¿Dónde está el cuerpo de Alejandro Magno? Las teorías ya empiezan a contemplar que fue devorado por tiburones
Lugar desconocido - Según algunas hipótesis, el aumento del nivel del mar habría sumergido el Brucheum, el distrito palaciego de Alejandría, lo que explicaría por qué no queda rastro físico del mausoleoLa ciencia descarta una verdad asumida durante años: Filipo II, padre de Alejandro Magno, no descansa en la Tumba de Perséfone Se ha buscado en jardines, en el centro de una ciudad saturada de tráfico, entre ruinas bajo el agua y hasta cerca de un cruce de calles que ya ni existe. Se han excavado patios, aparcamientos, plazas, y cada vez que aparece una losa antigua, alguien piensa que esta vez sí. El cuerpo de Alejandro Magno, muerto hace más de 2.000 años, sigue sin aparecer. Nadie sabe dónde está enterrado. Y lo más sorprendente es que durante siglos todo el mundo sabía perfectamente dónde yacía. Un lugar de peregrinación venerado incluso por emperadores romanos Algunos emperadores romanos como Julio César o Augusto se acercaban a su tumba con la solemnidad que se reservaba a los espacios más sagrados del mundo antiguo. El historiador Paul Cartledge explica que “fue un centro de peregrinación muy conocido en todo el Mediterráneo”, lo que hace aún más extraño que su ubicación se desvaneciera sin dejar rastro apenas 500 años después. No hay registros que mencionen su destrucción ni testimonios sobre su traslado. Simplemente desapareció de los textos. Durante siglos, miles de personas sabían dónde estaba enterrado Alejandro Magno Algunos investigadores creen que la pérdida de su paradero se debe, en parte, al conflicto entre religiones. Nicholas Saunders, profesor emérito de arqueología en la Universidad de Bristol, considera que “cuando la tumba de Cristo se convirtió en el principal lugar de peregrinación, los cristianos quisieron eliminar cualquier vestigio de culto pagano”. Eso pudo haber motivado el borrado intencionado de su localización. Otras teorías apuntan a la destrucción de documentos importantes durante las cruzadas. Calliope Limneos-Papakosta, arqueóloga griega que lleva años excavando en Alejandría, sostiene que el cuerpo de Alejandro fue ocultado por sacerdotes locales cuando la ciudad fue asaltada por fuerzas cristianas en 1365. En su opinión, lo hicieron para proteger los restos del culto a un personaje que había sido elevado a condición divina. “Creo que escondieron su cuerpo y el sarcófago”, aseguró a Live Science. Esta hipótesis forma parte de una de las líneas de excavación más activas que existen en la actualidad. La suya se concentra en una zona concreta: los jardines Shallalat, en pleno centro de Alejandría. Allí apareció en 2009 una escultura helenística que representa a Alejandro. Limneos-Papakosta explicó en un artículo para Newsweek que “era el último día de la excavación y estábamos a punto de terminar la temporada cuando encontramos la escultura”. La idea de que el cuerpo de Alejandro Magno fuera arrastrado hasta el mar y devorado por un tiburón es una posibilidad que se considera viable

Lugar desconocido - Según algunas hipótesis, el aumento del nivel del mar habría sumergido el Brucheum, el distrito palaciego de Alejandría, lo que explicaría por qué no queda rastro físico del mausoleo
La ciencia descarta una verdad asumida durante años: Filipo II, padre de Alejandro Magno, no descansa en la Tumba de Perséfone
Se ha buscado en jardines, en el centro de una ciudad saturada de tráfico, entre ruinas bajo el agua y hasta cerca de un cruce de calles que ya ni existe. Se han excavado patios, aparcamientos, plazas, y cada vez que aparece una losa antigua, alguien piensa que esta vez sí. El cuerpo de Alejandro Magno, muerto hace más de 2.000 años, sigue sin aparecer. Nadie sabe dónde está enterrado. Y lo más sorprendente es que durante siglos todo el mundo sabía perfectamente dónde yacía.
Un lugar de peregrinación venerado incluso por emperadores romanos
Algunos emperadores romanos como Julio César o Augusto se acercaban a su tumba con la solemnidad que se reservaba a los espacios más sagrados del mundo antiguo. El historiador Paul Cartledge explica que “fue un centro de peregrinación muy conocido en todo el Mediterráneo”, lo que hace aún más extraño que su ubicación se desvaneciera sin dejar rastro apenas 500 años después. No hay registros que mencionen su destrucción ni testimonios sobre su traslado. Simplemente desapareció de los textos.
Algunos investigadores creen que la pérdida de su paradero se debe, en parte, al conflicto entre religiones. Nicholas Saunders, profesor emérito de arqueología en la Universidad de Bristol, considera que “cuando la tumba de Cristo se convirtió en el principal lugar de peregrinación, los cristianos quisieron eliminar cualquier vestigio de culto pagano”. Eso pudo haber motivado el borrado intencionado de su localización. Otras teorías apuntan a la destrucción de documentos importantes durante las cruzadas.
Calliope Limneos-Papakosta, arqueóloga griega que lleva años excavando en Alejandría, sostiene que el cuerpo de Alejandro fue ocultado por sacerdotes locales cuando la ciudad fue asaltada por fuerzas cristianas en 1365. En su opinión, lo hicieron para proteger los restos del culto a un personaje que había sido elevado a condición divina. “Creo que escondieron su cuerpo y el sarcófago”, aseguró a Live Science. Esta hipótesis forma parte de una de las líneas de excavación más activas que existen en la actualidad.
La suya se concentra en una zona concreta: los jardines Shallalat, en pleno centro de Alejandría. Allí apareció en 2009 una escultura helenística que representa a Alejandro. Limneos-Papakosta explicó en un artículo para Newsweek que “era el último día de la excavación y estábamos a punto de terminar la temporada cuando encontramos la escultura”.
Para ella, ese hallazgo fue decisivo. Desde entonces, su equipo ha ido trabajando en ese entorno, que se encuentra cerca de la intersección de las antiguas calles Canópica y Real, mencionadas por fuentes clásicas como la ubicación original del mausoleo.Strabón, por ejemplo, documentó que Ptolomeo IV trasladó el cuerpo de Alejandro a un mausoleo en Alejandría, conocido como el Soma, lo que refuerza la idea de que la ciudad egipcia fue su destino final y el centro de su culto póstumo.
Una teoría inquietante sugiere que pudo acabar como alimento marino
A pesar de ello, no hay ningún rastro físico actual que confirme la existencia del monumento. Cartledge sostiene que la explicación puede estar en el nivel del mar. “El Brucheum, donde estaban los palacios reales, colindaba con la costa”, afirmó. Según él, muchas de esas construcciones quedaron sumergidas por el Mediterráneo con el paso de los siglos.
Y ahí entra una teoría tan extrema como inquietante: que el cuerpo de Alejandro Magno pudo acabar devorado por un tiburón. Cartledge lo plantea como posibilidad remota, pero razonable, si se considera que la tumba pudo derrumbarse o desplazarse con el paso del tiempo y que los restos acabaran arrastrados hasta el mar. “Mi conjetura es que su cuerpo pudo haber sido comido por un tiburón”, explicó en una entrevista.
La idea, por estrambótica que parezca, tiene cierta lógica si se cruzan dos datos: uno, que el nivel del mar ha subido varios metros desde la Antigüedad; y dos, que la zona del Brucheum está hoy parcialmente sumergida. Si el mausoleo estaba en esa área y colapsó, no haría falta buscar sarcófago ni momia. En ese caso, uno de los conquistadores más célebres de la historia habría acabado como parte del ecosistema marino.
También hay quienes creen que está justo bajo los pies de la Alejandría actual. El profesor Saunders se inclina por el barrio de Mazarita, un área céntrica que fue el núcleo urbano en la antigüedad. Asegura que “salvo que haya nuevas obras que impliquen demoliciones profundas, es improbable que se descubra”, aunque insiste en que “es casi inconcebible que esté en otro lugar”.
Zahi Hawass, exministro de Antigüedades de Egipto, cree que no se puede descartar ninguna hipótesis. Él mismo fue testigo en los años 70 de excavaciones que no dieron ningún resultado, pero tampoco pierde la esperanza. Como recuerda, algunos de los hallazgos más importantes de la ciudad aparecieron por accidente: “El teatro se descubrió mientras se construían viviendas, igual que las catacumbas”.
Es decir, que aunque miles de personas lo han intentado con mapas antiguos, planos romanos y tecnología moderna, el lugar exacto sigue siendo un misterio. A día de hoy, el cuerpo del mayor conquistador de la Antigüedad permanece oculto en algún punto de Alejandría. Pero ni los jardines, ni el mar, ni las calles estrechas de la ciudad moderna han desvelado todavía su secreto.