Aguafuertes sudacas: Muérase, sea un héroe

Y luego, como suelen, no conformes, demandarían más y más a esta pobre escribiente. ¿Y entonces? ¡ENTONCES VENDRÍA LA CARNICERÍA QUE TANTO LES GUSTA! ¡El ocaso de la ídola! ¡El final sin flashes de la que supo verle la cara a dios pero no qué hacer con eso! Porque claro, al codearme con los más célebres, al recibir ciertos premios ilustrísimos y elogios que confirmarían mi fatídico estado de sublime me vería yo obligada a sostener, a escribir sandeces como máquina de hacer chorizo, a firmar cientos de libros a una fila interminable de gentes con las que no me interesa en absoluto comunicarme. ¿Y todo para qué? Para conservar mi privilegiado lugar. ¿Y todo para qué? Para que ustedes me quieran. No. No me lo aguantaría. No tengo con qué… Y así volvería entonces a trabajar en mi humilde negocito de compra-venta, a pasear al perro y a escribir mis habituales pavadas.

No debiera decir esto, pero si Cristo no hubiera sido crucificado no hubiese sido Dios. Dos días después a la gente se le pasaba el frenesí del novedoso mesías y el tipo terminaba vendiendo ballenitas en el subte. Así que morir a tiempo es el plan perfecto. Y escuche, que viene lo mejor. Tras mi sorpresivo deceso estas aguafuertes serán algo sagrado. El deseo de la finada de lograr la meta y morir por ello, ¡me emociono sólo pensarlo! Los pocos que me megustean por la red social irán corriendo a contarle a los compañeros zendianos que ha muerto esa a la que nunca conocieron. Mis maestros, Juan Campanella, Kartun, sentirán que se les contrae el pecho y se preguntarán si hubieran podido ayudarme algo más en vida. ¡UNA TIPA GENIAL! (Dirán). ¡PERSEVERANTE! ¡INGENIOSA!  ¡DESINTERESADA! ¡DESESTRESADA! ¡AY, QUE PENA, AY!

Y hay todavía más… (ya termino, no me jorobe). Si yo muero en el intento y después logra mi madre lisiada cierta plaquita con mi nombre en alguna callejuela, entonces seré más soberbia que Calcuta la santa. ¡Un poema! Y eso es lo que me importa (aquí el momento de la confesión). Todo lo que suelo escribir es farsa. ¡Me interesa un bledo a mí la revolución! Nadie quiere el bien de nadie salvo el propio ¡y mucho menos yo! ¿No se dio cuenta? ¡Nadie quiere un mundo mejor sino los aplausos que por intentarlo recibe! ¡A nadie le importa la paz sino los megusta que obtiene en Twitter por postear la foto que dice que le importa la paz! Si ya lo dijo Napoleón, tontolona: la revolución fue por vanidad, la libertad… una excusa… Morir enaltece, señoras, lo he leído hoy en Instagram, y además ahorra el derrape.

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