Eran los días, mediados de febrero, en que el Papa estaba aún ingresado en el Gemelli. El presidente del Gobierno andaba en otra cosa. Llamó temprano a Tezanos para un encargo de los suyos. «Me pillas liado, Pedro, en la cocina, con un sondeo para el cónclave que me han pedido los cardenales de progreso». «Recuerda siempre que somos más», apuntó Sánchez con ese aire evangélico e iluminado que aprendió de Zapatero. «Abrevia y pon que ganamos, no te compliques la vida. Me urge otra cosa, y además el Papa no se ha muerto todavía», siguió el jefe del Ejecutivo. «Dame cinco minutos... Siete votos me faltan para cuadrarlo y me pongo con lo que tú quieras». A los diez...
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