David Galván: «Han sido sensaciones únicas, de las faenas más bonitas de mi vida»
Tarde de buenos toros de Alcurrucén y de desempeños desiguales la vivida este 30 de abril en la Maestranza. El Fandi no tuvo su mejor día en esta tarde de preferia al no entenderse con los toros. Así lo sintió el granadino con el primero, tal y como expresó a los micrófonos de Radio Sevilla : «Desde el principio, hemos estado agarrados al suelo, ha costado desplazarse. Había que llegarle mucho para que se soltara. Cuando salen con la cara por encima del palillo, cuesta trabajo que la gente se meta». Aunque probó y probó, no consiguió el resultado esperado, obteniendo el silencio de la grada: «Creo que he probado de las tres formas que yo creía oportunas, pero el toro siempre ha estado muy parado, nunca ha galopado suelto para moverse. Así siempre cuesta más trabajo«. La otra cara de la moneda la experimentó David Galván con Pelucón , el segundo toro de la tarde, al que a punto estuvo de cortarle las dos orejas, pero que finalmente se tuvo que conformar con una sonora ovación del respetable, entregado a su faena: «He podido sentir el toreo con este marco tan especial y ha sido una faena muy sentida. Han sido sensaciones únicas, de las faenas más bonitas de mi vida , y que haya sido en este marco ha sido muy especial«. Al respecto de los problemas con la espada del isleño y de los sinsabores que viene arrastrando, expresó que necesito y deseo que Sevilla pueda verme expresarme con plenitud y que se redondeen las cosas, porque intento entregarlo todo en el día a día y hoy he venido aquí a por ello«. No pudo ser con el quinto de la tarde. Favorito, cuya actuación volvió a estar condicionada por su espada. Algo que no impidió una nueva ovación de la Maestranza. Por su parte, Ginés Marín no hizo una mala faena ante sus toros, si bien le faltó terminar de encontrar la complicidad con los animales, como señaló tras el tercero de la tarde: «Tenía buena clase, pero decía poquito. Le faltaba enterrarse abajo y que aquello cogiese profundidad. Ha tenido cosas buenas el toro, he estado a gusto con él y he podido disfrutarlo, pero no transmitía arriba lo que me hubiese gustado». No perdía la esperanza el jerezano de obtener el favor del público: «Estoy seguro de que en cuanto uno meta la cara veinte veces por derecho se van a volcar más«. Pero tendrá que ser otro día, porque el último toro de la tarde del 30 de abril no le dejó muchas posibilidades.
Tarde de buenos toros de Alcurrucén y de desempeños desiguales la vivida este 30 de abril en la Maestranza. El Fandi no tuvo su mejor día en esta tarde de preferia al no entenderse con los toros. Así lo sintió el granadino con el primero, tal y como expresó a los micrófonos de Radio Sevilla : «Desde el principio, hemos estado agarrados al suelo, ha costado desplazarse. Había que llegarle mucho para que se soltara. Cuando salen con la cara por encima del palillo, cuesta trabajo que la gente se meta». Aunque probó y probó, no consiguió el resultado esperado, obteniendo el silencio de la grada: «Creo que he probado de las tres formas que yo creía oportunas, pero el toro siempre ha estado muy parado, nunca ha galopado suelto para moverse. Así siempre cuesta más trabajo«. La otra cara de la moneda la experimentó David Galván con Pelucón , el segundo toro de la tarde, al que a punto estuvo de cortarle las dos orejas, pero que finalmente se tuvo que conformar con una sonora ovación del respetable, entregado a su faena: «He podido sentir el toreo con este marco tan especial y ha sido una faena muy sentida. Han sido sensaciones únicas, de las faenas más bonitas de mi vida , y que haya sido en este marco ha sido muy especial«. Al respecto de los problemas con la espada del isleño y de los sinsabores que viene arrastrando, expresó que necesito y deseo que Sevilla pueda verme expresarme con plenitud y que se redondeen las cosas, porque intento entregarlo todo en el día a día y hoy he venido aquí a por ello«. No pudo ser con el quinto de la tarde. Favorito, cuya actuación volvió a estar condicionada por su espada. Algo que no impidió una nueva ovación de la Maestranza. Por su parte, Ginés Marín no hizo una mala faena ante sus toros, si bien le faltó terminar de encontrar la complicidad con los animales, como señaló tras el tercero de la tarde: «Tenía buena clase, pero decía poquito. Le faltaba enterrarse abajo y que aquello cogiese profundidad. Ha tenido cosas buenas el toro, he estado a gusto con él y he podido disfrutarlo, pero no transmitía arriba lo que me hubiese gustado». No perdía la esperanza el jerezano de obtener el favor del público: «Estoy seguro de que en cuanto uno meta la cara veinte veces por derecho se van a volcar más«. Pero tendrá que ser otro día, porque el último toro de la tarde del 30 de abril no le dejó muchas posibilidades.
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