Marciniak, condescendiente, al mostrar las tarjetas a los jugadores italianos y sin saber administrar el tiempo perdido, realizó un arbitraje sin llegar a cumplir las expectativas, faltándole personalidad. Aplicó buenas ventajas pero tuvo errores de apreciación clarísimos, como en el 23’ en una falta de
Dimarco a
Lamine en la frontal. Tuvo el control del partido pero dio demasiadas explicaciones a los jugadores. Amonestó bien a
Çalhanoglu por una dura entrada sobre
Olmo, a
Íñigo Martínez por derribar a
Thuram, a
Carlos Augusto por obstrucción a Lamine y a
Bastoni por sujetar a
Lamine pero debió sacar amarilla a
Dimarco por reiteración en las faltas y en el 48’ a
Bastoni por derribar a
Raphinha.
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