Orgullo de Barça
La final de la Champions se decidió en seis crueles minutos: del 87 al 93, aunque jugaran más de dos horas. En el 87 marcó Raphinha un 2-3 extraterrestre que culminaba un repaso del FC Barcelona al Inter en una segunda parte de colección, tras superar un 2-0. Cuatro minutos después, Lamine, un fenómeno del arte del fútbol, lanzó un balón al poste y un minuto más tarde Acerbi forzó la prórroga. El Barça se quedó a apenas dos minutos de la gran final de la Champions en Múnich. Mereció estar allí porque fue superior al Inter, pero el meta Sommer, excelente en los momentos decisivos, y un arbitraje nefasto de Marciniak que obvió una falta clara a Gerard Martín en el 3-3 y en el que todos los detalles cayeron del lado italiano, acabaron por alejar a un gran Barça de lo que debía ser una final merecida. Los blaugrana cayeron con la cabeza alta, con orgullo y la sensación de ser superiores. Pero en Champions no siempre ganan los mejores.
La final de la Champions se decidió en seis crueles minutos: del 87 al 93, aunque jugaran más de dos horas. En el 87 marcó Raphinha un 2-3 extraterrestre que culminaba un repaso del FC Barcelona al Inter en una segunda parte de colección, tras superar un 2-0. Cuatro minutos después, Lamine, un fenómeno del arte del fútbol, lanzó un balón al poste y un minuto más tarde Acerbi forzó la prórroga. El Barça se quedó a apenas dos minutos de la gran final de la Champions en Múnich. Mereció estar allí porque fue superior al Inter, pero el meta Sommer, excelente en los momentos decisivos, y un arbitraje nefasto de Marciniak que obvió una falta clara a Gerard Martín en el 3-3 y en el que todos los detalles cayeron del lado italiano, acabaron por alejar a un gran Barça de lo que debía ser una final merecida. Los blaugrana cayeron con la cabeza alta, con orgullo y la sensación de ser superiores. Pero en Champions no siempre ganan los mejores.
