El bar más alucinante de España está en mitad del desierto y hasta llegar en moto “era una puta odisea”: está cerrado, pero a veces abre en secreto

El rumor fue creciendo entre el público que había acudido a un pequeño festival de rock celebrado en un camping de Los Escullos, en Almería: “Esta noche va abrir el Bar de Jo”. Se decía en bajito, como para que no se enterara todo el mundo. “¿Qué es eso del Bar de Jo?”, le pregunte a un amigo. “Ya lo verás, vas a flipar”, me dijo. Y vaya si flipe. Eran, por lo menos, las tres de la madrugada y estábamos siguiendo, bastante perjudicados, a varios amigos que iban casi peor que nosotros por unos caminos inescrutables, sin luz, por mitad del desierto. Pocos meses después, se publicó en España el libro que narraba la historia del Bar de Jo, escrito por F. Lefer y Martín Bellaco –coautor, también, del mejor fanzine de la historia de España, el inefable Mondo Brutto, y asiduo del garito–. Enseguida me sentí identificado por algunos de sus pasajes: “Llegar al bar era una puta odisea, aparcabas en la rambla y tirabas andando y luego terminabas bajando por unas cuadras hasta llegar al bar y flipabas, de pronto aquello era ¡una puta nave espacial llena de malotes salida de la nada!” En mitad de la noche podías encontrar algunas indicaciones ininteligibles para llegar al bar, pero no ayudaban demasiado. Mejor ir con alguien que ya haya ido. Y es que, cuando ya pensábamos que nuestros colegas habían perdido la chaveta, apareció el Bar de Jo. Y, en efecto, era como encontrarse una nave espacial o, más bien, un campamento de una banda de saqueadores de Mad Max. En un espacio enorme se amontonaban trozos de motos, varios escenarios, una especie de jaima con alfombras y almohadas y hasta una especie de yate encaramado sobre dos columnas de madera al que podías subir por tu cuenta y riesgo. Aunque había varias barras, solo una estaba operativa, y servía sin parar latas de cerveza del Mercadona tiradas de precio: luego nos contaron que esto no era habitual, pues la cerveza oficial del Bar de Jo era la Fink Bräu de Lidl. Estuvimos allí varias horas, hasta al amanecer, y cuando nos fuimos porque apenas nos teníamos en pie no tenía ninguna pinta de que el bar fuera a cerrar. Aunque, como supimos después, llevaba oficialmente cerrado al menos cuatro años. Joseph Alfred Belle, Jo para los amigos. Breve historia del bar de Jo El Bar de Jo funcionó ininterrumpidamente entre 1993 y 2017. En agosto de ese año una vecina de una de las pocas casas cercanas al bar –al parecer una conocida actriz secundaria que hacía de pescadera en Torrente y había sido habitual del garito hasta que comenzó a molestarle– presentó una denuncia por incumplir los horarios establecidos y carecer de licencia de apertura, por lo que el establecimiento fue precintado el siguiente diciembre por las autoridades competentes. Durante 23 años, el Bar de Jo estuvo funcionando en verano y, a juzgar por las crónicas de la época, se debían montar unas buenas juergas. Al comienzo, el bar era poco más o menos un chiringuito cercano a la playa, que montó el francés Joseph Alfred Belle, al que todo el mundo conoce como Jo. Este motero irredento natural de Grenoble (Francia), había acabado en el Cabo de Gata tras sufrir un accidente de moto. Como cuentan Lefer y Bellaco en su libro dedicado al bar, la zona acababa de ser declarada Parque Natural y era de lo más salvaje que se podía encontrar en España: un paraíso al que casi no llegaba nadie porque estaba pesimamente comunicado. Joe Strummer celebraba en el Bar de Jo sus cumpleaños. Un año se unió al concierto Mike Jones. Es lo más cerca que ha habido nunca a una reunión de los Clash. Su chiringuito estaba en mitad de la nada, no molestaba a nadie y podías llegar en moto –si encontrabas el camino– hasta la mismísima barra. Pronto empezó a crecer y atraer a más gente, pero, aunque siempre fue un bar clandestino, durante más de 20 años siguió operando como si nada. Uno de sus clientes habituales fue, desde 1997 y hasta su muerte, el líder de los Clash Joe Strummer, que se había comprado una casa en el cercano pueblo de San José después de rodar la película Straight to hell (Alex Cox, 1987). Strummer flipó con el bar y, desde que lo conoció celebró allí todos sus cumpleaños. “El Bar de Jo era el sitio favorito del mundo para Joe”, le contó a Bellaco la viuda de Strummer, Lucinda Tait. “Realmente apreciaba a Jo, podían pasarse toda la noche los dos hablando en franespanglish. Del primero al último de nuestros días de estancia en San José fuimos siempre al Bar. Joe amaba ese Bar y tenía un enorme respeto por Jo por haber creado un sitio tan maravilloso. Para él, estar en el JoBar fue siempre una aventura y disfrutó de cada segundo que pasó allí”. El difícil regreso del Bar de Jo Aunque, obviamente, no todos eran famosos, el Bar de Jo –como todos los buenos bares– fue generando sus propios parroquianos y, t

May 15, 2025 - 02:58
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El bar más alucinante de España está en mitad del desierto y hasta llegar en moto “era una puta odisea”: está cerrado, pero a veces abre en secreto

El bar más alucinante de España está en mitad del desierto y hasta llegar en moto “era una puta odisea”: está cerrado, pero a veces abre en secreto

El rumor fue creciendo entre el público que había acudido a un pequeño festival de rock celebrado en un camping de Los Escullos, en Almería: “Esta noche va abrir el Bar de Jo”. Se decía en bajito, como para que no se enterara todo el mundo. “¿Qué es eso del Bar de Jo?”, le pregunte a un amigo. “Ya lo verás, vas a flipar”, me dijo.

Y vaya si flipe. Eran, por lo menos, las tres de la madrugada y estábamos siguiendo, bastante perjudicados, a varios amigos que iban casi peor que nosotros por unos caminos inescrutables, sin luz, por mitad del desierto.

Pocos meses después, se publicó en España el libro que narraba la historia del Bar de Jo, escrito por F. Lefer y Martín Bellaco –coautor, también, del mejor fanzine de la historia de España, el inefable Mondo Brutto, y asiduo del garito–. Enseguida me sentí identificado por algunos de sus pasajes: “Llegar al bar era una puta odisea, aparcabas en la rambla y tirabas andando y luego terminabas bajando por unas cuadras hasta llegar al bar y flipabas, de pronto aquello era ¡una puta nave espacial llena de malotes salida de la nada!”

Indicaciones En mitad de la noche podías encontrar algunas indicaciones ininteligibles para llegar al bar, pero no ayudaban demasiado. Mejor ir con alguien que ya haya ido.

Y es que, cuando ya pensábamos que nuestros colegas habían perdido la chaveta, apareció el Bar de Jo. Y, en efecto, era como encontrarse una nave espacial o, más bien, un campamento de una banda de saqueadores de Mad Max. En un espacio enorme se amontonaban trozos de motos, varios escenarios, una especie de jaima con alfombras y almohadas y hasta una especie de yate encaramado sobre dos columnas de madera al que podías subir por tu cuenta y riesgo.

Aunque había varias barras, solo una estaba operativa, y servía sin parar latas de cerveza del Mercadona tiradas de precio: luego nos contaron que esto no era habitual, pues la cerveza oficial del Bar de Jo era la Fink Bräu de Lidl.

Estuvimos allí varias horas, hasta al amanecer, y cuando nos fuimos porque apenas nos teníamos en pie no tenía ninguna pinta de que el bar fuera a cerrar. Aunque, como supimos después, llevaba oficialmente cerrado al menos cuatro años.

Jo Joseph Alfred Belle, Jo para los amigos.

Breve historia del bar de Jo

El Bar de Jo funcionó ininterrumpidamente entre 1993 y 2017. En agosto de ese año una vecina de una de las pocas casas cercanas al bar –al parecer una conocida actriz secundaria que hacía de pescadera en Torrente y había sido habitual del garito hasta que comenzó a molestarle– presentó una denuncia por incumplir los horarios establecidos y carecer de licencia de apertura, por lo que el establecimiento fue precintado el siguiente diciembre por las autoridades competentes.

Durante 23 años, el Bar de Jo estuvo funcionando en verano y, a juzgar por las crónicas de la época, se debían montar unas buenas juergas. Al comienzo, el bar era poco más o menos un chiringuito cercano a la playa, que montó el francés Joseph Alfred Belle, al que todo el mundo conoce como Jo.

Este motero irredento natural de Grenoble (Francia), había acabado en el Cabo de Gata tras sufrir un accidente de moto. Como cuentan Lefer y Bellaco en su libro dedicado al bar, la zona acababa de ser declarada Parque Natural y era de lo más salvaje que se podía encontrar en España: un paraíso al que casi no llegaba nadie porque estaba pesimamente comunicado.

Clash Joe Joe Strummer celebraba en el Bar de Jo sus cumpleaños. Un año se unió al concierto Mike Jones. Es lo más cerca que ha habido nunca a una reunión de los Clash.

Su chiringuito estaba en mitad de la nada, no molestaba a nadie y podías llegar en moto –si encontrabas el camino– hasta la mismísima barra. Pronto empezó a crecer y atraer a más gente, pero, aunque siempre fue un bar clandestino, durante más de 20 años siguió operando como si nada.

Uno de sus clientes habituales fue, desde 1997 y hasta su muerte, el líder de los Clash Joe Strummer, que se había comprado una casa en el cercano pueblo de San José después de rodar la película Straight to hell (Alex Cox, 1987). Strummer flipó con el bar y, desde que lo conoció celebró allí todos sus cumpleaños.

“El Bar de Jo era el sitio favorito del mundo para Joe”, le contó a Bellaco la viuda de Strummer, Lucinda Tait. “Realmente apreciaba a Jo, podían pasarse toda la noche los dos hablando en franespanglish. Del primero al último de nuestros días de estancia en San José fuimos siempre al Bar. Joe amaba ese Bar y tenía un enorme respeto por Jo por haber creado un sitio tan maravilloso. Para él, estar en el JoBar fue siempre una aventura y disfrutó de cada segundo que pasó allí”.

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El difícil regreso del Bar de Jo

Aunque, obviamente, no todos eran famosos, el Bar de Jo –como todos los buenos bares– fue generando sus propios parroquianos y, también, sus propios ritos.

El bar estuvo abierto siempre a todo el mundo, pero, como explican los amigos de Mondo Brutto en su libro, para ser considerado un habitual había que pasar por un bautismo: “El futuro o la futura bautizada, de rodillas, se ponía un viejo casco del Jo, sobre el casco un grueso madero que servía para cortar los limones y arriba del todo una lata de cerveza. Enfrente, un miembro de la Tripulación enarbolaba un gigantesco mazo de madera con el que espachurraba brutalmente la cerveza del interfecto que quedaba, lógicamente, bendecido si lograba sobrevivir al Batismo”.

Además de la Fink Bräu, en el Bar de Jo se servía un chupito marca de la casa, el Tóxico, que configura otra de las leyendas del lugar. “La receta de los chupitos tóxicos se inspira en el 'Rhum Arrangé' elaborado en la isla de Reunión, enclave francés del archipiélago de las Mascareñas, en el sudoeste del océano Índico, presuntamente aderezado por finas y acogolladas hierbas”, explican en el libro. “Sin embargo, nadie salvo el propio Jo, conoce la receta original”.

En la actualidad el Bar de Jo está cerrado y desde 2017 solo ha abierto en contadísimas ocasiones, de forma absolutamente secreta y sin previo aviso, pero como explica Bellaco en un artículo publicado en la revista Cañamo, no es descartable que pudiera regresar en un futuro:  “Se está intentando, claro, pero poner de acuerdo a tres administraciones distintas, Ministerio de Medio Ambiente, Ayuntamiento y Comunidad, es tarea ardua. Ardua pero no imposible. En esas estamos”.

Imágenes | El Bar de Jo

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La noticia El bar más alucinante de España está en mitad del desierto y hasta llegar en moto “era una puta odisea”: está cerrado, pero a veces abre en secreto fue publicada originalmente en Directo al Paladar por Miguel Ayuso Rejas .