Toti, el chimpancé más triste, espera su libertad tras 12 años de soledad
Toti, un chimpancé de 34 años, lleva 12 años mirando el mundo desde una jaula en Bubalcó, Río Negro. Sus ojos, cargados de una tristeza que parece hablar, cuentan una vida de soledad, lejos de los abrazos y risas que su especie necesita. Pero una luz se enciende: tras una batalla judicial, la Fundación Franz […]

Toti, un chimpancé de 34 años, lleva 12 años mirando el mundo desde una jaula en Bubalcó, Río Negro. Sus ojos, cargados de una tristeza que parece hablar, cuentan una vida de soledad, lejos de los abrazos y risas que su especie necesita. Pero una luz se enciende: tras una batalla judicial, la Fundación Franz Weber y el Instituto Jane Goodall lo están entrenando para dejar atrás las rejas y mudarse a un santuario donde podría encontrar, al fin, la compañía de otros chimpancés.
Toti, el chimpancé de mirada triste, y su espera de 12 años
Toti nació en 1990 en un zoológico de Ezeiza, arrancado de su madre cuando era apenas un bebé. Desde entonces, su vida ha sido un desfile de jaulas: Florencio Varela, Córdoba y, desde 2013, Bubalcó, donde fue cambiado por un tigre blanco. En estos 12 años de aislamiento, Toti no ha tenido a nadie con quien compartir un gesto, un juego o un momento de calma. En 2023, el Tribunal Superior de Justicia de Río Negro ordenó su traslado a un santuario, y tras el rechazo de la última apelación del dueño del zoológico en 2025, un experto de la Fundación Franz Weber llegó a su lado. Día a día, le enseña a confiar, a entrar en una caja de traslado, a prepararse para un viaje que podría devolverle la vida.
El dolor de un chimpancé sin amigos
Los chimpancés son casi humanos: comparten el 98.5% de nuestro ADN, ríen, se abrazan y necesitan vivir en grupo para ser felices. Jane Goodall, la mayor experta en estos primates, describió la soledad de Toti como “una forma de tortura” en una carta de 2022. Sin compañía, en el árido clima de la Patagonia, Toti sufre ansiedad y tristeza, con riesgos para su salud. Los santuarios, como Sorocaba en Brasil o Monkey World en Reino Unido, ofrecen bosques, espacios amplios y la posibilidad de hacer amigos. Mover a Toti no es solo cambiarlo de lugar; es darle la chance de volver a sentirse vivo.
¿A dónde irá Toti?
Al principio, se soñó con llevar a Toti al Santuario Tchimpounga en África, fundado por Jane Goodall. Pero Rebeca Atencia, colaboradora de Goodall, descartó la idea por riesgos de enfermedades. Ahora, hay dos opciones: Sorocaba, Brasil, donde la chimpancé Cecilia, llegada desde Mendoza, vive entre árboles con otros 45 compañeros; o Monkey World, en Reino Unido, considerado el mejor santuario para chimpancés. Ambos lugares han acogido a primates argentinos, como Sasha y Kangoo. La clave es elegir un hogar donde Toti, que nunca ha aprendido a socializar, pueda integrarse poco a poco, con paciencia y cuidado.
El panorama de los chimpancés en Argentina
Toti no está solo en su lucha: es uno de los tres chimpancés en cautiverio en Argentina, junto a Tomy en La Plata y Yony en Luján. Todos viven sin compañía, atrapados en un país que ha dado pasos históricos. Los casos de Sandra, la orangutana, y Cecilia, la chimpancé, declaradas “personas no humanas” con derechos, han marcado un antes y un después. La petición en Change.org por Toti, con más de 166,000 firmas, refleja un cambio: la gente ya no acepta que los animales sufran por diversión. Pero el tráfico de chimpancés y la deforestación en África amenazan a la especie, y la lucha sigue.
Aunque Toti aún no ha sido trasladado, ya no está solo. Cada día es un paso más hacia una vida mejor. El entrenamiento continúa, las gestiones avanzan, y el cambio ya es irreversible. Cuando llegue ese día, Toti podrá volver a mirar a otro chimpancé a los ojos. Y quizá, por primera vez, no con tristeza, sino con esperanza. Porque cada jaula que se abre, es una cicatriz menos en la historia de nuestra relación con los animales.