon este miércoles en el Alvear Icon al ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, que enumeró no menos de diez y hasta se tomó la licencia de rebautizar: las llamó “reformas libertarias”. No deja de ser una ironía que el optimismo del establishment económico para una aventura que requerirá inevitablemente del Congreso se perciba más nítido que nunca justo con la administración con mayor debilidad en ambas cámaras, la de Javier Milei. Contradicciones de estos tiempos que volvieron a exponerse en el Consejo Interamericano de Producción y Comercio (Cicyp), la entidad anfitriona.
“Yo creo que el Gobierno tiene altas posibilidades de hacer exitosamente las reformas -reflexionó minutos después Eduardo Eurnekian delante de LA NACION-. Porque los cambios profundos tienen que partir de un proceso evolutivo, algo de lo que tiene que estar convencida toda la sociedad, no la “inteligentzia”: las elites defienden sus intereses. Pero acá hay algo más genuino, y es que Milei convenció nada menos que a los sectores populares. Y va de abajo hacia arriba. Pensar que Massa, Alberto Fernández, ¡todos!, llegaron a creer que dándole a la sociedad 33 meses de inflación con supuestos beneficios iban a conseguir algo”.
Por eso respaldan al Gobierno. Al menos en líneas generales. Milei ha logrado que incluso empresarios que podrían quejarse de estar directamente perjudicados por decisiones sectoriales le tengan paciencia o al menos lo acompañen en esta etapa, cuando advierten que se están abordando soluciones macroeconómicas sin las cuales nada funcionaría.
Los de la construcción, por ejemplo, o de ciertos ámbitos de la actividad fabril, no del todo conformes con la baja de aranceles o la apertura comercial. “Acá la clave está en dos reformas: la impositiva y una modernización laboral”, evaluó Martín Rappallini, flamante presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), que afirma que, de todos modos, hay que esperar los resultados de las elecciones de octubre para saber si serán realmente posibles. Ver para creer.
Es cierto que se advierte en algunos algo de urgencia. Marcos Pereda, presidente del Cicyp, productor agropecuario y referente de la Sociedad Rural Argentina, que ya había aprovechado el discurso de bienvenida para recordarle a Sturzenegger que el campo produciría 40% más sin retenciones a las exportaciones, insistió antes de irse: “El gran desafío es ganar competitividad de inmediato. Lo demás ya lo sabemos. Todo el sector privado ve que este rumbo es el correcto y que esta es la fórmula. Pero, ¿cómo hacemos con el timing? De todos modos, entendemos que lo que el Gobierno está haciendo ya de por sí es difícil. Después de 70 y pico de años, es para sacarles el sombrero”.
Lo que al menos tienen hasta ahora es un programa nítido y una administración dispuesta a cumplirlo sin condicionamientos. No es poco. Habrá que ver qué resultado electoral permite en octubre avanzar con lo más arduo. Hay, por ejemplo, quienes en La Libertad Avanza se conforman con lograr en cada cámara un tercio que les permita al menos bloquear los intentos para derribarles decretos de necesidad y urgencia. “Para todo lo que dependa del Poder Ejecutivo, yo les tengo muchísima fe -dijo Adelmo Gabbi, presidente de la Bolsa de Comercio-. La duda es qué va a pasar con lo más pesado. Porque todos sabemos que hay mucho dinero pensando en venir a la Argentina si se hacen las cosas bien”.
Será seguramente, en el mejor de los casos, una transformación de años. Y que requerirá de la adhesión de la mayor parte de la sociedad: difícil si la dirigencia política no la nota plenamente convencida. Alejandro Bulgheroni, otro de los presentes en el Alvear, cree que, de todos modos, lo hecho hasta ahora merece ser valorado. “Ya han hecho bastantes reformas: no hay que pensar que esto se hace en dos días. Yo creo que todas las reformas que anuncian van a salir. Ojalá que sigan así”.