El fotógrafo que retrató el inicio y el final del papa Francisco en 'Time': “La Iglesia puede retroceder dos siglos en un día”

Stefano dal Pozzolo lleva casi dos décadas como fotógrafo vaticanista, y ha firmado algunas de las imágenes más conocidas de Bergoglio como pontífice: “Con él empezamos a hacer fotos más humanas", y eso provocó el desprecio de parte de la Curia "porque era un Papa de la gente, no de ellos” ¿Se puede ver la esencia de una persona a través del objetivo (o más bien, del teleobjetivo) de una cámara? Stefano dal Pozzolo (Vicenza, Italia, 1976) cree que sí, y lleva dos décadas intentando revelar lo que hay detrás de los hombres más poderosos del mundo, que dirigen una institución con casi 1.400 millones de fieles. En un pequeño café de Roma, después del entierro del papa Francisco y cuando ya solo parece hablarse del cónclave que elegirá al siguiente pontífice, el fotoperiodista reflexiona sobre la experiencia que ha supuesto cubrir la actividad de Joseph Ratzinger –“un hombre frío, que había vivido siempre rodeado de libros”– y la de Bergoglio, cuya espontaneidad y cercanía con la gente lo descolocó y que consiguió muchas veces incluso emocionarlo. Habla de los recelos de la Curia respecto de Francisco, de los desafíos a los que se enfrenta la Iglesia para elegir un sucesor y de la historia detrás de las dos fotografías con las que ha hecho historia –y que se han convertido en símbolo del papado que acaba de terminar– al ser elegidas por la revista Time en 2013 y 2025 para contar el nacimiento de Francisco y su desaparición. ¿Cómo se convirtió en un fotógrafo vaticanista?  Trabajaba como proyector de cine en mi ciudad, Vicenza, y a los 27 años lo dejé todo, me compré una cámara y me vine a estudiar un máster a Roma. Empecé a trabajar en lo que podía: un bed & breakfast y después como asistente para fotógrafos y en fotografía de cine. En 2006 el especialista en Vaticano de mi agencia lo dejó y me pusieron a prueba. Y desde entonces.  ¿Era una persona religiosa? ¿Sabía algo sobre el Vaticano?  Tuve una educación católica. Mi madre es muy creyente. Pero en ese momento de mi vida no era un tema que me interesara. Tengo que decir que siempre encontré algo atractivo en la gente de fe, me parece bello creer en una cosa así de intensamente. Del Vaticano no sabía nada. Fue un aprendizaje intenso.  Francisco en el balcón de la Plaza San Pedro. Comenzó retratando a Benedicto XVI. ¿Cómo eran el personaje y la persona?  Los fotógrafos no podemos acercarnos mucho al Papa. No es que puedas hablar con él. Lo saludas muchas veces, pero tienes que mantener esa distancia. Benedicto era un Papa amable, pero muy complicado de fotografiar. Frío. Era difícil verle besar a un niño en una audiencia general, o acercarse espontáneamente a alguien. Hacía solo un gesto de saludar, con el brazo, pero no mucho más.  En definitiva, era un teólogo que siempre vivió en medio de los libros, todo lo contrario a Francisco, que siempre vivió rodeado de gente. Uno era alemán y el otro argentino; empezando por ahí… (ríe) Pero esa dificultad me obligó a indagar en recursos fotográficos que después me ayudaron a fotografiar a Francisco.  ¿Cómo me fue el momento de la renuncia de Benedicto XVI? Estaba en Nápoles trabajando y no pude venir a contar lo que pasaba en la plaza. Fue muy frustrante. Pero recuerdo el trabajo de la compañera de la agencia Ansa que fue la única que se dio cuenta de lo que estaba diciendo Ratzinger en latín. Estaban todos los vaticanistas ahí y solo ella lo entendió. Para mí esa es la esencia de este trabajo. También era de la agencia Ansa el colega que hizo la foto del rayo alcanzando la basílica y que se convirtió en un símbolo del final de ese papado. A veces no es solo captar el instante sino también esperarlo.  Claro. Cuando todos los demás se fueron, él se quedó en la plaza durante horas en medio de aquella tormenta. Para mí, la fotografía se resume en horas de espera

May 4, 2025 - 05:35
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El fotógrafo que retrató el inicio y el final del papa Francisco en 'Time': “La Iglesia puede retroceder dos siglos en un día”

El fotógrafo que retrató el inicio y el final del papa Francisco en 'Time': “La Iglesia puede retroceder dos siglos en un día”

Stefano dal Pozzolo lleva casi dos décadas como fotógrafo vaticanista, y ha firmado algunas de las imágenes más conocidas de Bergoglio como pontífice: “Con él empezamos a hacer fotos más humanas", y eso provocó el desprecio de parte de la Curia "porque era un Papa de la gente, no de ellos”

¿Se puede ver la esencia de una persona a través del objetivo (o más bien, del teleobjetivo) de una cámara? Stefano dal Pozzolo (Vicenza, Italia, 1976) cree que sí, y lleva dos décadas intentando revelar lo que hay detrás de los hombres más poderosos del mundo, que dirigen una institución con casi 1.400 millones de fieles.

En un pequeño café de Roma, después del entierro del papa Francisco y cuando ya solo parece hablarse del cónclave que elegirá al siguiente pontífice, el fotoperiodista reflexiona sobre la experiencia que ha supuesto cubrir la actividad de Joseph Ratzinger –“un hombre frío, que había vivido siempre rodeado de libros”– y la de Bergoglio, cuya espontaneidad y cercanía con la gente lo descolocó y que consiguió muchas veces incluso emocionarlo. Habla de los recelos de la Curia respecto de Francisco, de los desafíos a los que se enfrenta la Iglesia para elegir un sucesor y de la historia detrás de las dos fotografías con las que ha hecho historia –y que se han convertido en símbolo del papado que acaba de terminar– al ser elegidas por la revista Time en 2013 y 2025 para contar el nacimiento de Francisco y su desaparición.

¿Cómo se convirtió en un fotógrafo vaticanista? 

Trabajaba como proyector de cine en mi ciudad, Vicenza, y a los 27 años lo dejé todo, me compré una cámara y me vine a estudiar un máster a Roma. Empecé a trabajar en lo que podía: un bed & breakfast y después como asistente para fotógrafos y en fotografía de cine. En 2006 el especialista en Vaticano de mi agencia lo dejó y me pusieron a prueba. Y desde entonces. 

¿Era una persona religiosa? ¿Sabía algo sobre el Vaticano? 

Tuve una educación católica. Mi madre es muy creyente. Pero en ese momento de mi vida no era un tema que me interesara. Tengo que decir que siempre encontré algo atractivo en la gente de fe, me parece bello creer en una cosa así de intensamente. Del Vaticano no sabía nada. Fue un aprendizaje intenso. 

Francisco en el balcón de la Plaza San Pedro.

Comenzó retratando a Benedicto XVI. ¿Cómo eran el personaje y la persona? 

Los fotógrafos no podemos acercarnos mucho al Papa. No es que puedas hablar con él. Lo saludas muchas veces, pero tienes que mantener esa distancia. Benedicto era un Papa amable, pero muy complicado de fotografiar. Frío. Era difícil verle besar a un niño en una audiencia general, o acercarse espontáneamente a alguien. Hacía solo un gesto de saludar, con el brazo, pero no mucho más. 

En definitiva, era un teólogo que siempre vivió en medio de los libros, todo lo contrario a Francisco, que siempre vivió rodeado de gente. Uno era alemán y el otro argentino; empezando por ahí… (ríe) Pero esa dificultad me obligó a indagar en recursos fotográficos que después me ayudaron a fotografiar a Francisco. 

¿Cómo me fue el momento de la renuncia de Benedicto XVI?

Estaba en Nápoles trabajando y no pude venir a contar lo que pasaba en la plaza. Fue muy frustrante. Pero recuerdo el trabajo de la compañera de la agencia Ansa que fue la única que se dio cuenta de lo que estaba diciendo Ratzinger en latín. Estaban todos los vaticanistas ahí y solo ella lo entendió. Para mí esa es la esencia de este trabajo. También era de la agencia Ansa el colega que hizo la foto del rayo alcanzando la basílica y que se convirtió en un símbolo del final de ese papado.

A veces no es solo captar el instante sino también esperarlo. 

Claro. Cuando todos los demás se fueron, él se quedó en la plaza durante horas en medio de aquella tormenta. Para mí, la fotografía se resume en horas de espera y un instante en el que tu ojo, el movimiento de tu cuerpo y también de tu corazón deben actuar juntos, rapidísimo. Si no estás, no puedes hacer la foto. Así que hay que saber esperar, prepararse, tener paciencia, y cuando llega el momento, ejecutar.  

Francisco oficiando misa.

¿Cómo fue el cambio de Benedicto XVI a Francisco? 

Todos estábamos desorientados al principio, porque nos habíamos acostumbrado a la solemnidad y a la previsibilidad. En cambio, Francisco se puso enseguida a salirse del guion, a abrazar y a besar a gente. Incluso los gendarmes estaban confundidos, porque él nunca se dejó imponer cosas, decidía en todo momento qué hacer. Como cuando hace unas semanas apareció por la basílica vestido de calle, con un poncho. 

Con Francisco empezamos a hacer fotos más dinámicas, más empáticas, más humanas. 

¿Eso contribuyó a generar una imagen diferente de la Iglesia católica, más amable? 

Este hombre ha acercado mucho a la Iglesia (o al menos lo ha intentado) a los tiempos modernos. Si el nuevo Papa continúa en la línea de Francisco deberá centrarse mucho en esto. Pero es muy fácil que no suceda: basta con elegir el Papa equivocado y la Iglesia puede retroceder 200 años en un día. 

¿Cómo sería ese Papa equivocado? 

Un Papa equivocado sería uno que muestre que quiere centrarse en una casta en lugar de estar entre la gente, que es lo que dice el Evangelio. Las iglesias están vacías, sobre todo de jóvenes. 

Y ni siquiera hablo de fe. Viven, como nosotros, en el mundo de Trump, de Netanyahu, de señores que van a la guerra. Están ultraconectados y recibiendo todo el tiempo mensajes individualistas. Necesitan un referente positivo, de empatía, que haga un discurso político de paz.

Eso es lo que ha hecho Francisco, que no es nada más que seguir el Evangelio, por mucho que le moleste a muchos en el Vaticano. Si lo piensas, Jesús en su momento era un radical. 

¿Se veía a la Curia incómoda con Bergoglio?

Muchos en la Curia y en los palacios vaticanos estaban en contra de Francisco porque era un Papa de la gente, no de ellos. De hecho, la primera cosa que hizo fue irse a Santa Marta para vivir una vida normal, rodeado de personas y sin el control cotidiano de la jerarquía eclesiástica. 

¿La sencillez que practicaba Francisco resultaba menos interesante desde el punto de vista fotográfico?

No, en las fotos se veía su humildad, su delicadeza, su atención a los últimos. Al final de las audiencias, se tomaba media hora o más para saludar una a una a las personas con discapacidad, a los enfermos. Y cuando se iba veías a toda esa gente simplemente llorando. Para mí eso era muy emocionante. 

¿El trabajo de fotografiar a Francisco le ha conectado con su propia fe? 

Absolutamente. Porque el papa Francisco humanizó la Iglesia. Además, mi mujer, que es muy creyente, me ha ayudado a reconciliarme con esa parte de mí. 

Papa Francisco

¿Y cómo ha sido retratar su decadencia física?

Doloroso. Pero contar su sufrimiento era contar su vida también. Lo veías cuando apenas podía caminar, cuando terminaba la audiencia y tenía el rostro desencajado. El último día, su saludo el día de Pascua, hice sus últimas fotos con vida. No lo veía moribundo, no lo entendí entonces, pero con todo ese viento y en su estado era absurdo hacerlo bajar del papamóvil. Estoy seguro de que fue su voluntad, de que fue un último saludo consciente. 

¿Cómo se convirtió su primera foto de Francisco en la portada de Time?

Fue la primera vez que lo vi. Él era cardenal, pero uno esquivo, que no solía mostrarse. Por lo tanto, cuando fue elegido y se asomó a la plaza, esa fue mi primera foto. Y Time la eligió para contar la noticia.  

Una de sus fotos preferidas es la del Papa con un niño durante una audiencia.

¿Por qué la suya?

Bueno, creo que hubo varios detalles afortunados. Primero, antes del cónclave me compré la cámara de mejor calidad que había en ese momento, algo que me ayudó mucho porque cuando salió al balcón ya era tarde, no había mucha luz. 

Segundo, cuando hice la foto dejé mucho espacio por arriba pensando en una portada. Muchas veces hago las fotos en función del diseño de una portada o una doble página de una revista. 

Y, tercero, cuando el Papa se fue ni siquiera intenté mandar la foto, porque había tanta gente que la cobertura iba a ser malísima. Corrí 100 metros hasta una pizzería y desde ahí envié, y mis imágenes llegaron antes que las de otras agencias grandes. 

¿Cómo se enteró?

A la mañana siguiente puse mi nombre en internet para ver si me habían publicado en algún medio y me encontré en la portada de Time. Me puse a llorar de la emoción, y lo primero que hice fue llamar a mi madre para contárselo. 

Y Time lo volvió a elegir para contar el final del pontificado de Francisco. 

Es algo que nunca había sucedido, es muy importante y debo estar orgulloso. Me gusta pensar en que Francisco me ayudó en esto. Esta imagen la eligieron hace un mes, cuando lo ingresaron. 

¿Cuándo la hizo?

La hice durante una audiencia con jefes de Estado. En su biblioteca privada hay una ventana desde la que entra una luz muy bonita. Yo me puse detrás del Papa, a la distancia, con el teleobjetivo, y cuando se dio la vuelta después de despedir a este mandatario quedó por un momento iluminado por esa luz, creando un ambiente muy íntimo. 

Papa Francisco

No fue su única portada internacional al morir Francisco. 

También la de National Geographic, que me había comprado la foto hacía un año en exclusiva, así que debí retirarla del mercado. Me gusta mucho también aunque es diferente, en esta se ve su cansancio, un rostro dulce pero envejecido. 

Ha sido un gran cierre para su trabajo de estos 12 años.

Desde un punto de vista afectivo, la fotografía que he hecho de la tumba es la que para mí significa el cierre de este trabajo con él. Hay una cruz, un nombre y una rosa blanca. Es, en esencia, lo que he visto estos años: delicadeza y sencillez. 

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