Última hora: León XIV, nuevo Papa
Campanas suenan. Se alza la expectación. La plaza de San Pedro ha estallado en júbilo tras la tradicional señal de humo blanco. Esta vez, el cónclave más diverso en la historia reciente de la Iglesia ha alcanzado un acuerdo con rapidez inusual. Con 89 votos a su favor, el nuevo papa ha sido elegido tras ... Leer más

Campanas suenan. Se alza la expectación.
La plaza de San Pedro ha estallado en júbilo tras la tradicional señal de humo blanco. Esta vez, el cónclave más diverso en la historia reciente de la Iglesia ha alcanzado un acuerdo con rapidez inusual. Con 89 votos a su favor, el nuevo papa ha sido elegido tras una deliberación sorprendentemente breve.
El anuncio oficial llegó envuelto en la solemnidad que caracteriza estos momentos. La fórmula en latín resonó desde el balcón: “Annuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam!” (“¡Os anuncio una gran alegría: tenemos Papa!”). A continuación, el nombre del elegido y el que adoptará como pontífice marcaron el inicio de un nuevo capítulo.
Rituales intactos. Tiempos nuevos.
El elegido ha sido el cardenal Prevost, quien llevará el nombre de León XIV durante su pontificado. Con este gesto, entra en la historia como el papa número 267. Su primera aparición ante los fieles ha sido para impartir la bendición ‘Urbi et Orbi’, gesto inaugural que conecta lo simbólico con lo espiritual.
La elección recuerda en su agilidad a cónclaves anteriores. En 2005, Benedicto XVI fue elegido tras solo cuatro votaciones, y en 2013, cinco bastaron para Francisco. Esta vez, la rapidez vuelve a ser protagonista, reflejando un consenso claro entre los cardenales.
Una nueva etapa. Un viejo legado.
El nombre León XIV no es casual. Evoca ecos de otros pontífices reformistas y enérgicos, en una señal de intención sobre el rumbo que podría tomar el nuevo papado. Desde el balcón, Prevost ha saludado a una Iglesia atenta, necesitada de rumbo y esperanza.
Con esta elección, el Vaticano da inicio a una nueva era marcada por desafíos globales, renovación interna y el deseo de mantener viva la tradición en un mundo cambiante. El reloj del papado vuelve a ponerse en marcha.