La vida es un bazar

A caballo entre el ensayo y la crónica, este libro celebra la relevancia que la experiencia de ir de compras ha tenido y aún sigue teniendo en nuestras vidas. Se trata, pues, de un recorrido histórico y cultural por los rituales de compra que, en realidad, nos definen como sociedad. En este making of Mercedes Cebrián... Leer más La entrada La vida es un bazar aparece primero en Zenda.

May 10, 2025 - 05:15
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La vida es un bazar

A caballo entre el ensayo y la crónica, este libro celebra la relevancia que la experiencia de ir de compras ha tenido y aún sigue teniendo en nuestras vidas. Se trata, pues, de un recorrido histórico y cultural por los rituales de compra que, en realidad, nos definen como sociedad.

En este making of Mercedes Cebrián cuenta los motivos que le llevaron a escribir Estimada clientela (Siruela).

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¿Cómo serían nuestras ciudades si no tuviesen comercios? En 2020, durante el confinamiento, esa pregunta me asaltaba a diario. Durante los años covidianos, además del temor perenne en relación con la salud, viví miedos apocalípticos ante la perspectiva de un futuro que acabase de un plumazo con la idea de ciudad que manejamos en Europa y la convirtiera en un suburb sin siquiera un estanco donde comprar un mechero o una ferretería en la que hacerse con una bombilla que reemplace la que se te acaba de fundir. Me imaginaba plantada de por vida en medio de un escenario de calles tan vacías como las de aquellos funestos meses, sin bares ni tiendas: meras zonas residenciales como las de los extrarradios estadounidenses por donde solo transitaran repartidores de Glovo o Amazon, los únicos responsables de traernos lo que comprábamos a través de la pantalla. Para amortiguar ese miedo me puse a escribir Estimada clientela, y en parte también lo hice para explicarles a las futuras generaciones de criaturas con los pulgares hiperdesarrollados de tanto teclear en el móvil que hubo un tiempo en que salíamos a comprar cosas, esperábamos a que nos atendiesen, interactuábamos con los vendedores y después les posábamos los billetes o monedas en la mano para que ellos nos devolvieran el cambio.

Me urgía escribir ese libro que ya parecía nacer anticuado, así que me puse manos y ojos a la obra: para empezar, necesitaba saber si ya existían ensayos o crónicas similares publicados en alguna de las lenguas que puedo leer. Mi intención era establecer un diálogo con esos otros libros primos hermanos del mío, pero la búsqueda fue en vano: solamente encontré ensayos académicos estadounidenses y británicos que analizaban los espacios donde compramos, las actitudes que impulsan la compra desde la psicología, la sociología y otras disciplinas. Me interesó leerlos, sin duda, pero en ellos no encontré apenas atisbos de emoción, ni de las saudades que albergaba yo en relación con el acto de ir de compras.

"Me detuve también en el personaje de Madame Bovary, en su adicción a las compras, que solo podía ser saciada por intermediarios que acudían a su pueblo a mostrarle telas y otros artículos llegados de París"

Para seguir escribiendo me parecía urgente recopilar experiencias al respecto, propias y ajenas, y eso hice, organizándolas en carpetas virtuales imitando el modo en que los merceros disponen su mercancía: cada una en su cajita para que los botones de dos agujeros nunca se mezclen con los de cuatro y así encontrarlos con facilidad. Añoré a raudales las tiendas que ya no existen, como Almacenes Cobián o la Papelería Salazar de Madrid, y visité una exposición de rótulos comerciales antiguos organizada por el colectivo Paco Graco. Al ver tantos letreros luminosos juntos recordé repentinamente los poemas de Álvaro de Campos, el heterónimo más urbano de Pessoa, que gozaba ante los neones de las ciudades y ante los centros comerciales que surgían en aquel momento como un gran logro de la modernidad. Por supuesto, los incluí como referencia en mi libro, que iba creciendo casi desmesuradamente.

Me detuve también en el personaje de Madame Bovary, en su adicción a las compras, que solo podía ser saciada por intermediarios que acudían a su pueblo a mostrarle telas y otros artículos llegados de París: qué mejor ocasión para releer la historia de esa mujer de provincias herida de muerte por el consumo. He dicho “consumo”, sí, esa palabra que tanta antipatía despierta. Pero yo me había prometido a mí misma no escribir un alegato contra las compras: eso sí que ya está escrito y requetescrito. Yo quería permanecer, y eso hice, en la fenomenología del acto de comprar antes del aterrizaje de Amazon en nuestras vidas.

"Gran parte de este libro lo he escrito mentalmente paseando por estos pequeños comercios, entrando en ellos y comprando algo, para mirar y entender mejor ese oficio que llevó y sigue llevando a tantas personas a abrir una tienda"

Supe que en Estimada clientela debía haber un espacio dedicado a los grandes almacenes, y en él, cómo no, tenía que aparecer El Corte Inglés, donde muchos hemos pasado tan buenos ratos, no solo comprando, sino simplemente refugiándonos del calor estival bajo la protección de su aire acondicionado. Las distintas etapas de mi vida podrían explicarse a través de mis visitas al gran almacén patrio fundado por Ramón Areces.

Y dediqué también un espacio importante a nuestras preferidas de la fauna de las tiendas: las del barrio, las que no tienen sucursales y llevan décadas junto a nosotros. Esas que romantizamos de un modo algo perverso, pues bajo ningún concepto queremos que las cierren, pero después acabamos comprando lo que allí se vende en grandes superficies o incluso, para qué negarlo, por internet. Gran parte de este libro lo he escrito mentalmente paseando por estos pequeños comercios, entrando en ellos y comprando algo, para mirar y entender mejor ese oficio que llevó y sigue llevando a tantas personas a abrir una tienda, esperar a que entren los clientes y atenderlos. Cuando no quede ninguna, las echaremos mucho de menos. El homenaje, en mi opinión urgente y necesario, a esos establecimientos y a esas personas ha sido el motor de este híbrido entre ensayo y crónica que se publica esta primavera.

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Autora: Mercedes Cebrián. Título: Estimada clientela: Una celebración del arte de ir de compras. Editorial: Siruela. Venta: Todos tus libros.

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