Ya no hay música de esa

Las dos personas normales entran en una tienda de disfraces de las de antes, de las que tienen ropa que pesa y que brilla lo que tiene que brillar, no esos lamés de petróleo llenos de verde mosquito y púrpura, para envolver regalos, que parecen hologramas, o cuadros iluminados por dentro, y que se descosen con mirarlos. La primera persona normal frota la manga de uno de los vestidos. —Es buena, ¿eh? —¿El qué? —La sisa. —¿La sisa es buena? —Más la manga que la sisa. —Más la manga que… ¿A ver? La segunda persona normal toca también la tela. —Pues sí. Muy buena. Se nota que es de princesa. Y muy buen vuelo. —Por eso te estaba diciendo. Enseguida... Ver Más

May 1, 2025 - 13:20
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Ya no hay música de esa
Las dos personas normales entran en una tienda de disfraces de las de antes, de las que tienen ropa que pesa y que brilla lo que tiene que brillar, no esos lamés de petróleo llenos de verde mosquito y púrpura, para envolver regalos, que parecen hologramas, o cuadros iluminados por dentro, y que se descosen con mirarlos. La primera persona normal frota la manga de uno de los vestidos. —Es buena, ¿eh? —¿El qué? —La sisa. —¿La sisa es buena? —Más la manga que la sisa. —Más la manga que… ¿A ver? La segunda persona normal toca también la tela. —Pues sí. Muy buena. Se nota que es de princesa. Y muy buen vuelo. —Por eso te estaba diciendo. Enseguida... Ver Más