El efecto del uso prolongado de somníferos: "Lo intento dejar y llegan la ansiedad, los escalofríos y el pánico"
Asociaciones de pacientes denuncian la medicalización del insomnio con somníferos que crean dependencia.

Cuando nacieron sus dos hijas, Marcos Morales decidió, por cuarta vez en su vida, que era el momento de dejarlo. Este gaditano de 37 años, llevaba desde los 15 años consumiendo, por prescripción médica, distintos medicamentos para dormir, después de que se le diagnosticara insomnio derivado de su ansiedad.
Sin embargo, lo que empezó siendo un remedio efectivo para la falta de sueño que le impedía rendir en sus estudios y tener una vida plena acabó convirtiéndose en fuente de nuevos problemas. La somnolencia le perseguía también durante el día y también a última hora de la tarde, impidiéndole llevar una rutina de ejercicio, tener una vida social plena y rendir en el trabajo. Sentía que se le había "abolido" como persona para suprimir sus síntomas. Tras seis años tomando distintos tipos de benzodiacepinas, decidió hablar con el psiquiatra y dejar por primera vez la medicación.
"Siempre que he intentado dejarlo, ha sido paulatinamente, con indicación del psiquiatra, no ha sido por mi cuenta", declara Morales. "Pero cuando llevas un cierto tiempo sin tomarlo, ya viene a ser dos semanas, tres, al mismo tiempo que vas reduciendo aparecen sensaciones y síntomas que yo no le deseo a nadie".
"Cuando llevas un cierto tiempo sin tomarlo, al mismo tiempo que vas reduciendo aparecen sensaciones y síntomas que yo no le deseo a nadie"
La de sus 21 fue la primera de cuatro veces en las que el gaditano ha intentado dejar la medicación. Siempre bajo supervisión de su psiquiatra y de forma paulatina. Siempre volviendo a los terribles síntomas físicos y psicológicos a las pocas semanas. Siempre tirando la toalla y volviendo a medicarse a pesar de la somnolencia. Su último intento, a los 32 años, cuando nacieron sus dos hijas.
"Sentía calambres en el cerebro cada dos por tres, pensamientos suicidas, rumiaciones, temblores, escalofríos, tiritera sin aparente motivo, sin frío ni nada, sino simplemente es tu propio cuerpo, desatando una serie de reacciones neurológicas que tiene que temblar como supervivencia por lo que estás sintiendo. Cada corte te produce un ataque de ansiedad, un ataque de pánico, van apareciendo síntomas nuevos que no tenías anteriormente, entonces, vuelves a retomar la medicación", relata Morales, que simplemente, ha decidido intentar subsistir con la mínima dosis de benzodiacepinas para poder estar bien. "Ya que con 15 años no tuve la suficiente conciencia para decir: 'No me meto nada'. Porque si yo volviera atrás, ya prometo que no me tomaría ni una pastilla".
Asociaciones de pacientes como Ayuda Mutua para los Trastornos de Ansiedad (Amtaes) denuncian una excesiva medicalización del insomnio, lo que lleva a muchas personas a generar una dependencia de los somníferos. "Mientras no se refuerce la atención psicológica pública y no se promueva una mayor educación emocional y prevención, muchas personas seguirán viendo en los fármacos la única salida", declara Enrique Vargas, presidente de Amtaes. "El reto está en ofrecer alternativas viables y accesibles que permitan tratar no solo los síntomas, sino las raíces del malestar".
El país con mayor consumo del mundo
En 2023, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes publicó datos que situaban a España como el país del mundo con mayor consumo de benzodiacepinas. Los datos del Ministerio de Sanidad respaldan que las ventas en farmacia de este tipo de fármacos del grupo de los hipnosedantes que, a menudo, se receta para dormir mejor por su efecto ansiolítico, hipnótico y relajante muscular, no han hecho más que aumentar en la última década.
"En general son medicamentos bien tolerados, que provocan pocos efectos adversos, lo cual no quiere decir que no entrañen riesgos, uno de los más conocidos es el síndrome de abstinencia", explica Pablo Caballero, farmacéutico del área de divulgación científica del Consejo General de Colegios de Farmacéuticos. "Si se han tomado durante mucho tiempo, se tienen que retirar muy gradualmente, para evitar que el cuerpo reaccione produciendo síntomas contrarios a los que producen el medicamento. Si se retira de golpe, va a provocar agitación, nerviosismo, ansiedad, incluso, en casos graves, convulsiones".
"Si se han tomado durante mucho tiempo, se tienen que retirar muy gradualmente, para evitar que el cuerpo reaccione produciendo síntomas contrarios a los que producen el medicamento"
¿Qué está ocurriendo en España para que cada vez se receten cada vez en mayor medida estos fármacos que entrañan un riesgo tan claro de adicción? Los psiquiatras hablan de una conjunción de factores que van de una cantidad mayor de problemas relacionados con el sueño a un sistema sanitario público que es incapaz de dar una respuesta especializada adecuada.
"Los médicos de cabecera disponen de muy poco tiempo para atender a los pacientes y disponen de muy pocos canales de derivación a servicios de salud mental, psicología, etc.", explica la doctora Celia García-Malo, coordinadora del Grupo de Estudio de los Trastornos de la Vigilia y del Sueño de la Sociedad Española de Neurología (SEN). "Una vía rápida es decir: 'El paciente no duerme, le pongo un Lorazepam'. Si un paciente tiene un problema de insomnio puntual, porque fallece un ser querido, porque tiene cualquier problema puntual y le das una benzodiacepina, estaría bien indicado. El problema es que, cuando son pacientes que tienen insomnio crónico, nadie les quita el fármaco y al final acaban volviéndose dependientes".
La doctora Marina Díaz Marsá, presidenta de la Sociedad de Psiquiatría de Madrid, admite también que la "saturación" de la atención primaria es una de las causas detrás del aumento de consumo de las benzodiacepinas Sin embargo, resalta también las conductas negativas y la falta de higiene del sueño en general como una explicación a que cada vez más pacientes lleguen a las consultas con problemas que requieren el uso de estos medicamentos. "La gente se acuesta muy tarde, con pantallas, con fuentes de luz, se tiende a alargar la hora de irse a la cama porque las jornadas laborales son largas, se hace poco ejercicio… todo eso empeora mucho la calidad del sueño", defiende la doctora Díaz Marsá, que resalta el hecho de que, "con un control médico, las benzodiacepinas no tendrían por qué generar dependencia".
La brecha de acceso al psicólogo privado
El insomnio de Salva -prefiere no dar su apellido-, un trabajador sanitario valenciano de 29 años, empezó a los 16 años. "A raíz de un bullying en el instituto me diagnosticaron ansiedad crónica. Tenía insomnios, pesadillas, deshorarios, descontrol. Por la noche me dormía a las 4 de la mañana y al día siguiente no podía rendir en los estudios o el trabajo", recuerda el joven valenciano, al que su psiquiatra le recetó Diazepam y Alprazolam, dos benzodiacepinas.
A raíz de la medicación, su descanso mejoró, aunque el efecto sedante hacía que le costara "arrancar a primera hora". Tras cuatro años en los que continuó consumiendo estas benzodiacepinas a diario, decidió empezar a retirarlas para mejorar su estado físico y mental durante sus estudios universitarios. El proceso fue difícil, pero apoyado con antidepresivos -un tipo de medicamentos que no generan dependencia- logró superarlo.
"Cualquier persona se puede encontrar en esa situación en cualquier momento de su vida"
"En primavera vuelvo a padecer lo que es el tema del insomnio por la noche e intentan dármelo pero yo soy muy cabezón y no quiero, no quiero estar sedado el resto de mi vida sino porque soy una persona muy activa", declara Salva, que, con todo, termina tomándolos durante breves periodos para poder descansar. "Cualquier persona se puede encontrar en esa situación en cualquier momento de su vida", señala.
Para Candela, que también prefiere no dar su apellido, las dificultades con el sueño llegaron hace mucho menos, concretamente, con la pandemia. Esta maestra de 35 años de Alicante vio desempleada y opositando, con una precariedad económica que le impidió recurrir entonces a un psicólogo privado. "Me costaba dormir y luego me despertaba muchísimas veces, entonces dormía alrededor de unas tres o cuatro horas diarias. Cuando me incorporé a trabajar ya era insostenible, tenía que hacer algo", recuerda la alicantina, que acudió a su médico de cabecera. Le recetó benzodiacepinas y le remitió a psiquiatría, donde le dieron cita pasados cuatro meses.
"La medicación que yo tomo me produce pesadillas y sudores, pero como no tengo ninguna otra opción pues es o tomar eso o no dormir"
"El control que he tenido por parte de psiquiatría es mínimo. La medicación que yo tomo me produce pesadillas y sudores, pero como no tengo ninguna otra opción pues es o tomar eso o no dormir", admite la maestra, que ha visto agravados sus problemas de ansiedad con los continuos cambios de lugar de trabajo que ha vivido en estos últimos años. La estabilización de su situación laboral, al menos, le ha permitido recurrir a una psicóloga privada con la que ha reunido fuerzas para tratar de abordar el dejar las benzodiacepinas este próximo verano y tratar de dormir sin medicación.
"Me preocupa muchísimo la adicción que he generado y sé que lo voy a pasar muy mal cuando decida dejar la medicación. Es algo sobre lo que no se me avisó", asegura Candela. "Ahora me encuentro con este problema. Me pusieron un parche para tratar un problema y ahora tendré dos problemas, dejar la medicación y tratar el insomnio".
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