Jonatan Armengol, activista y usuario de perro guía: "Mi perro son mis ojos, no ponemos en riesgo a nadie"

Reivindica la normalización de la discapacidad y señala los obstáculos a los que se enfrenta junto a su perro Calo.

Abr 30, 2025 - 05:52
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Jonatan Armengol, activista y usuario de perro guía: "Mi perro son mis ojos, no ponemos en riesgo a nadie"

Jonatan Armengol es un referente en el ámbito del periodismo gastronómico, la divulgación y la visibilización de la discapacidad. Ciego desde pequeño, su inseparable compañero es Calo, un perro guía que no solo le ofrece autonomía, sino también un lazo emocional inquebrantable. Coincidiendo con el Día Internacional del Perro Guía, Armengol comparte con 20minutos sus vivencias diarias, las barreras que aún persisten en la sociedad y la importancia de seguir luchando por la igualdad de derechos. Con su característico tono directo, firme y lleno de humor, desmenuza las luces y sombras de su día a día y reivindica que "ser ciego no es ninguna desgracia, es solo una condición más".

Para Jonatan Armengol, denunciar públicamente situaciones de discriminación no es nuevo. Aunque reconoce que ya no le pilla por sorpresa, ahora la posibilidad de grabar y documentar estos episodios ha supuesto una herramienta crucial para exigir respeto. "Antes era tu palabra contra la suya. Ahora hay pruebas", explica.

El periodista relataba cómo, tras regresar de un viaje de trabajo, sus suegros fueron a recogerle a la estación. Como gesto de agradecimiento, decidieron tomar algo juntos. Sin embargo, al intentar entrar en un bar, fue recibido con gritos, amenazas y un trato vejatorio. "Me dijeron que el derecho de admisión me impedía entrar con Calo. Intenté razonar, pero llegaron a amenazarme con encerrarme dentro del local", recuerda. La situación fue tan agresiva que escuchar el vídeo posteriormente le provocaba ataques de ansiedad, y tuvo que recurrir a ayuda psicológica para procesarlo.

A pesar de la dureza de la experiencia, Armengol destaca el lado positivo: el apoyo masivo en redes sociales y la creciente conciencia social. "El 99% de la gente es maravillosa. Pero también confirmé que aún hay muchos que no saben qué es un perro guía", comenta. No duda en definir a quienes se niegan a respetar estos derechos como "auténticos imbéciles tarados sociales", y reivindica que contestarles con contundencia se ha convertido en parte de su forma de afrontar la exposición pública.

La accesibilidad no es pedir privilegios, es que tengamos los mismos derechos

En su actividad diaria, Jonatan insiste en algo sencillo: "Mi perro son mis ojos". Subraya que los perros guía, como Calo, no solo tienen un adiestramiento exhaustivo, sino también controles sanitarios mucho más estrictos que cualquier mascota convencional. "No ponemos en riesgo a nadie. No hay ley que diga que por haber un alérgico en un bar, el ciego no puede entrar", sentencia. Para él, garantizar la accesibilidad no es pedir privilegios: "Es que tengamos los mismos derechos".

El entorno urbano supone sus propios desafíos. Aunque el perro guía elimina muchos peligros, Armengol identifica las escaleras descendentes y las zanjas abiertas como los obstáculos más temidos. Relata también que, pese a la ayuda de Calo, sufrió un grave accidente hace años, cuando un bolardo mal colocado le provocó la fractura de cadera al bajar de un autobús. "Si me pasa a mí con 32 años, imagínate a una persona mayor", reflexiona.

En cuanto a la interacción social, Jonatan se muestra flexible respecto a permitir que acaricien a su perro, siempre que pidan permiso y lo hagan con respeto. "No tocas la cabeza del conductor de un autobús mientras conduce, ¿verdad? Pues es lo mismo con un perro guía", ejemplifica. Sin embargo, también ha vivido situaciones surrealistas, como un viandante que, en pleno paso de peatones de la Castellana, se puso a jugar con Calo, poniendo en peligro su integridad.

Tropezar forma parte de mi idiosincrasia

Aunque asegura que no presta atención a los pequeños golpes y tropezones del día a día, "tropezar forma parte de mi idiosincrasia", admite que sus espinillas son testigos silenciosos de los obstáculos cotidianos.

Sobre su inseparable Calo, Jonatan se emociona: "Es parte de mi alma". Explica que el perro no solo interpreta señales físicas, sino también su estado emocional. "Cuando me impiden entrar en un sitio, Calo sufre porque entiende que el rechazo es por su culpa", confiesa. Por eso, a veces permite que desconocidos acaricien a Calo tras un mal trago, para recordarle que el mundo sigue estando lleno de personas buenas.

Su aventura en redes sociales también ha dejado huella. Con cerca de 650.000 seguidores, relata cómo muchas personas le paran para agradecerle la labor divulgativa que realiza. Una de las anécdotas que más le marcó ocurrió en un evento gastronómico, cuando un padre de un niño ciego le agradeció entre lágrimas haberle enseñado que "su hijo podría lograr todo lo que se propusiera".

Armengol reconoce que España ha avanzado mucho en integración social, gracias en parte a la labor de la ONCE, pero advierte: "Comparados con países como Japón o Estados Unidos, estamos en pañales en accesibilidad urbana". Aún queda mucho camino por recorrer.

Prefiero tener un hijo ciego que un hijo infeliz

De cara a su próxima paternidad, su hijo está a punto de nacer, Jonatan se muestra firme y esperanzado. A pesar de saber que existe un 50% de probabilidades de que su hijo nazca ciego debido a un factor genético, rechaza cualquier dramatismo: "No es un problema. Prefiero tener un hijo ciego que un hijo infeliz". Recuerda, además, cómo la genetista que les atendió llegó a sugerirles abortar por la discapacidad, algo que él y su mujer rechazaron de plano. "Ser ciego no me ha impedido ser feliz. Lo que quiero para mi hijo es eso, que sea buena persona y que sea feliz", afirma con rotundidad.

Sobre la pregunta de si la sociedad necesita más formación para tratar adecuadamente a las personas con discapacidad, Jonatan lo tiene claro: "Más que cursos, necesitamos normalización". La gente que ha tenido cerca a una persona con discapacidad, sostiene, no necesita formación: "Simplemente la trata como a cualquier otra persona".

Para él, la clave está en el respeto, la empatía y entender que un perro guía no es un capricho, sino una necesidad vital: "¿Por qué uso un perro guía? Igual que tú prefieres ir de Madrid a Barcelona en AVE y no andando", ironiza.

Y concluye, dejando claro el espíritu que guía su vida: "Ser ciego no es ninguna desgracia. La verdadera discapacidad es no tener humanidad".