Murciélagos ranívoros: el arte de escuchar para sobrevivir a las ranas venenosas
Forbes México. Murciélagos ranívoros: el arte de escuchar para sobrevivir a las ranas venenosas A los científicos les interesaba comprender cómo los depredadores que escuchan a escondidas a sus presas adquieren la capacidad de distinguir entre presas sabrosas y peligrosas. Murciélagos ranívoros: el arte de escuchar para sobrevivir a las ranas venenosas Forbes Staff

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Murciélagos ranívoros: el arte de escuchar para sobrevivir a las ranas venenosas

Los murciélagos muestran una enorme variación en los alimentos que consumen para sobrevivir. Algunas especies se especializan en frutas, otras en insectos y otras en néctar de flores. Incluso hay especies que atrapan peces con las patas.
En el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales en Panamá, llevaron décadas estudiando una especie: el murciélago de labios con flecos (Trachops cirrhosus). Este murciélago es un carnívoro especializado en alimentarse de ranas.
Las ranas macho de muchas especies emiten sonidos para atraer a las hembras. Los murciélagos ranívoros escuchan a escondidas esos sonidos para encontrar su próxima presa. Pero ¿cómo llegan a asociar sonidos y presas?
A los científicos les interesaba comprender cómo los depredadores que escuchan a escondidas a sus presas adquieren la capacidad de distinguir entre presas sabrosas y peligrosas. Combinando nuestra experiencia en comportamiento animal, cognición de murciélagos y comunicación de ranas para investigar.
¿Cómo reconocen los murciélagos el sonido de una comida sabrosa?
Existen casi 8,000 especies de ranas y sapos en el mundo, y cada una tiene un sonido único. Por ejemplo, el primer sonido metálico que reprodujeron los científicos en un altavoz provino de un sapo de caña grande y tóxico. El segundo, “chirrido” provino de la rana túngara, una presa preferida por estos murciélagos. Así como los herpetólogos pueden identificar una especie de rana por su sonido, los murciélagos ranívoros pueden usar estos sonidos para identificar la mejor comida.
A lo largo de los años, el equipo de investigación aprendió mucho de los murciélagos que se alimentan de ranas sobre cómo utilizan el sonido y la ecolocalización para encontrar presas, así como el papel del aprendizaje y la memoria en el éxito de la búsqueda de alimento. En el estudio recién publicado, se centraron en cómo surgen las asociaciones entre los sonidos que un murciélago oye y la calidad de la presa que espera a lo largo de su vida.
Consideraron si las asociaciones entre el sonido y una comida deliciosa son una especialidad evolutiva con la que nacen los murciélagos. Sin embargo, esta posibilidad parecía improbable debido a que la especie de murciélago que estudiaron tiene una amplia distribución geográfica en América Central y del Sur, y las especies de ranas que se encuentran en esta área varían enormemente.
En cambio, plantearon la hipótesis de que los murciélagos aprenden a asociar diferentes sonidos con la comida a medida que crecen. Pero se tenía que comprobar esta idea.
Primero, científicos y colaboradores pasaron tiempo en el bosque y en estanques para registrar los cantos de apareamiento de 15 de las especies de ranas y sapos más comunes en nuestra área de estudio en Panamá.
Luego, instalaron redes de niebla a lo largo de los arroyos del Parque Nacional Soberanía para capturar murciélagos silvestres para el estudio.
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Así es como los cantos de rana determinan qué comerá el murciélago
Para la prueba, cada murciélago se alojó individualmente en una gran cámara de vuelo al aire libre. Desde un altavoz en el suelo, en el centro, se reprodujeron los cantos de una especie de rana en bucle durante 30 segundos y se midió el comportamiento del murciélago, que colgaba de un perchero de tela. Como se esperaba, los murciélagos adultos generalmente no se interesaron por los sonidos de especies desagradables, como aquellas con toxinas o aquellas demasiado grandes para que el murciélago las pudiera cargar.
Pero la historia fue diferente para los murciélagos jóvenes. Los juveniles respondieron con comportamientos significativamente más depredadores a los cantos de sapos tóxicos en comparación con los adultos. También respondieron con menor intensidad que los adultos a los sonidos de las ranas túngara, una presa abundante y apetecible que los murciélagos adultos prefieren.
Por lo tanto, parece que los murciélagos jóvenes deben aprender las asociaciones entre sonidos y alimento a lo largo de sus vidas. A medida que crecen, aprenden a ignorar los cantos de las ranas que no valen la pena y a concentrarse en los cantos de las ranas que sí serán una buena presa.
Para comprender mejor cómo los sonidos impulsan las asociaciones con las presas, se midieron las propiedades acústicas de los diferentes cantos. Se descubrió que algunas de las características más notables de los cantos se correlacionaban con el tamaño corporal: las ranas más grandes producen cantos de menor frecuencia, es decir, sus voces son más graves. Tanto los murciélagos adultos como los jóvenes respondieron con mayor intensidad a las especies más grandes, que les proporcionarían comidas más abundantes.
Sin embargo, hubo una clara excepción en las respuestas de los adultos: los sapos tóxicos y las ranas muy grandes provocaron respuestas mucho más débiles de lo esperado para su tamaño corporal. Este hallazgo llevó a plantear la hipótesis de que los murciélagos tienen un sesgo temprano para prestar atención a los sonidos asociados con un mayor tamaño corporal.
Luego, deben aprender a través de la experiencia que la calidad de la comida no solo depende del tamaño. Algunas comidas abundantes son tóxicas o imposibles de transportar, lo que las hace desagradables al paladar.
Después de que los murciélagos pasaran unos días con los científicos, fueron liberados en su lugar de captura original. Se marcharon, llevándose consigo una pequeña etiqueta RFID, como las que usan los dueños de mascotas para identificar a sus perros y gatos, para encontrarlos para en un futuro estudio.
A medida que los murciélagos continúan con sus vidas en la naturaleza, se sigue profundizando la comprensión de las sutilezas de la discriminación de la información. ¿Cómo logran las personas filtrar la sobrecarga de información para tomar decisiones que tengan sentido y les beneficien? Ese es el mismo desafío que los murciélagos enfrentan a diario.
*Logan S. James es Investigador asociado en comportamiento animal por la Universidad de Texas en Austin; Rachel Page es parte del staff de ciencia del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y Ximena Bernal es Profesora de Ciencias Biológicas por la Universidad de Purdue.
Este texto fue publicado originalmente en The Conversation
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