Victoria Pariente, pionera del vino en España, da nombre a un rosado único para el Día de la Madre
“Victoria”, un vino con alma de madre, el regalo perfecto para este 4 de mayo

En un sector históricamente dominado por hombres, Victoria Pariente no solo irrumpió con fuerza, sino que cimentó su legado con elegancia, visión y una pasión inquebrantable por el vino. Su historia personal es también la historia del nacimiento de una de las bodegas más respetadas de España: José Pariente. Y ahora, más de 25 años después, su trayectoria inspira una nueva creación vinícola: Victoria, un vino rosado único que no solo representa la excelencia enológica, sino que encierra en cada sorbo una declaración de amor filial.
Este 4 de mayo, con motivo del Día de la Madre, Bodegas José Pariente lanza este vino como un tributo íntimo y sincero de sus hijos, Ignacio y Martina, a la mujer que les enseñó a amar la tierra, la uva y la vida. No es solo un producto más: es una historia embotellada. Y probablemente, el regalo más emotivo que se pueda ofrecer en una fecha tan especial.
Victoria Pariente: la mujer que sembró un legado
Corría el año 1998 cuando Victoria Pariente fundó la bodega que hoy lleva el nombre de su padre, José Pariente, un viticultor apasionado de Rueda. La joven Victoria, decidida y con una formación enológica poco común entre las mujeres del sector en aquella época, apostó por transformar la manera de hacer vino en la región. Apostó por la calidad, la investigación, la innovación y el respeto por el viñedo. Así, levantó con sus propias manos lo que sería no solo una bodega familiar, sino una referencia internacional en la elaboración de blancos de calidad.
Lo hizo, además, sin dejar de ser madre a tiempo completo. Sus hijos, Martina e Ignacio, eran apenas adolescentes cuando ella comenzaba este ambicioso proyecto. Hoy, más de dos décadas después, son ellos quienes llevan las riendas de la bodega. Y son ellos también quienes, con profunda admiración, decidieron dedicarle un vino a su madre.
Un rosado único, nacido del amor y la técnica
El resultado de ese homenaje es Victoria, el primer y único vino rosado de la casa. Pero no se trata de un rosado cualquiera. Este coupage delicado y estructurado ha sido concebido para unir lo mejor de los blancos, su frescura, su aroma, su ligereza, con el carácter y la profundidad de los tintos. De ahí su singularidad, pensada para sorprender tanto a los amantes del vino como a quienes buscan algo especial para compartir.
“El vino debía ser tan especial como ella”, explica Martina Prieto Pariente, actual directora técnica de la bodega. “No queríamos hacer un rosado más. Queríamos crear un vino con alma, con estructura, con elegancia. Un vino que hablara de mi madre sin necesidad de palabras”.
Para ello, combinaron tres variedades de uva y dos zonas distintas de la provincia de Valladolid. Por un lado, la Garnacha y el Tempranillo, procedentes de viñedos viejos de Pedrosa del Rey y Mucientes, aportan cuerpo, madurez y estructura. Por otro lado, la Viognier cultivada en La Seca ofrece ese toque floral, fresco y aromático que suaviza y equilibra el conjunto.
El proceso de vinificación ha sido igualmente cuidado al detalle. La fermentación se realiza en depósitos de acero inoxidable para preservar los aromas primarios, y el vino permanece sobre sus lías durante cuatro meses, lo que le confiere una mayor complejidad y untuosidad en boca.
Ficha de cata: elegancia en estado puro
Visualmente, Victoria destaca por su color rosa pálido, casi etéreo, con reflejos brillantes que anticipan su frescura. En nariz, despliega un abanico aromático amplio y muy definido: notas de fresa madura, frambuesa, granada y mora, entrelazadas con un fondo floral que recuerda al jazmín y los pétalos de rosa.
En boca, el vino sorprende por su equilibrio. Tiene un ataque suave y agradable, con una textura envolvente, casi cremosa, que se alarga gracias a su buena acidez. El final es fresco y persistente, con recuerdos a cereza y flores blancas.
Es, sin duda, un vino gastronómico. Perfecto para maridar con aperitivos, pescados, mariscos, ensaladas, arroces y pastas. También se defiende muy bien junto a platos más complejos como los ahumados o los quesos suaves.
Un rosado que no es solo para brindar en primavera, sino para disfrutar durante todo el año.
Más que un vino, un símbolo familiar
Pocas veces un vino nace con un significado tan profundo. En palabras de Ignacio Prieto, “no se trata solo de homenajear a nuestra madre, sino de poner en valor todo lo que representa su figura: el esfuerzo, la constancia, la sensibilidad y el amor por lo que hacemos. Victoria simboliza eso: un vino hecho desde el respeto, el conocimiento y el corazón”.
En un mundo vitivinícola cada vez más industrializado, Victoria destaca por su origen emocional. No está pensado para la producción masiva, sino para quienes entienden el vino como un lenguaje de emociones y memoria. Es una edición limitada que busca crear vínculos, iniciar conversaciones, generar recuerdos.
Día de la Madre: regalar con significado
El lanzamiento de este vino coincide estratégicamente con el Día de la Madre, una fecha especialmente emotiva. Y pocas opciones pueden competir con la carga simbólica de un vino dedicado precisamente a una madre.
No es solo una botella. Es un mensaje: gracias por estar, por enseñar, por sostener. En una sociedad que tiende a convertir las festividades en actos de consumo rápido, Victoria propone una alternativa: regalar tiempo, sabor y emoción.
Un futuro con raíces profundas
Hoy, la historia de Bodegas José Pariente continúa con una segunda generación que ha sabido mantener la esencia familiar al tiempo que impulsa la innovación. Martina, al frente del equipo técnico, ha llevado la bodega hacia proyectos más complejos, incluyendo fermentaciones en barrica, trabajos con lías y nuevas variedades. Ignacio, por su parte, dirige el área comercial, reforzando la presencia internacional de la marca en más de 30 países.
Ambos siguen siendo fieles al espíritu con el que su madre fundó la bodega: elaborar vinos que reflejen el origen, el carácter y el alma de su tierra. En ese camino, Victoria no es solo un homenaje, sino también una promesa: la de seguir haciendo vino con sensibilidad, precisión y verdad.