Un juez cierra dos pistas de pádel en Madrid porque el ruido molesta a sus vecinos: “Es como un campo de tiro”
La sentencia recoge unas mediciones acústicas que indican que la actividad del club, desarrollada todos los días de la semana, de la mañana a la noche, es incompatible con la vida de los residentesEl Ayuntamiento confirma que el negocio de las pistas de pádel de los Salesianos de Carabanchel carece de licencia Camino por la Avenida del Brasil un poco antes de las diez de la mañana y, de repente, una pelota amarilla cae rozándome la cabeza. Miro hacia arriba y veo a un jugador de pádel que, amablemente, me pide que la deje apoyada en un árbol para poder recuperarla una vez haya terminado su partido. Me habla desde una pista situada en la cubierta de un bloque bajo de locales comerciales, habituales en la zona de ocio. El motivo de mi visita a la zona es escribir un artículo sobre una sentencia del Juzgado de Primera Instancia número 83 del pasado mes de abril, que conmina al club de pádel IberiaMart a dejar de utilizar dos de sus pistas por las molestias ocasionadas a los vecinos. No se trata de las que están situadas a la altura del número 5 de Avenida del Brasil (desde donde ha caído la pelota) sino de otras dos en la misma terraza, pero en la arista que da a la calle Orense, donde también está el acceso al club. Aunque el club lleva más de dos décadas en la zona, fue una remodelación de sus instalaciones la que llevó a la situación que hoy han sancionado los juzgados. En el alero de Orense había una sola pista cuya situación estaba más centrada. Según refieren los vecinos, ya antes se escuchaban ruidos que ocasionaban molestias pero la situación no era tan grave. Pelota de pádel caída a la calle este martes Hacia el año 2019 se iniciaron unas obras que, mediante el cambio de orientación de la pista, consiguió encajar una segunda. A cambio, una de ellas quedó prácticamente pegada a los vecinos del número 34 de la calle Orense. Fue después del Covid cuando la situación explotó definitivamente con la constante ocupación de las pistas. Ahora, se escuchaban el doble de pelotazos y su sonido se sentía dentro de casa. El tejado sobre el que descansa el club de pádel tiene forma de una u, cuyos alzados son el número 34 y un segundo bloque contiguo. Este otro edificio comparte propietario con el edificio de IberiaMart, por lo que no ha habido conflicto con los inquilinos, que son mayoritariamente oficinas. Pero en las viviendas, la forma de u agrava el problema del ruido porque el sonido de los pelotazos en las paredes y del ajetreo de los jugadores reverbera y sube hacia arriba como si de una chimenea sónica se tratara, afectando sobre todo a las hileras G y H del edificio. Pistas de pádel afectadas por la sentencia (en verde y en azul), junto al edificio de viviendas que ha denunciado (a la derecha) Entre Orense 34 y 36 -el inmueble cuyos vecinos denunciaron al club y a la socimi propietaria del inmueble- apenas hay unos metros de distancia. Las dos pr

La sentencia recoge unas mediciones acústicas que indican que la actividad del club, desarrollada todos los días de la semana, de la mañana a la noche, es incompatible con la vida de los residentes
El Ayuntamiento confirma que el negocio de las pistas de pádel de los Salesianos de Carabanchel carece de licencia
Camino por la Avenida del Brasil un poco antes de las diez de la mañana y, de repente, una pelota amarilla cae rozándome la cabeza. Miro hacia arriba y veo a un jugador de pádel que, amablemente, me pide que la deje apoyada en un árbol para poder recuperarla una vez haya terminado su partido. Me habla desde una pista situada en la cubierta de un bloque bajo de locales comerciales, habituales en la zona de ocio.
El motivo de mi visita a la zona es escribir un artículo sobre una sentencia del Juzgado de Primera Instancia número 83 del pasado mes de abril, que conmina al club de pádel IberiaMart a dejar de utilizar dos de sus pistas por las molestias ocasionadas a los vecinos. No se trata de las que están situadas a la altura del número 5 de Avenida del Brasil (desde donde ha caído la pelota) sino de otras dos en la misma terraza, pero en la arista que da a la calle Orense, donde también está el acceso al club.
Aunque el club lleva más de dos décadas en la zona, fue una remodelación de sus instalaciones la que llevó a la situación que hoy han sancionado los juzgados. En el alero de Orense había una sola pista cuya situación estaba más centrada. Según refieren los vecinos, ya antes se escuchaban ruidos que ocasionaban molestias pero la situación no era tan grave.
Hacia el año 2019 se iniciaron unas obras que, mediante el cambio de orientación de la pista, consiguió encajar una segunda. A cambio, una de ellas quedó prácticamente pegada a los vecinos del número 34 de la calle Orense. Fue después del Covid cuando la situación explotó definitivamente con la constante ocupación de las pistas. Ahora, se escuchaban el doble de pelotazos y su sonido se sentía dentro de casa.
El tejado sobre el que descansa el club de pádel tiene forma de una u, cuyos alzados son el número 34 y un segundo bloque contiguo. Este otro edificio comparte propietario con el edificio de IberiaMart, por lo que no ha habido conflicto con los inquilinos, que son mayoritariamente oficinas. Pero en las viviendas, la forma de u agrava el problema del ruido porque el sonido de los pelotazos en las paredes y del ajetreo de los jugadores reverbera y sube hacia arriba como si de una chimenea sónica se tratara, afectando sobre todo a las hileras G y H del edificio.
Entre Orense 34 y 36 -el inmueble cuyos vecinos denunciaron al club y a la socimi propietaria del inmueble- apenas hay unos metros de distancia. Las dos primeras plantas albergan espacios de trabajo y las diez restantes residencias particulares. Los trabajadores del primero podrían sentirse como privilegiados espectadores de una localidad en primera fila y a pie de pista si no se hubieran cansado hace años de que las pelotas impactaran contra los cristales, llegando a entrar de vez en cuando al interior.
Lo primero que intentaron los propietarios afectados por los ruidos fue pedir formalmente (por burofax) que los horarios se concentraran entre las diez de la mañana y las seis de la tarde. Como no consiguieron nada, repitieron la petición, esta vez solicitando que no se utilizaran las dos pistas pegadas a los edificios. Recurrieron al Ayuntamiento de Madrid, que había dado vía libre a la reforma, pero sus mediciones acústicas validaron el uso de las pistas. Los vecinos no quedaron conformes con ellas, porque en lugar de tener en cuenta el ruido de los impactos, los sonómetros hacían una media del ruido durante una jornada, incluida la noche, lo que rebajaba el nivel de afección.
Distintos testimonios del edificio a los que ha tenido acceso este medio inciden en que el peor de los problemas es que el sonido es constante. Un golpe tras otro. El club tiene clases y también alquila las pistas de lunes a domingo. De nueve de la mañana a once de la noche. Por allí pasan aficionados, grupos de novatos o ejecutivos de la contigua zona empresarial en la Castellana. En el momento en el que pasamos por ellas están ocupadas, tanto las que dan a la calle Orense (las que son objeto de conflicto) como las de Avenida del Brasil. Ante la situación, los vecinos decidieron pasar de la reclamación administrativa a la denuncia judicial.
Ricardo Ayala, abogado de Ayala & González especializado en defensa contra los ruidos, entra en escena en 2020, cuando se plantea la vía judicial. “No pedimos indemnización por las molestias causadas durante todo este tiempo, para que quedara claro que lo que queríamos era que se dejaran de producir dichas molestias”, explica. El abogado cuenta con humor que le dijeron al juez que no hacen falta pruebas. El problema es tan notorio que, en su opinión, bastaría con que saliera de la sala y caminara diez minutos -el juzgado está situado en la calle Rosario Pino, en el mismo distrito de Tetuán- para comprobar por sí mismo la situación. “De todas formas hemos hecho un esfuerzo probatorio muy grande”, añade explicando que el juicio se ha dirimido con cuatro mediciones acústicas privadas y la participación de un perito judicial independiente, todas ellas practicadas por ingenieros de telecomunicaciones.
El informe pericial deja claro que los niveles de ruido durante los partidos de pádel contravienen la Ordenanza de Protección contra la Contaminación Acústica y Térmica del Ayuntamiento de Madrid. El porcentaje de medidas cuyos niveles sonoros están asociados a una infracción muy grave es del 47,1%, mientras que el 35,3% de las mediciones correspondan a infracción grave. El 97% de las medidas, que se llevaron a cabo en el interior y el exterior de los pisos, devolvieron incumplimientos de la norma.
La sentencia del juez hace hincapié en cómo el ruido de las pelotas chocando casi ininterrumpidamente contra las raquetas y las paredes de metacrilato son lesivas para el día a día de los vecinos. El fallo deja claro, con independencia de las particularidades técnicas que hacen difererir parcialmente las distintas mediciones, que cada vez que la raqueta golpea la pelota se superan los decibelios permitidos por la norma. Habida cuenta de que un partido de una hora podría tener -dice- un mínimo de 720 golpes, y que la actividad se prolonga desde la mañana hasta la noche, resulta obvio que la actividad de ambas pistas resulta incompatible con el desarrollo normal de la vida de los vecinos. Por ello, ordena que cese la actividad, aunque la sentencia es recurrible y por el momento los partidos de pádel continúan. Este periódico se ha puesto en contacto con el club de pádel IberiaMart para consultar si acatará la sentencia o recurrirá el fallo, pero hasta el momento no ha recibido respuesta.
Otras dos explotaciones comerciales de pádel sin licencia
El caso de la calle Orense no es el único que pone sobre la mesa el problema del ruido ocasionado por las pista de pádel situadas dentro de la ciudad consolidada. Recientemente se han vivido en Madrid situaciones conflictivas parecidas en instalaciones explotadas comercialmente dentro de sendos centros escolares salesianos, en Tetuán y Carabanchel, aunque estas se han dirimido de momento dentro de los contornos de la vía administrativa. En ambos caso el Ayuntamiento de Madrid ha advertido a la entidad religiosa que los alberga que no posee licencia para dichos negocios y debe poner fin a su actividad. Los recursos, en estos casos, han permitido seguir adelante con los partidos de pádel y el ruido para los vecinos.
Situaciones parecidas están surgiendo en otras partes de España y más allá. En Gran Bretaña –país en el que este deporte de gran crecimiento aún no tiene tanta aceptación– el pádel se ha encontrado con la oposición vecinal de los barrios más pudientes por el ruido, según publicó The Guardian. Los ingleses están acostumbrados al sonido del tenis sobre pista de hierba, pero parece que el sonido de las raquetas de pádel se les antoja insoportable.
La práctica del pádel devuelve golpes menos amortiguados que los de las raquetas de tenis, los rebotes en las paredes se añaden a los de la pista y el número de toques es notablemente superior a los de un partido del deporte matriz. Además, el tamaño de la pista, el hecho de que se juegue siempre a dobles y su extensión entre capas muy diversas de la población hace que el juego se dé más a comentarios, lamentos, felicitaciones y otras interacciones humanas. Por todo ello, las empresas proveedoras de infrestructuras se afanan en sacar al mercado vídrios especiales y otros elementos que sirvan de barrera acústica para las pistas y ayuden a mitigar el ruido. También las federaciones y asociaciones profesionales están elaborando recomendaciones técnicas, en busca de hacer coexistir las instalaciones de pádel con las viviendas. La Federación Francesa de Tenis (FFT), por ejemplo, ha hecho público recientemente un informe en el que se calcula distancias adecuadas entre las pistas y las viviendas dependiendo del entorno. En todos los casos, recomienda una distancia de más de cien metros con las casas para llegar a la la situación óptima.
Sin embargo el pádel es un deporte muy practicado, rentable, y esto propicia que las pistas se instalen en huecos urbanos, con los efectos secundarios comentados a lo largo del artículo. El abogado de este caso, Ayala, que se reconoce jugador de pádel también, cree que los ayuntamientos tienen mucho que decir y, de momento, se están inhibiendo de regular la situación en su especifidad. “Las pistas de Canal, situadas en Bravo Murillo y sin viviendas cercanas, son un ejemplo de campos situados en la ciudad que no generan molestias pero no es frecuente, la mayoría están en clubes a las afueras, polígonos, en interiores... es complicado que, por su naturaleza, el deporte del pádel se sitúe dentro de un entorno urbano sin generar problemas, es como si metiéramos el tiro al plato dentro de la ciudad”.