"La casa de los horrores" de Oviedo no ha sido la única: 5 historias reales de reclusión y terribles secuestros
“La casa de los horrores” de Oviedo no ha sido la única: cinco historias reales de reclusión y resiliencia



La noticia de los tres niños rescatados de un chalet de Fitoria, en Oviedo, tras cuatro años de reclusión en condiciones de insalubridad, parecería sacada de un guion de terror. Pero la historia nos ha demostrado que el mal no tiene límites y, aunque no sea tan frecuente, otros niños, a lo largo del mundo, también han tenido que soportar más que pesadilla. Estas son cinco historias reales de algunos de los secuestros más terribles de la historia reciente.
El monstruo de Amstetten
A finales de agosto de 1984, Josef Fritzl, un ingeniero austríaco de 49 años, denunció la desaparición de su hija Elisabeth, de 18. Mostró a los agentes una carta, presuntamente escrita por ella, en la que decía haberse fugado con una secta. Pasarían 24 años hasta que se descubriera que la niña, en realidad, había sido encerrada a calicanto en el sótano de su propia vivienda. Durante más de dos décadas de cautiverio su padre abusó sistemáticamente de ella y dio a luz a siete hijos. Ocurrió en Amstetten, en Austria.
Sin luz solar, ni ventanas, en condiciones precarias, acorralada entre puertas electrónicas con código numérico. Sumergida en un auténtico búnker. Tres de los niños nacieron y vivieron encerrados con ella. Un bebé falleció a los pocos días de nacer. Y otros tres niños fueron depositados por Josef en la puerta de su casa, simulando un abandono por parte de Elisabeth.
De esta manera, Josef y su esposa Rosemary, que siempre alegó no haber sabido lo que ocurría bajo su suelo, se ocuparon de criar a los tres bebés. Pero un día, el 19 de abril de 2008, una de las niñas que vivía con ellos “en la superficie” enfermó gravemente. Josef accedió a llevarla al hospital y, una vez allí, saltaron las alarmas. El personal sanitario se extrañó por las condiciones que presentaba la joven y, ante la ausencia de documentación, presionaron al padre para que su madre biológica fuera al hospital.
Josef no aportó explicaciones convincentes sobre su identidad ni origen, así que los médicos hicieron un llamamiento a través de la prensa para que apareciera la madre. Ante la presión policial y social, Josef permitió a Elisabeth salir del sótano, por primera vez en 24 años, con la promesa de no contar nada o mataría a uno de sus hijos. El 26 de abril, nada más llegar al hospital, al fin pudo contar la verdad.
Josef fue detenido de inmediato. Presentaba rasgos psicopáticos, narcisistas y componentes parafílicos de incesto y sadismo. Explicó que lo hizo para corregirla, para protegerla del mundo exterior, al tiempo que se sentía incapaz de controlar su impulso sexual. Rosemary siempre creyó en las cartas falsas que le mostraba su marido. Nunca fue condenada. Josef fue declarado culpable de violación, incesto, asesinato y esclavitud.
El caso Turpin
David y Louise Turpin eran padres de 13 hijos, que tenían entre 2 y 29 años en el momento del rescate. La familia vivía en una casa que, desde fuera, parecía normal. Sin embargo, en su interior, los niños eran encadenados, golpeados, estrangulados, alimentados una vez al día y autorizados a ducharse una sola vez al año.
Dos de las hermanas planearon fugarse. Tardaron dos años en armar un plan hasta que el 14 de enero de 2018, consiguieran escapar. Una de ellas, sin embargo, volvió atrás por miedo. Pero la otra, de 16 años, consiguió avisar a la policía. Cuando los agentes llegaron al domicilio se toparon con jóvenes desnutridos, algunos esposados a la cama con cadenas.
David y Louise Turpin fueron arrestados y acusados de tortura, secuestro, abuso infantil y abuso de adultos dependientes. En abril de 2019, fueron condenados a cadena perpetua. Nunca dieron una explicación de lo sucedido. Según ellos, creían estar haciendo lo correcto. Alegaron que lo hacían por amor, por Dios. Los habría movido una profunda tergiversación de la religión, por la que pretendían purificarse a través del aislamiento. Ambos progenitores presentaron patrones de trastorno antisocial, narcisista y obsesivo-compulsivo.
La familia fantasma
El 13 de octubre de 2019, un joven llamado Israel van Dorsten, de 25 años, entró desorientado en un bar de un pequeño pueblo en el norte de los Países Bajos, Ruinerwold. Allí le contó al dueño del establecimiento que acababa de escaparse de una granja donde él y sus hermanos habían sido recluidos durante años, a la espera de un supuesto Apocalipsis.
La granja se encontraba rodeada de árboles, perdida entre la nada. Cuando los agentes llegaron, se encontraron con seis hermanos de entre 18 y 25 años, en condiciones precarias y completamente aislados del mundo exterior. Su madre había fallecido y se ocupaba de ellos el padre, Gerrit-Jan van Dorsten, de 67 años. Era un ex miembro de la Iglesia de la Unificación, conocida como la secta Moon. Tras separarse del culto, montó su propio ideario y recluyó a sus hijos para prepararlos ante un inminente colapso global.
El padre fue acusado de privación ilegal de libertad, abuso físico y psicológico, y lavado de dinero. Sin embargo, en 2021, el tribunal de Assen suspendió su proceso judicial al considerarlo mental y físicamente incapacitado para participar. Un derrame cerebral lo tenía en estado muy delicado.
El caso de Genie Wiley
Genie Wiley nació el 18 de abril de 1957 en California, EEUU. Tras cumplir un año, su padre, Clark Wiley, decidió aislara, convencido de que tenía una discapacidad mental. Desde entonces y durante más de diez años, Genie vivió confinada en una pequeña habitación en la casa familiar, atada a una silla-orinal, inmovilizada o encerrada en una cuna con rejas metálicas. No se le permitía hablar, hacer ruido ni moverse demasiado. Cualquier intento de emitir sonidos era castigado con golpes o intimidación.
Doce años después, su madre, Irene Wiley, tras discutir con su marido, cogió a Genie y se la llevó a una oficina de servicios sociales. En principio, dijo acudir porque tenía problemas de visión y solicitaba amparo económico a raíz de la pelea. Una trabajadora social observó a la niña y alertó a las autoridades. Estaba claramente desnutrida, presentaba falta de desarrollo físico y psíquico. Andaba encorvada, no hablaba.
Ese mismo día, el Departamento de Menores acudió a su domicilio y descubrieron las condiciones en las que vivía la pequeña. El padre fue arrestado por abuso infantil, encarcelamiento ilegal y maltrato. Pero a dos días del juicio, se quitó la vida dejando una nota: “El mundo nunca lo entenderá”.
La madre fue investigada, pero no se presentaron cargos penales. El impacto de esta historia llegó a la comunidad científica en forma de investigación. El Instituto Nacional de Salud Mental otorgó fondos para estudiar los efectos del aislamiento extremo en el cerebro.
La niña del armario
Lauren vivió más de cinco años en un armario. Nació en 1993, en Texas. Había sido adoptada por una pareja, pero por un tema burocrático regresó con sus padres biológicos a los dos años. Desde ese momento sería sometida a uno de los casos de abuso infantil más graves del país. En un espacio de 1,2 por 2,7 metros, pasó su infancia desde los dos a los ocho años. Sin comer, sin higiene, sin contacto humano, siendo víctima de abuso físico, psicológico y sexual.
En junio de 2001, una presunta denuncia anónima avisó a los servicios sociales. Cuando los agentes entraron en la casa, se encontraron a la pequeña de 11 kilos metida en el armario, con múltiples lesiones. No la querían. Sus padres odiaban a la niña, era tratada como un objeto. La habían deshumanizado.
Las autoridades arrestaron a Barbara y Kenneth Atkinson, acusados de lesiones graves a un menor. Ambos fueron condenados a cadena perpetua. Después del rescate, Lauren fue readoptada por los Kavanaugh, quienes iniciaron un largo proceso de recuperación junto a ella. Sufrió trastorno de estrés postraumático, depresión, ansiedad, y tuvo numerosos intentos de suicidio. En entrevistas posteriores, Lauren declaró que esos años de encierro le causaron un sufrimiento profundo que arrastraría de por vida. En 2018, fue acusada de agredir sexualmente a una menor de 14 años. En 2021, se retirarían los cargos por su estado de salud.
A veces, el horror crea más devastación. Pero otras, con esfuerzo, se convierten en historias de fortaleza y resiliencia. Con ecos de Rapunzel, el folclore también nos narra la historia de una joven encerrada en una torre, quien, finalmente, consigue deshacer el hechizo y regresar al mundo. Muchos de esos niños pudieron rehacer su vida, arrastrando traumas, pero luchando por ella como la mayor muestra de valentía.