Una vida de este mundo
Voy a empezar este artículo directamente con un spoiler. En la escena de apertura de la película Prometheus, dirigida por Ridley Scott y estrenada en 2012, vemos una secuencia muy impactante. Un enorme humanoide grisáceo se acerca a una preciosa cascada y se bebe un extraño líquido negro, que le produce una reacción similar a […] El artículo Una vida de este mundo se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.


Voy a empezar este artículo directamente con un spoiler. En la escena de apertura de la película Prometheus, dirigida por Ridley Scott y estrenada en 2012, vemos una secuencia muy impactante. Un enorme humanoide grisáceo se acerca a una preciosa cascada y se bebe un extraño líquido negro, que le produce una reacción similar a lo que nos ocurriría si le pegásemos un trago a ese cartón de leche abierto que lleva meses abandonado en el fondo de la nevera: su cuerpo se desintegra en cuestión de segundos, lo que le hace caer al agua mientras desaparece, quedando únicamente pequeñas fracciones de su DNA (o ADN en castellano) que están mutando al combinarse con ese líquido negro, hasta dar lugar a nuevas células que evolucionan en el propio agua.
Poco después nos explican que esos seres alienígenas se conocen como “los arquitectos” y se cree que son los verdaderos creadores de los seres humanos. Y que ese líquido negro, en realidad, es una especia de arma biológica extraterrestre que provoca mutaciones genéticas en los seres vivos, utilizada por esta especie alienígena para colonizar planetas potencialmente habitables de una manera muy sencilla: creando nuevos organismos que evolucionen en ellos. Con este guion, el señor Scott nos está presentando su versión particular de la hipótesis de la panspermia.
Hace tiempo os hablé de las formas de vida verdadera más antiguas de nuestro planeta, es decir, de los primeros organismos que tenían moléculas de ADN en su interior. Pero, ¿de dónde salieron estos organismos? ¿Qué había antes de su aparición? O, lo que es lo mismo, la gran pregunta: ¿Cómo surgió la vida en nuestro planeta?
La ausencia de un registro fósil amplio, continuo y bien preservado de hace más de 4.000 millones de años nos impide dar una respuesta concreta y tajante a esa gran pregunta, lo que provoca que tengamos que jugar con hipótesis y conjeturas que van a ir adaptándose o modificándose por completo a medida que vayamos encontrando nuevas evidencias científicas. Y una de las más aceptadas hoy en día para explicar el origen de la vida en la Tierra es la hipótesis quimiosintética.
Con este nombre tan complejo lo más seguro es que no os suene de nada, pero seguro que habéis oído hablar de ella, porque introduce el concepto de “la sopa primigenia”. Esta hipótesis sugiere que, en una Tierra primitiva recién formada, varios elementos químicos se combinaron dando lugar a moléculas inorgánicas que formaron una atmósfera reductora conformada por metano, amoniaco, hidrógeno y vapor de agua, entre otros gases. Tras la condensación del vapor de agua y su precipitación en forma de lluvia, el planeta se cubriría con un océano de agua líquida con altos contenidos en hierro. Ese primer gran océano de aguas verdosas se vería sometido a una enorme cantidad de radiación solar directa, convirtiéndose en una especia de caldo de cultivo en el que se cocinaría la vida a fuego lento. Así, en esta agua tan particular, aparecerían unas moléculas orgánicas más complejas denominadas protobiontes, que serían unas estructuras esféricas, abióticas, formadas por unas membranas de grasa y que tendrían capacidad de replicarse de manera autónoma. Y estos protobiontes rápidamente se unirían formando unos microorganismos denominados coacervados, que consistían en una membrana de grasas, azúcares y proteínas en cuyo interior se encontraba el primer ARN libre. A partir de aquí, enlazaríamos la historia con la del artículo al que os refería anteriormente, ya que los coacervados serían lo que podemos considerar como “los ladrillos de la vida” de los que proceden los organismos extremófilos que se consideran como los primeros seres vivos de nuestro planeta.
Ya sé que con esa explicación no he respondido del todo a la gran pregunta, porque, en realidad, he dejado otra en el aire. ¿De dónde proceden esos “ladrillos de la vida”? Pues aquí es donde entra la hipótesis de la panspermia. Está claro que todos los elementos químicos involucrados en el origen de la vida en nuestro planeta proceden del Universo, ya que nuestro planeta se formó por una acreción de polvo cósmico y planetesimales y estuvo sometido a un enorme bombardeo meteorítico cuando aparecieron los primeros organismos con ADN en su interior. Pero la panspermia va un paso más allá.
Según esta hipótesis, los coacervados (esas moléculas con ARN libre) o, incluso, las primeras formas de vida verdadera (las protobacterias que contenían ADN), pudieron llegar a nuestro planeta en el interior de los meteoritos que bombardearon la Tierra recién formada. Y, una vez aquí, gracias al océano primitivo, encontraron el ambiente adecuado para evolucionar hacia formas más complejas. Es decir, la vida no surgió en la Tierra, sino que vino directamente del Universo.
La panspermia implica que la vida es mucho más resistente a como la conocemos actualmente, ya que defiende que una molécula viva (con ARN o ADN) puede soportar un viaje por el “vacío” del Universo, resistiendo grandes dosis de radiación de todo tipo, para luego “resucitar” una vez llegue al ambiente adecuado en el planeta adecuado. Y aquí radica su problema, ya que, a día de hoy, no se ha podido demostrar que esta afirmación sea cierta. Pero tampoco que sea errónea, por eso sigue siendo una hipótesis viable. ¿Cuándo descubriremos si está en lo cierto, para convertirla en teoría, o está equivocada, para descartar la idea? Pues cuando encontremos vida en otros mundos, podamos estudiar su evolución y conocer su origen. Si es similar al inicio que suponemos en nuestro planeta, la panspermia será la explicación. Si no se parecen en nada, nos olvidaremos de ella. Aunque, si alguna vez aceptásemos la panspermia como una teoría, en realidad, no habremos respondido a la gran pregunta, simplemente la habremos cambiado ligeramente, transformándola en: ¿Dónde y cómo surgió la vida en ese otro planeta antes de llegar al nuestro?
Pues a pesar de que las películas de la saga Alien son pura ciencia ficción, ahora mismo no podemos descartar la respuesta que nos ofrece Ridley Scott en Prometheus, porque no tenemos ninguna evidencia de que realmente no sucedió. Así es como se crean los mitos y perduran en el tiempo, hasta que la ciencia encuentra esas pruebas que les dan una explicación irrefutable. ¿A que nunca lo habías pensado?
Sobre la autora: Blanca María Martínez es doctora en geología, investigadora de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y colaboradora externa del departamento de Geología de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU
El artículo Una vida de este mundo se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.