El sindicato de inquilinas asesora a los inmigrantes a cambio de que adopten el catalán como "lengua de militancia"
En las asambleas del colectivo, se responde a las dudas de los inmigrantes en catalán y se les aplaude cuando renuncian al castellano

En Cataluña, la crisis de la vivienda es una cuestión que produce inquietud en el conjunto de la ciudadanía. Una preocupación que se da con independencia de las convicciones políticas de cada uno, extremo que solo afecta a la hora de decantarse por unas soluciones u otras. Por el contrario, la llamada "emergencia lingüística" que supuestamente atraviesa Cataluña es un problema que solo preocupa a una parte de la población catalana, normalmente a la catalanoparlante y partidaria de la ruptura con España. Y tan honda es esa preocupación por la presunta extinción del catalán y su rechazo al castellano que una entidad como el Sindicato de Inquilinas catalán ha mezclado la causa lingüística con su combate por un "hogar digno", pese a que aparentemente ambas cuestiones no tengan nada que ver.
Sin ir más lejos, el pasado Sant Jordi, el separatismo trató de convertir la festividad en una manifestación a favor del monolingüismo en catalán. Una iniciativa —'Sant Jordi por la lengua'— a la que no dudó en adherirse el Sindicato de Inquilinas. "Los alquileres suben, el uso del catalán baja", proclamó este colectivo en un vídeo difundido en redes sociales. En él, sus portavoces denunciaban que el "turismo masivo" expulsa a los ciudadanos de Barcelona y, a la vez, el Estado español "minoriza" el catalán. "Nos roban la ciudad y la lengua", sentenciabana. Siendo así, abogaban por que las "instituciones lo respeten, lo conviertan en útil y sancionen a quien lo ataca". Finalmente, vindicaban el derecho a "vivir plenamente en catalán" —expresión con la que el secesionismo suele aludir a su deseo de vetar el español en el espacio público—.
Este proselitismo ha vuelto a quedar en evidencia en un artículo de opinión que el portavoz del sindicato, Enric Aragonès, publicó recientemente en el diario separatista 'Vilaweb'. Desde el arranque del texto, Aragonès sitúa el foco sobre los inmigrantes, señalando que para que estos terminen sumándose al monolingüismo en catalán deben de poder disponer de "espacios donde usarlo". Y ello solo es posible, argumenta, si las personas migrantes disponen de un domicilio fijo. "¿Cómo pretendemos que la gente que acaba de llegar y que no tiene el catalán como lengua de origen [por lengua materna] tenga entornos cotidianos y red comunitario donde emplearlo, si se tiene que trasladar constantemente?", ilustra Aragonès.
Aplausos para los que hablan en catalán
Acto seguido, recuerda que la mayoría de extranjeros que residen en Cataluña viven de alquiler —el 72%—, y que 170.000 se encuentran en una situación administrativa irregular. Y, tras recordar que el "futuro de la lengua" también se juega en el terreno de la vivienda, revela que las asambleas del sindicato donde se ayuda a los inquilinos con problemas habitacionales representan un "espacio de cohesión" identitaria perfecto. En este sentido, admite que ha estado registrando el idioma en el que los asistentes exponen sus problemas, usando el 71% el catalán y el 29%, el castellano —siendo la mayoría de estos últimos extranjeros—. Y que las dudas que surgen, independientemente del idioma en que formulan, son respondidas en catalán. Ello conduce a que, a veces, los inmigrantes se pasen del castellano al catalán, lo que les merece el aplauso de los presentes. Y que muchos de ellos adopten el catalán como "lengua de militancia y movilización".
Sea como sea, no es la primera vez que figuras del orbe nacionalista vinculan el catalán con el derecho a la vivienda. En marzo pasado, la periodista de TV3 Núria Marín, entrevistada en el diario 'Ara', sembró una cierta polémica al animar a los propietarios que heredasen pisos en Cataluña a "hacer el esfuerzo de vender las casas a gente de aquí, que hable catalán" para proteger dicha lengua. "O sea que tu teoría es salvar el catalán a través de los pisos, digamos, ¿no?", quiso aclarar el entrevistador. A lo que Marín respondió: "En parte sí, que los catalanes no tengamos que irnos si es posible".