Yo Ucrania y tú Groenlandia
A Vladimir Putin solo le faltó decir en público lo que, quién sabe, quizá le dijo en privado a su nuevo mejor amigo, Donald Trump (aunque es altamente probable...

A Vladimir Putin solo le faltó decir en público lo que, quién sabe, quizá le dijo en privado a su nuevo mejor amigo, Donald Trump (aunque es altamente probable que sean amigos y colaboradores desde hace mucho): «Querido Donald, repartámonos el mundo; para empezar, yo me quedo con Ucrania y tú, con Groenlandia». Si Putin hubiera dicho tal cosa, Trump habría asentido con una amplia sonrisa.
No hay registro conocido sobre qué se dijeron textualmente durante la larga conversación que el autócrata ruso y su admirador y aspirante a autócrata americano mantuvieron hace unos días (aunque Trump ha insinuado en varias ocasiones que habla con Putin a menudo). Sí sabemos que se entendieron bien, porque es fácil llegar a acuerdos cuando una de las dos partes está dispuesta a dar la razón a la otra. Y Trump siempre ha creído que Putin está en lo cierto y tiene buenos motivos para poner en marcha las trapacerías que organiza. En eso, el inquilino de la Casa Blanca envidia al inquilino del Kremlin, y es una mala noticia para la pervivencia de la democracia liberal en Occidente, si se tiene en cuenta que Estados Unidos ha sido, hasta ahora, el motor de ese sistema político tan exitoso.
Se considera que un negocio entre dos consiste en que las dos partes obtengan un beneficio. Si una parte sale beneficiada y la otra solo sufre un perjuicio, eso no es un negocio sino una estafa. Siguiendo ese criterio, Putin y Trump han hecho algunas declaraciones públicas que permiten deducir los acuerdos, tácitos o formales, a los que llegaron en aquella conversación conocida, o en la suma de esa con las que desconocemos, pero que se sabe que mantienen.
Donald Trump ha reconocido que habrá «concesiones territoriales» a Rusia, que alcanzarán, al menos, a los kilómetros cuadrados de tierra ucraniana que ya controla el Ejército de Putin. Y, como añadido, Rusia y Estados Unidos se repartirán determinados recursos naturales de Ucrania, como si saquear a otros países fuese una costumbre legalizada en la esfera internacional.
Y, dado que Estados Unidos reconoce de facto el derecho de Rusia a invadir y apropiarse de otro país, como contrapartida Rusia parece dispuesta a reconocer el derecho de Estados Unidos a hacer lo propio. Así, el dictador ruso se ha expresado con absoluta normalidad al respecto, al confirmar que «los planes de Trump en relación a Groenlandia son serios y tienen raíces históricas». Esas supuestas raíces históricas son, precisamente, las que reivindica Putin para justificar su apropiación indebida de Ucrania.
Como complemento, Trump y Putin comparten el anhelo de deponer al presidente ucraniano Zelenski y sustituirlo por un títere de Moscú, como el de Bielorrusia. Todo se andará.