Comerciantes temen por los robos: «Hacemos guardia en la tienda. No funcionan las cámaras»
En la Gran Vía, la imagen es inédita. Los principales grandes comercios del centro de Madrid se encuentran cerrados a cal y canto durante prácticamente todo el día. Muchos de ellos recuerdan con una nota en el escaparate, como si los viandantes no fueran conscientes de ello, que no estaban en su puesto porque se estaba produciendo un apagón . Difícil es encontrar tiendas abiertas, pese a que en algunas de ellas aún se pueden ver a trabajadores en su interior. «Estoy aquí no porque no me quiera ir a casa, sino porque la persiana funciona con un sistema electrónico que es imposible activar ahora», señala la dependienta de un local de venta de bolsos y maletas situado en la calle de Fuencarral . Esta mujer, sentada en el descansillo del establecimiento, espera que el problema se solucione «cuanto antes» y muestra preocupación por que esta situación se mantenga a lo largo de la noche. «La gente aprovecha mucho para robar y aquí no tenemos ningún sistema que nos permita asegurar la tienda», admite a este periódico. Esta imagen se repite en varios establecimientos de la ciudad. Mientras algunos cuentan con cierres manuales que les permite un nivel más de protección frente al vandalismo que se puede producir en este tipo de situaciones inéditas, otros hacen lo que pueden. Los trabajadores comentan entre ellos la inseguridad que se vivió durante la catástrofe de Dana de Valencia en octubre de 2024, cuando muchos establecimientos fueron saqueados durante la noche. «A ninguno nos gustaría pasar por eso» , admite la trabajadora. A pocos pasos del metro de Alonso Martínez, la dueña de una tienda de antigüedades conversa con los paseantes. «Estamos abiertos, pero solo cobramos en efectivo» , cuenta a este periódico. «He puesto las rejas porque hace un mes y medio me rompieron el escaparate. Si no tengo cámaras y la policía no puede ver quien ha sido, entonces estoy perdida», apunta. «He escuchado en la radio, que es lo único que puedo conectar para ver qué pasa mientras estoy aquí, que en las próximas horas se puede solucionar», asegura, optimista, esta trabajadora. «Cuando llegue a casa me acostaré y mañana veremos que hacer. Si seguiremos con la misma situación o no», apunta La preocupación por que la situación se alargue más de lo previsto no deja a ningún comercio de la capital indiferente. Las farmacias se muestran también bastante inseguras, donde peligran los medicamentos . «Me preocupa a la hora de cerrar, el sistema que tenemos de protección es electrónico y la alarma no funciona», señala a este periódico la trabajadora de uno de estos establecimientos que se ubica en la calle Atocha. Mientras tanto, en otra farmacia situada en pleno Malasaña, han pasado el día recordando a todo aquel que llegaba al local que no olvidaran que solo se aceptaba efectivo ya que los datáfonos no funcionaban. A las 17.00 horas, con los dedos cruzados por la vuelta de la luz, aún se encontraba gestionando cómo apañárselas durante la noche. «Lo que más nos preocupa son los robos», asegura la dependienta.
En la Gran Vía, la imagen es inédita. Los principales grandes comercios del centro de Madrid se encuentran cerrados a cal y canto durante prácticamente todo el día. Muchos de ellos recuerdan con una nota en el escaparate, como si los viandantes no fueran conscientes de ello, que no estaban en su puesto porque se estaba produciendo un apagón . Difícil es encontrar tiendas abiertas, pese a que en algunas de ellas aún se pueden ver a trabajadores en su interior. «Estoy aquí no porque no me quiera ir a casa, sino porque la persiana funciona con un sistema electrónico que es imposible activar ahora», señala la dependienta de un local de venta de bolsos y maletas situado en la calle de Fuencarral . Esta mujer, sentada en el descansillo del establecimiento, espera que el problema se solucione «cuanto antes» y muestra preocupación por que esta situación se mantenga a lo largo de la noche. «La gente aprovecha mucho para robar y aquí no tenemos ningún sistema que nos permita asegurar la tienda», admite a este periódico. Esta imagen se repite en varios establecimientos de la ciudad. Mientras algunos cuentan con cierres manuales que les permite un nivel más de protección frente al vandalismo que se puede producir en este tipo de situaciones inéditas, otros hacen lo que pueden. Los trabajadores comentan entre ellos la inseguridad que se vivió durante la catástrofe de Dana de Valencia en octubre de 2024, cuando muchos establecimientos fueron saqueados durante la noche. «A ninguno nos gustaría pasar por eso» , admite la trabajadora. A pocos pasos del metro de Alonso Martínez, la dueña de una tienda de antigüedades conversa con los paseantes. «Estamos abiertos, pero solo cobramos en efectivo» , cuenta a este periódico. «He puesto las rejas porque hace un mes y medio me rompieron el escaparate. Si no tengo cámaras y la policía no puede ver quien ha sido, entonces estoy perdida», apunta. «He escuchado en la radio, que es lo único que puedo conectar para ver qué pasa mientras estoy aquí, que en las próximas horas se puede solucionar», asegura, optimista, esta trabajadora. «Cuando llegue a casa me acostaré y mañana veremos que hacer. Si seguiremos con la misma situación o no», apunta La preocupación por que la situación se alargue más de lo previsto no deja a ningún comercio de la capital indiferente. Las farmacias se muestran también bastante inseguras, donde peligran los medicamentos . «Me preocupa a la hora de cerrar, el sistema que tenemos de protección es electrónico y la alarma no funciona», señala a este periódico la trabajadora de uno de estos establecimientos que se ubica en la calle Atocha. Mientras tanto, en otra farmacia situada en pleno Malasaña, han pasado el día recordando a todo aquel que llegaba al local que no olvidaran que solo se aceptaba efectivo ya que los datáfonos no funcionaban. A las 17.00 horas, con los dedos cruzados por la vuelta de la luz, aún se encontraba gestionando cómo apañárselas durante la noche. «Lo que más nos preocupa son los robos», asegura la dependienta.
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