Cifras
Se prevé que el INEGI reporte un crecimiento de entre 0 y 0.2 por ciento para la economía mexicana, con base en los datos disponibles de febrero y el indicador oportuno de actividad de marzo.

Cuando lea esto, ya conocerá el dato oportuno del PIB al primer trimestre de este año.
Seguramente se publicará algo entre 0 y 0.2%, porque los datos que tenemos al mes de febrero y el indicador oportuno de actividad a marzo llevan a una cifra en ese rango. Con esa información, el gobierno celebrará que, como dijo la presidenta, no hay “recesión técnica”, un nombre extraño para referirse a dos trimestres consecutivos de contracción.
Una recesión, propiamente hablando, ocurre cuando una caída generalizada a través de la economía, por un periodo amplio. Es una definición muy laxa, pero así es. En Estados Unidos, por ejemplo, se usan varios indicadores, como el ingreso de las personas, el empleo, las ventas al menudeo, la actividad industrial, para verificar si la tendencia a la baja realmente es general, y eso de “periodo amplio” queda al arbitrio de un comité de expertos. Acá en México ya tenemos también un comité, que supongo que también utiliza diferentes series para identificar la tendencia de la economía.
La costumbre de utilizar dos trimestres de contracción es algo más de los medios que de los organismos que recopilan información o los comités de fechado. Es una simplificación que asume que si el PIB se contrae, hay una “tendencia generalizada a la baja”, y que seis meses es suficientemente amplio. No tiene nada de malo, pero siempre es mejor esperar a los comités encargados de este tema.
Los datos del mes de febrero fueron elevados, en comparación con la tendencia que se ve desde julio pasado, y más claramente desde octubre, tanto en industria como en servicios. Sin embargo, cuando se revisa la información con más detalle, parece que se trata de un artificio estadístico. Como usted sabe, el INEGI realiza un ajuste a la información para quitar los efectos del calendario y del distinto comportamiento estacional. Es en esos datos en los que se llega a la cifra que le comenté al inicio y que supongo será similar a la que hoy se publique.
Con los datos originales, la historia es un poco diferente. A nivel agregado, en lugar de alcanzar 0.4% entre enero y febrero, los datos originales nos llevan a -0.4%. En manufacturas e industria, el ajuste eleva el dato original en casi un punto porcentual. En el comercio (mayoreo y menudeo) la elevación es de 2 puntos, casi igual que en transporte.
La causa de la diferencia, dicen, es que en 2024 febrero tuvo 29 días, y no 28 como en este año, de forma que hay que corregir esa diferencia. Sin embargo, este año, Semana Santa cayó en abril, a diferencia del año pasado, de manera que en marzo el ajuste estacional tendría que contraer lo que resulte en el dato original, en el doble de lo que se incrementó en febrero (dos días contra uno).
En mi servicio bajo suscripción (macario.substack.com) aparecen más detalles que pueden ser útiles para quienes quieran ahondar en estos temas. Aquí lo relevante es tener muy claro que, más allá de lo que se pueda utilizar para la propaganda, el deterioro de la actividad económica no parece detenerse, sin importar si le quieren llamar recesión o no.
Hay que insistir en que esta dinámica negativa es de fabricación interna, y todavía no se registra un impacto externo. Con el triunfo de Donald Trump, en noviembre, las empresas estadounidenses aceleraron sus importaciones, previendo la locura arancelaria. Mientras que el crecimiento anual promedio de esas importaciones no llegaba al 4%, entre noviembre y febrero se elevó a 18%. Pero la parte correspondiente a México no sufrió cambio, mantuvo el crecimiento de la década previa, 6.5%.
Si se quiere crecimiento, tendrá que ser vía el consumo y la inversión. De momento, no se ve cómo.