El peor apagón de la historia: cuando en 2012 casi el 10% mundial se quedó sin electricidad
Hace trece años un apagón golpeó el estado de India, dejando sin electricidad casi 700 millones de personas

El apagón que afectó a España, Portugal y Francia en los últimos días fue solamente uno de los muchos apagones que ha habido a lo largo de la historia. En nuestra época moderna, lo del lunes no fue nada comparado con lo que ocurrió en la India el 30 de julio de 2012, cuando el país sufrió el que todavía se considera el mayor apagón eléctrico de la historia por el número de personas afectadas: más de 620 millones de ciudadanos (algunas estimaciones llegan a cifrar el número de afectados en más de 700 millones), aproximadamente el 9% de la población mundial en aquel momento, se quedaron sin electricidad durante horas, en algunos casos días. Este suceso afectó a 22 de los 28 estados de la India, incluida la capital, Nueva Delhi, comprometiendo infraestructuras esenciales, bloqueando trenes, interrumpiendo las comunicaciones e incluso dejando a cientos de mineros atrapados bajo tierra.
El origen de este colapso masivo estuvo en el fallo simultáneo de tres de las cinco redes eléctricas del país: la del norte, la del este y la del noreste. La causa principal fue una sobrecarga de la red, agravada por el uso excesivo de energía por parte de algunos estados y una respuesta técnica insuficiente de las compañías eléctricas regionales. El incidente puso de manifiesto no sólo las fragilidades estructurales del sistema eléctrico indio, sino también las desigualdades en el acceso a la energía, las crecientes necesidades energéticas debidas a la expansión económica de la India y la urgente necesidad de reformas en el sector eléctrico
Para comprender la magnitud de la catástrofe, hay que saber que el sistema eléctrico indio está dividido en cinco grandes redes: septentrional, oriental, nororiental, meridional y occidental. Estas redes están interconectadas en gran medida, a excepción de la red meridional, que solo está conectada a las demás mediante una conexión de corriente continua de alto voltaje, mientras que los otros cuatro sistemas funcionan de forma sincronizada entre sí. A las 02:35 del 30 de julio de 2012, el colapso comenzó con la red norte, que ya había sufrido un pequeño apagón el día anterior.
Debido al mantenimiento de algunas líneas y a un flujo excesivo de energía por la línea Bina-Gwalior, que transportaba más del doble de la capacidad óptima, el sistema entró en crisis. Los dispositivos automáticos de seguridad, los disyuntores, intervinieron desconectando las líneas para evitar daños mayores, pero esto provocó un efecto cascada que desacopló toda la red del norte.
Con la red del norte aislada, la electricidad empezó a fluir forzosamente por la red del este, pero las pérdidas de transmisión y la carga mal distribuida provocaron una caída de la frecuencia eléctrica, parámetro clave para la estabilidad de la red, y ésta también se desconectó. Todo el sistema se colapsó por la presión de la demanda y la incapacidad de reducir la carga o aumentar la generación a tiempo.
Las consecuencias fueron desastrosas. Trenes bloqueados, semáforos sin funcionar que causaron un colapso en el tráfico, hospitales sin energías. En Nueva Delhi y Calcuta, los ciudadanos se enfrentaron al calor extremo sin aire acondicionado, mientras en el Bengala occidental cientos de mineros quedaron atrapados durante horas en galerías subterráneas a causa del bloque de los elevadores eléctricos.
Las críticas al gobierno
En los días posteriores a la catástrofe surgieron críticas sobre la gestión del sector por parte del gobierno federal. Además de los aspectos técnicos y políticos, el apagón de 2012 también planteó cuestiones críticas sobre un profundo problema estructural de la red eléctrica india. India, que en el momento del mega apagón tenía una población de 1.200 millones de habitantes y una creciente clase media, estaba experimentando un espectacular aumento del consumo eléctrico, impulsado por la difusión de aparatos de aire acondicionado, electrodomésticos y dispositivos digitales.
Sin embargo, la capacidad de producción y las infraestructuras de distribución no estaban a la altura de las crecientes necesidades energéticas. Si se compara con su vecina China, India estaba de hecho muy por detrás en 2012: Pekín había añadido una media de 84 GW al año a su red, frente a solo 14 GW en India
La vuelta a la normalidad
Al final, el 80% del servicio se restableció a las 15 horas del inicio del apagón, un tiempo considerado récord para un suceso de tal magnitud. Pero el apagón de 2012 sigue siendo un poderoso recordatorio de la vulnerabilidad de las infraestructuras y de la necesidad de una planificación anticipada para garantizar la seguridad y la estabilidad energéticas en un mundo cada vez más dependiente de la energía.