Mario Vaquerizo estalla como nunca por su veto en ‘La Revuelta’ de Broncano: «Me dijeron…»

Broncano y Motos: una rivalidad más allá del ‘prime time’. La competencia por liderar el entretenimiento nocturno en España no solo se libra en audiencias, sino también en la percepción pública de sus presentadores estrella. David Broncano y Pablo Motos representan dos estilos antagónicos de televisión: el humor ácido y la cercanía improvisada frente a ... Leer más

Abr 14, 2025 - 14:13
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Mario Vaquerizo estalla como nunca por su veto en ‘La Revuelta’ de Broncano: «Me dijeron…»

Broncano y Motos: una rivalidad más allá del ‘prime time’.

La competencia por liderar el entretenimiento nocturno en España no solo se libra en audiencias, sino también en la percepción pública de sus presentadores estrella. David Broncano y Pablo Motos representan dos estilos antagónicos de televisión: el humor ácido y la cercanía improvisada frente a la producción calculada y las entrevistas promocionales. Esta dualidad convierte cualquier movimiento de ambos en munición mediática, y cada invitado se convierte en una declaración de intenciones. Incluso las ausencias hablan más fuerte que algunas entrevistas.

La tensión entre ambos formatos se ha intensificado desde el estreno de La Revuelta, el nuevo espacio de TVE que marca el regreso de Broncano a la televisión pública. Su éxito ha reavivado comparaciones con El Hormiguero, donde Motos sigue consolidado tras años de liderazgo. En este contexto de alta competitividad, cada veto, invitación o ausencia cobra un significado especial, como ha ocurrido recientemente con Mario Vaquerizo. El showbusiness español no es ajeno a estas disputas encubiertas que se disfrazan de decisiones editoriales.

A Mario Vaquerizo le han vuelto a preguntar por La Revuelta. Después de que el vocalista de Nancys Rubias diera a entender que estaba vetado en el programa de David Broncano, insiste ahora en que todavía no le han llamado para que asista como invitado. El silencio por parte del equipo del programa no ha hecho más que alimentar la especulación. Lo que comenzó como una anécdota se ha transformado en un tema de conversación en los pasillos de la televisión.

Un silencio que se vuelve ruido.

“Yo llamé y dije que quería ir, pero me dijeron que no interesaba”, recuerda el marido de Alaska en una entrevista con The Objective. Un mes después de hacer pública esta situación, sigue sin recibir la ansiada oferta. “No, no llaman”, asegura Vaquerizo antes de mostrar su “respeto” por la “línea editorial” de La Revuelta. A pesar de la decepción, no oculta un tono de resignación elegante que busca evitar el drama abierto.

El madrileño dice que no quiere entrar en “ningún enfrentamiento” con el exitoso programa de TVE, y aunque admite que “cada uno en su casa hace lo que quiere”, recuerda que La Revuelta se emite en la cadena pública: “A la casa de todos tiene que ir todo el mundo”, contesta rotundo. Con esta frase, subraya la responsabilidad de pluralidad que debería regir a un medio financiado por todos los ciudadanos. El mensaje tiene una carga política suave, pero contundente.

Aun así, sus declaraciones no son agresivas ni buscan la confrontación directa. De hecho, Vaquerizo evita dramatizar la situación, como si ya estuviera acostumbrado a moverse en estos terrenos ambiguos del espectáculo. Su experiencia en la televisión le ha enseñado que a veces conviene más insinuar que atacar. Pero sus palabras no dejan de ser una pulla vestida de cortesía.

El peso simbólico de una invitación.

En cualquier caso, parece tener bastante claro que es La Revuelta quien sale perdiendo. “Si este señor [David Broncano] no quiere que yo vaya a su programa, él se lo pierde porque le voy a dar una entrevista maravillosa”, bromea el tertuliano de Tardear (Telecinco), que tiempo atrás también compartió mesa con Pablo Motos en El Hormiguero. “A lo mejor no hablamos el mismo idioma… y no pasa absolutamente nada”, añade con ironía. Detrás del humor, se percibe cierta frustración contenida.

El comentario no es inocente: Vaquerizo, con su estilo excéntrico y sin filtros, ha sabido navegar entre distintos platós con naturalidad. Que un programa tan mediático como La Revuelta prescinda de su presencia no pasa desapercibido. En el juego de la televisión, los silencios también comunican, y en este caso, refuerzan la percepción de que Broncano elige con precisión quirúrgica a quién dar pantalla. Y cada elección, o no elección, suma o resta aliados.

Así, más allá de la anécdota, el episodio reaviva una conversación sobre la diversidad de voces en la televisión pública, y pone de relieve que, en la batalla por el late night, los gestos importan tanto como las palabras. Lo que se decide entre bambalinas puede tener un impacto tan notorio como lo que se dice frente a cámara. Y mientras tanto, la audiencia observa, juzga… y compara.