Encuentran tortugas sin vida por derrame tóxico de Ternium en Nuevo León
Tortugas de concha blanda —una especie protegida por la ley mexicana— aparecieron muertas tras el derrame de 400 mil litros de agua ácida y óxido ferroso en el arroyo La Talaverna, procedentes de la planta siderúrgica de Ternium en Churubusco. El incidente, ocurrido el pasado 17 de abril, se ha convertido en un nuevo símbolo […]

Tortugas de concha blanda —una especie protegida por la ley mexicana— aparecieron muertas tras el derrame de 400 mil litros de agua ácida y óxido ferroso en el arroyo La Talaverna, procedentes de la planta siderúrgica de Ternium en Churubusco. El incidente, ocurrido el pasado 17 de abril, se ha convertido en un nuevo símbolo del modelo de desarrollo urbano que pone en jaque a la biodiversidad.
Las tortugas y el veneno que fluye por el arroyo
Aunque la empresa afirma que el óxido ferroso no representa un peligro para la salud ni para el ambiente, las imágenes compartidas por autoridades estatales desmienten esa narrativa. En una publicación hecha por Glen Villarreal Zambrano, titular de Parques y Vida Silvestre de Nuevo León (PVSNL), se observan animales sin vida, entre ellos tortugas de concha blanda, protegidas por la NOM-059-SEMARNAT-2010.
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El derrame no solo se limitó al arroyo. Las aguas contaminadas alcanzaron la Colonia Sebastián Elizondo y San Miguel, en Apodaca, dejando a su paso una estela de muerte: aves, peces, y tortugas agonizantes. Incluso gallinas de traspatio han sido halladas muertas tras beber del cauce envenenado.
¿Desaparecen los cuerpos?
Uno de los aspectos más alarmantes revelados por el equipo de PVSNL es que los animales muertos han comenzado a desaparecer. Coinciden con las rutas de las brigadas de “limpieza” de Ternium, quienes —según la denuncia— no han entregado ni un solo informe oficial sobre fauna afectada, viva o muerta, pese a la evidente devastación. El silencio de la empresa solo intensifica la sospecha.
Sanción ejemplar… ¿será suficiente?
Tuvieron que pasar ocho días para que Ternium reconociera públicamente el derrame. Hasta el 25 de abril, la siderúrgica admitió que el incidente afectó un tramo de 11 kilómetros, impactando los municipios de San Nicolás, Apodaca, Pesquería y Guadalupe. Dos días después, el 27 de abril, la Secretaría de Medio Ambiente de Nuevo León anunció que impondrá una “sanción ejemplar” a la empresa.
Sin embargo, en redes sociales, ciudadanos y organizaciones ambientalistas han cuestionado si esa sanción bastará para resarcir el daño irreversible a los ecosistemas locales.
Un modelo de desarrollo que envenena
Este derrame no solo pone en riesgo a los animales silvestres. Expone un problema más profundo: la falla estructural en el modelo de crecimiento urbano e industrial. Un modelo que permite que empresas con sustancias tóxicas operen junto a ríos y zonas habitadas, sin rendir cuentas claras cuando ocurre un desastre.
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Parques y Vida Silvestre de Nuevo León continúa sus inspecciones y se encuentra elaborando un informe oficial sobre el impacto ecológico, especialmente en especies protegidas. Exigen que se apliquen sanciones legales y ambientales contundentes.
Mientras las aguas del arroyo La Talaverna intentan limpiarse, la herida en el ecosistema persiste. Las tortugas no volverán. La biodiversidad afectada no se repondrá en semanas. Y el estado enfrenta, una vez más, el dilema de elegir entre desarrollo económico mal gestionado o el respeto por la vida que habita nuestros ríos y bosques. ¿Hasta cuándo seguirá considerándose al medio ambiente como daño colateral?