Monzón: De la Reconquista al Opus

Aquella detención, dirá después Enrique Líster, le salva la vida. Sus compañeros del PCE lo habían condenado a muerte: sicarios de su propio partido esperaban para matarlo antes de llegar a Toulouse, donde había sido citado por La Pasionaria y por Santiago Carrillo. Escribió Manuel Vázquez Montalbán que Monzón fue una de las figuras más... Leer más La entrada Monzón: De la Reconquista al Opus aparece primero en Zenda.

May 10, 2025 - 00:41
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Monzón: De la Reconquista al Opus

8 de junio de 1945. Hace tiempo que la Guerra civil ha terminado, pero muchos siguen la lucha por su cuenta. La policía entra en la casa de Jaume Serra, uno de los líderes de Joventut Combatent, un grupo al que se le atribuye el asesinato del jefe de la Falange de Reus. En la casa encuentran, enfermo en la cama, al líder comunista Jesús Monzón. Sus documentos falsos son tan buenos que lo ponen en libertad. Cuando sale de la Jefatura de Barcelona un policía lo reconoce y lo detiene en el acto. Lo trasladan a Bilbao y luego al presidio de Ocaña.

Aquella detención, dirá después Enrique Líster, le salva la vida. Sus compañeros del PCE lo habían condenado a muerte: sicarios de su propio partido esperaban para matarlo antes de llegar a Toulouse, donde había sido citado por La Pasionaria y por Santiago Carrillo.

Escribió Manuel Vázquez Montalbán que Monzón fue una de las figuras más fascinantes del comunismo español, un personaje barojiano, uno de los atletas morales “que hicieron posible la vanguardia republicana y la vanguardia de la resistencia”. Y es que Monzón, que había ostentado diversos cargos durante la República y la guerra, abandonó España en el mismo avión que La Pasionaria pero, a diferencia de la dirección del PCE, permaneció en Francia organizando la resistencia de los refugiados españoles contra la ocupación nazi. Con Manuel Azcárate y Gabriel León Trilla lideró la Agrupación de Guerrilleros Españoles y formó también la Unión Nacional, que publicaba una hoja informativa bajo el inequívoco nombre de Reconquista de España.

En 1943 volvería a cruzar los Pirineos para poner en funcionamiento la Junta Suprema de Unión Nacional, que contó con un amplio grupo de representantes de diversas organizaciones de izquierdas e incluso con algún franquista desencantado. Llegó a entablar contactos con grupos católicos, con Juan March y con el cardenal Segura. Aquel éxito sería parte de su condena.

Con la mente siempre puesta en España, más de 10.000 españoles lucharon bajo sus órdenes contra los nazis. En octubre de 1944, esperando que la situación internacional fuese propicia, buena parte de estos guerrilleros invadieron el Valle de Arán y se hicieron con varias poblaciones. El susto del gobierno franquista fue proporcional a la dureza con la que reprimió al pequeño ejército enemigo. La Operación Reconquista, que así se llamó al intento invasor, acabó siendo un desastre.

Organizada al margen de los dirigentes que residían en Moscú, la operación contó desde el principio con las reticencias de muchos jefes comunistas, que preferían una penetración lenta por diversos puntos del país. Monzón y sus partidarios, por el contrario, pensaban que aquel golpe de mano podía hacer daño al franquismo y provocar un alzamiento popular.

Se quedó en tierra de nadie. En 1948 fue condenado a treinta años de prisión, de los que cumplió trece. Ese mismo año el PCE anunció su expulsión de forma paralela a la depuración de sus colaboradores más cercanos. Fue acusado de ser un traidor, un agente del imperialismo cuya misión era liderar una operación suicida con el fin de aniquilar a sus propios hombres. Durante años los comunistas vertieron falsas acusaciones sobre su persona: que si era un burgués al que le gustaban las señoras y las gambas, que si era homosexual, que si un capitalista… No podían tolerar que les hiciese sombra.

En la cárcel, aislado de sus antiguos compañeros, se dedicó a estudiar inglés y, a pesar de ser ateo, se convirtió en monaguillo del capellán. Liberado en 1959, recalaría en México, donde el Opus Dei le daría trabajo en una escuela de negocios. Fue así, bajo el manto del Opus, como volvió a España para fundar y dirigir el Instituto Balear de Estudios de Dirección de Empresas (IBEDE). Allí, reverdeciendo el espíritu de la Unión Nacional, y participando ya en una Transición en ciernes, invitaría a debatir a personajes como Ramón Tamames, Camilo José Cela, Francisco Fernández Ordóñez, Joaquín Garrigues Walker, Julián Marías o José Luis Sampedro.

En 1986, él había fallecido en 1973, con la llegada de Gerardo Iglesias a la dirección del PCE, Monzón fue rehabilitado junto a otros dirigentes comunistas represaliados. Su nombre, sin embargo, quedaría en el olvido mientras perviven en el imaginario colectivo y en el callejero los nombres de aquellos supuestos camaradas que intentaron acabar con su vida.

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