Tyrese Haliburton, la estrella altruista
Dos meses marcaron la visión de toda su carrera y al fin el ojo vuelve a reconocer a uno de los mejores directores de juego de mundo. La entrada Tyrese Haliburton, la estrella altruista se publicó primero en NBAManiacs. Source: NBAManiacs


Las expectativas no hacen prisioneros y son capaces de apresarlo todo. No hay nada más injusto que esperar algo de alguien. O de otro algo. Pues esa promesa nadie la formula. Por mucha publicidad que reciba una película, nadie te asegura que la experiencia de verla vaya a estar a la altura de lo proyectado. Con los jugadores pasa igual. Ves a Jalen Green encadenar ocho partidos de más de 25 puntos en enero y piensas que siempre va a ser así. Que esa realidad ha llegado para quedarse. Seremos cínicos y pesimistas, pero a la mínima nos agarramos a la ilusión.
Tyrese Haliburton lleva año y medio siendo víctima de las expectativas. Esos Indiana Pacers del primer tercio de la 2023/24 causaron tal impacto sensorial que siguen teniendo peso en el análisis que se hace hoy del equipo. Aunque las cosas hayan cambiado sustancialmente. En aquellos meses de noviembre y diciembre de 2023, con cúspide en los enfrentamientos ante Boston y Milwaukee en la primera Copa NBA, Haliburton se descubrió al mundo como una especie de Steve Nash hipervitaminado. Capaz de alimentar a todos sus compañeros desde el pase y su constante galope. Pero también de desmembrar rivales desde la anotación.
En esos dos meses, el base promedió 25,2 puntos, 3,8 triples por partido con un 42% de acierto y 12,8 asistencias por solo 2,6 pérdidas. Con picos de 43 puntos con 8 triples ante Charlotte, 42 asistencias con solo dos pérdidas en un tramo de dos partidos, dos partidos por encima de los 40 puntos, cinco por encima de los 30 y diez encuentros con 15 asistencias o más. No era posible jugar mejor en ataque de lo que lo estaba haciendo Tyrese.
Los Pacers volvían a estar en el mapa, pero aquel frenesí ofensivo llegaba a costa de permitir demasiado atrás. No era sostenible superar todos los días los 120 puntos a costa de recibir un mínimo de 115 cada noche. Había que buscar una forma de matizar el juego del equipo y el mercado arrojó la opción de Pascal Siakam en enero. Una pieza que se adaptaba bien a ritmos altos, pero que sumaba recursos en ataques más estáticos y una defensa de la que la plantilla adolecía.
Desde el primer momento se veía que Indiana había cambiado para ser algo más conservador, pero a Tyrese Haliburton se le seguía viendo con los mismos ojos que a inicios de curso. Compartir pista con otro alfa ofensivo requería cierta adaptación, pero las primeras derrotas y la sensación de haber renunciado a aquel estimulante correcalles arqueaban las cejas. Y entonces, llegó la lesión en los isquios.
A su precipitado regreso por miedo a no cumplir con los 65 partidos y perder unos 40 millones de dólares en su siguiente contrato, todo había cambiado. Después de la lesión Haliburton se convirtió en un anotador inconsistente. Sus promedios bajaron a 16,9 puntos, 39% en el triple y 9,5 asistencias. El equipo seguía respirando a través de su juego, pero había perdido esa alegría desbordada que contagiaba en el primer tercio del curso. Querer ser el mismo que en diciembre se metió en su propia mente y el acierto al triple condicionaba su acostumbrada osadía desde el pase. Si no entraban los tiros, le costaba más atreverse a dividir defensas, pero las piernas no estaban como para repetir step-backs y atacar el aro.
Tyrese ‘overrated‘ Haliburton
Acabó sellando su presencia en los equipos All-NBA por la inercia del primer tramo. Sin embargo, para cuando Indiana se plantó en finales de conferencia Este ante los Celtics, los Pacers recibían más halagos como colectivo que como ‘el equipo de Haliburton’. Todo aquello, la presencia en el Team USA para los Juegos Olímpicos y su renqueante nivel de inicios del presente curso (arrastraba consecuencias de la lesión y se tenía que infiltrar cada pocos días por molestias en la espalda) debieron levantar ampollas. Las cuales se traducen en que haya sido elegido como el jugador más sobrevalorado por la encuesta anual de The Athletic, en la que votan otros jugadores anónimos.
Tanto pesan esos dos meses dentro de una carrera que ya se extiende cinco años, que el ojo se ha acostumbrado a echar de menos lo que no está mientras ignora lo que hay. Y lo que hay es que Tyrese Haliburton es uno de los mejores directores de juego del mundo y viene ejerciendo como tal durante meses. No solo eso, sino que es la estrella de la liga (porque su impacto en el juego no merece otro apelativo) que más cómoda se siente dejando que el juego pase por otras manos que no son las suyas.
Haliburton tiene un poco de eso que Gonzalo Vázquez dijo hace poco de que Ben Simmons desearía un baloncesto sin aros. Tyrese puede pasar muchos minutos sin mirar el hierro mientras mejora las posesiones de su equipo a cada contacto con el balón. Igual la suelta tras pasar el primer bloqueo de Myles Turner y ya no la vuelve a oler. Le es indiferente. No obstante, el partido a menudo acaba llegando a él de una u otra forma. Y él está correspondiendo a la altura (este año acumula un 10 de 11 tiros para ponerse por delante o empatar en los últimos dos minutos de juego).
Sus dos game winners en estos playoffs son un ejemplo perfecto. Ante Milwaukee en el Game 5 lanza diez tiros en tres cuartos para irse a los 12 entre último cuarto y prórroga, anotar cinco de ellos para sumar 14 puntos incluida la canasta ganadora. Anoche, en el Game 2 ante Cleveland, deja que sea Andrew Nembhard durante todo el partido quien asuma más balón y canse a Donovan Mitchell. Lanza cuatro tiros en tres cuartos y llega al último con 8 puntos. Para acabar el encuentro con 11 lanzamientos, 19 tantos y un espectacular triple que le vuelve a dar la victoria a los suyos en un partido desquiciante. No hay valles en su juego, solo adaptación a lo que está sucediendo en cancha.
Por si fuese poco, está demostrando en estos últimos encuentros, especialmente en los instantes finales, tener un instinto defensivo hasta ahora ignorado. Frenando a Mitchell y Ty Jerome en distintas posesiones de sendos encuentros. Lo que le faltaba para terminar de dibujarle como la estrella más altruista (y probablemente incomprendida) del planeta. Haliburton es esto, por mucho que aquellos 60 días de 2023 perduren en la memoria.
(Fotografía de portada de Trevor Ruszkowski-Imagn Images)
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