Creyeron que era una bruja y lo atacaron; Profepa salva a búho cara canela
En pleno 2025, en un rincón de San Luis Potosí, un búho cara canela terminó lesionado solo por ser… un búho. Su único “delito” fue aparecer en el lugar y momento equivocados ante personas que lo asociaron con la brujería. Lo atacaron, lo hirieron y, de no ser por la intervención de Protección Civil y […]

En pleno 2025, en un rincón de San Luis Potosí, un búho cara canela terminó lesionado solo por ser… un búho. Su único “delito” fue aparecer en el lugar y momento equivocados ante personas que lo asociaron con la brujería. Lo atacaron, lo hirieron y, de no ser por la intervención de Protección Civil y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), probablemente no habría sobrevivido. Este rescate no solo salvó a un ave, también abrió una conversación urgente sobre cómo la ignorancia y las supersticiones siguen afectando a nuestra biodiversidad.
¿Por qué siguen creyendo que los búhos son brujas?
Lo creas o no, muchas culturas han ligado a los búhos con la muerte, la oscuridad y la mala suerte. Desde Europa medieval, donde se creía que eran mascotas de las brujas, hasta los aztecas, que los relacionaban con Mictlantecuhtli, el dios del inframundo, los búhos han cargado con una fama injusta. Incluso hoy, en regiones rurales de México y otras partes del mundo, escuchar el canto de un búho en la noche puede generar miedo, como si su sola presencia anunciara algo malo. Este pensamiento, que debería estar ya superado, puede llevar a que personas agredan a estas aves sin entender su valor ecológico.
El búho cara canela: más silencioso, más vulnerable
El búho que fue atacado es de la especie Asio otus, también conocido como búho chico o búho cara canela. Es un ave de tamaño mediano, muy discreta, que rara vez se deja ver. No canta fuerte ni hace sonidos estruendosos, lo que lo hace pasar desapercibido para la mayoría, pero también lo vuelve más vulnerable a ataques cuando aparece fuera de su entorno habitual. Su hábitat natural incluye bosques frondosos y campos abiertos, donde caza principalmente roedores, pequeños mamíferos y aves, ayudando a mantener el equilibrio en los ecosistemas. En invierno, incluso forma grupos de hasta una docena de ejemplares en árboles como sauces y mezquites.
Lo más fascinante es su comportamiento nómada, que varía dependiendo de la disponibilidad de alimento. Algunos migran, otros permanecen estables todo el año. Esta flexibilidad los hace adaptables, pero también invisibles para muchos, lo que refuerza su misterio… y, lamentablemente, también los mitos que los rodean.
¿Cómo fue el rescate?
El pasado 3 de mayo, personal de Protección Civil entregó al búho herido a Profepa, que lo canalizó con un veterinario especializado. La agresión le causó lesiones en una de sus alas, pero gracias a la atención recibida, está en recuperación. Profepa confirmó que le dará seguimiento médico y, si su salud lo permite, lo reinsertará a su hábitat natural. Un acto de esperanza que contrasta con el temor injustificado que provocó su ataque.
Supersticiones vs ciencia: una batalla que no debería existir
Este caso pone sobre la mesa un problema que no siempre vemos: la desinformación como amenaza para la fauna silvestre. Cuando una especie es vista con miedo o prejuicio, su existencia se vuelve frágil. Por eso es vital educar, compartir información real y desmitificar ideas que pertenecen al pasado. Además, en un mundo tan conectado como el nuestro, donde la información está al alcance de todos, seguir atacando animales por supersticiones es inaceptable. No se trata solo de proteger una especie, sino de cuestionar creencias que nos desconectan de la naturaleza en lugar de acercarnos a ella.
La próxima vez que escuches a un búho en la noche, piensa en lo contrario: no trae malas noticias, trae equilibrio, control de plagas y un recordatorio de lo mágico que es el mundo natural cuando lo dejamos ser. Cuidar a estos animales no solo es responsabilidad de las autoridades. También es nuestra.