El Ibex ni se inmuta con el gran colapso

El colosal apagón dejó indiferente al mercado bursátil

May 3, 2025 - 04:36
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El Ibex ni se inmuta con el gran colapso

Si todavía hay quien cree que la economía real es el motor de las cotizaciones bursátiles no hay mejor ejemplo que echar un vistazo a lo ocurrido este lunes para sacarle del error. Quizás  haya gente que, dada la vertiginosa sucesión de noticias extraordinarias que nos desbordan, haya gente que ya le haya quitado importancia al histórico colapso. Que se hayan olvidado de los tremendos dramas vividos en medios de transporte, ascensores, hospitales, pisos altos, personas vulnerables... y nos centramos sólo en lo económico, las consecuencias son similares a las de una jornada de huelga general no programada y con altísimo éxito. Se podría cuantificar -como máximo- en un par de décimas de PIB si no fuera porque es un indicador cada día menos preciso por razón de su continuo crecimiento con deuda. La resaca del apagón se concreta en cientos de miles de productos estropeados, fábricas paradas, trabajadores improductivos, negocios sin ingresos y demás zarpazos terribles sobre el aparato productivo. Quizás el dato macro refleja otro panorama porque se aumentan las inversiones y las subvenciones y se tienen en cuenta todas las adquisiciones posteriores. Pero es innegable que fue un muy mal dato económico.

El lunes negro, sin embargo, el Ibex tocó máximos históricos reales (si tenemos en cuenta los dividendos abonados) y el precio de las acciones de Red Eléctrica Española (Redeia), principal responsable del fallo masivo (a pesar de que su presidenta, Beatriz Corredor, exministra de Zapatero, no compareció hasta el miércoles), ni siquiera notaron el impacto del desastre. Se podría pensar que la desconexión entre lo que le pasa a la gente y lo que ocurre en los mercados financieros cada día es mayor. Lleva décadas siendo así, no es nuevo. El apagón más grande de la historia por población afectada fue en la India en 2012, duró hasta tres días en algunas zonas y golpeó a más de 700 millones de personas. No se produjo un crash bursátil.  Claro, se pensó, como no es un país del “primer mundo”... Pero en Estados Unidos y Canadá se registró otro colapso descomunal del 14 al 16 de agosto de 2003, que afectó a 55 millones de personas, con pérdidas de hasta 6 mil millones de dólares (de aquel año, según mis cálculos con el IPC hoy serían 10,500 millones), varias veces el coste que habrá soportado la Península Ibérica esta semana. Wall Street ni se inmutó.

Yo no tengo miedo al euro digital pero queda claro que no debe imponerse de forma obligatoria, como anuncian algunos cerebros brillantes de la UE,  sino que ha de plantearse como una opción más (que la mayoría rechazaremos, como el DNI digital por ejemplo) porque queda demostrado que el dinero físico es imprescindible

Parece que ya se nos ha olvidado, en tan sólo unos días, que los políticos socialistas mintieron cuando avisaron que jamás ocurriría lo que acaba de pasar, que la energía nuclear es necesaria para el mix energético, que poner a políticos del partido al frente de empresas energéticas es un error porque los mejores gestores en este país casi nunca son exministros (ejemplo Rato), que no podemos depender de la electricidad y la conexión a internet para todo… etc. Son detalles que conviene no olvidar. También hay que pensar en otros elementos. Por ejemplo,  yo no tengo miedo al euro digital pero queda claro que no debe imponerse de forma obligatoria, como anuncian algunos cerebros brillantes de la UE,  sino que ha de plantearse como una opción más (que la mayoría rechazaremos, como el DNI digital por ejemplo) porque queda demostrado que el dinero físico es imprescindible. El espejismo del progreso no pasa por debilitarnos ante imprevistos. 

Hemos observado en los mercados estas últimas semanas los errores más comunes del inversor minorista: ignorar los riesgos por meses, ventas por pánico en unos pocos días y… vuelta, también en muy poco tiempo, a la extrema complacencia anterior. Cualquier gráfico bursátil de los últimos tiempos parece el electrocardiograma de alguien con arritmia severa. La facilidad con la que las empresas ganan y pierden capitalización bursátil es un síntoma de poca estabilidad, de un mercado más para especuladores que para inversores; y sinceramente, se hace difícil entender, y es una gran suerte para España, que todavía haya tantos de los segundos. No ya por lo que invierten en acciones, que al fin y al cabo poco beneficio generan al país, sobre todo por el apetito por nuestra deuda, que permite que no se dispare el coste de financiarla. Ante la enorme crisis política nacional, con un Gobierno manirroto que va repartiendo cargos a los amigos, al que apoyan todos los grupos que quieren dinamitar la España de la transición, y que reacciona a todos los desastres señalando a culpables que no lo son, resulta difícil de entender la enorme suerte que tiene de encontrar tanto dinero, especialmente foráneo, para tapar sus vergüenzas y seguir adelante un día más, sin Presupuestos, sin respaldo parlamentario y con un creciente rechazo social.

Con el terremoto en los mercados provocado por los aranceles de Trump, con tantas compañías aquí aguantando los “impuestos temporales” que les inflige el Gobierno (que sumar a los habituales), con tantas empresas pendientes de decisiones políticas y con un Ejecutivo concentrado tan sólo en la continuidad de su 'número 1', contemplar  esta semana al Ibex en máximos reales de cotización sólo se puede entender porque la bolsa no refleja la situación económica del país. Muy en especial la del Ibex, cuyas cotizadas de mayor peso viven sobre todo del negocio exterior. Esa suerte tienen los que invierten en nuestro mercado.